La actitud de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, hacia el Gobierno de la Generalitat con motivo de la gestión de la crisis sanitaria ha provocado un alud de críticas desde las filas independentistas hacia su persona. “Ya no es que sea desleal hacia una institución, sino que tiene una actitud de menosprecio permanente. Da la sensación de que está agazapada, esperando a que el Govern tome una decisión para salir a criticarla”, acusan fuentes de Junts per Catalunya (JxCat) a Metrópoli Abierta.
Los independentistas también arremeten contra la primera edil por su actitud de enfrentamiento “desde el primer minuto, aunque luego se llena la boca apelando a la unidad y a que de esta crisis debemos salir entre todos. Pues si es así, que arrime el hombro y que no haga sólo crítica”. La actitud de confrontación permanente, aseguran, “contrasta con la que mantiene hacia el Gobierno central. Así como cuando hace algo la Generalitat siempre lo critica, se ha hartado de proteger y defender la gestión que hicieron los meses pasados sus amigos Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, de los que dice que han creado un escudo social y que son el Gobierno más progresista de la historia”.
“QUE EJERZA SUS COMPETENCIAS”
Desde JxCat se critica también a la alcaldesa porque “tiene una Agencia de Salud Pública. Y mientras ella critica al Govern por cómo hace los rastreos o cómo lleva a cabo los seguimientos de la pandemia, se olvida de que también tiene competencias en la materia. No hemos oído que haya puesto una solución encima de la mesa, sino sólo críticas”.
La Agencia de Salud Pública Municipal está consorciada con la Generalitat, pero su papel en la gestión de la crisis sanitaria ha sido muy limitado. “La alcaldesa podría haberse preocupado de hacer algo más que criticar al Govern. Pero prefiere salir en la foto oponiéndose sistemáticamente a todo lo que hacemos. Es indigno”, subrayan fuentes independentistas.
Sus rivales acusan a Colau de no cumplir con sus obligaciones. “Estamos en medio de la crisis sanitaria más importante de la historia, la emergencia más grave que hemos tenido en las últimas décadas. Y a la alcaldesa de Barcelona sólo se le ocurre aprovechar para pintar calles. Colau se inventa aceras sobre la calzada, echa colorines en el suelo y encima pone bloques de hormigón que pueden provocar accidentes graves. A esta alcaldesa no la recordarán por su labor al frente del Ayuntamiento, pero seguramente quedará en la memoria de los barceloneses esa fijación con crear carriles para algo”.
SIEMPRE A LA CONTRA
Los independentistas son especialmente duros con Colau porque “sistemáticamente, se opone a todo lo que hace o dice el Govern. Es una actitud que asumió desde el primer día en que se acabó el estado de alarma y volvimos a tener competencias sanitarias. En esas fechas tan cruciales, los expertos ya nos advirtieron que diez días después de la verbena de Sant Joan empezaríamos a notar un ascenso de los contagios. Son matemáticas puras. Por eso, el Govern comenzó a tomar medidas restrictivas. Pero en ese momento, Colau salió públicamente pidiendo excepciones. Todo para llevar la contraria al Govern”.
La relajación de las medidas permitió reprogramas, por ejemplo, festivales que habían sido suspendidos oficialmente. Y la alcaldesa ya pidió que se dejasen celebrar algunos de esos festivales, como el Grec porque “estaban hechos con mucho amor”. JxCat es especialmente crítica cuando aborda los posicionamientos públicos de Colau. “No fue jamás nada comprensiva ante la necesidad de restringir las actividades sociales y no lo sigue siendo”.
LA ÚNICA EXCEPCIÓN
Tienen, eso sí, una excepción: aplaudió las restricciones al ocio nocturno tomadas por la Generalitat hace pocos días. Pero eso es, en mayor medida, por el enfrentamiento secular que mantiene con las patronales del sector del ocio nocturno a lo largo de las dos últimas legislaturas, no por la afinidad con las medidas del Govern.
En cambio, a la hora de sancionar los botellones, no aplicó los baremos de 3.000 a 15.000 euros dictados por el Govern, sino que aplicó los que están en la gobernanza municipal, que reducen las multas a los 600 euros. “Ahí, el Ayuntamiento tiene competencias, puesto que la Carta Municipal de Barcelona, que tiene rango de ley, le da competencias en materia de convivencia y establece las faltas y las sanciones correspondientes”, admiten desde JxCat.