El polémico proyecto de las superillas impulsado por el Gobierno municipal de Ada Colau, que pretende invadir el Eixample tras fracasos como el del Poblenou, abrió la puerta a una iniciativa en paralelo.
Iniciado a modo de prueba piloto en diciembre de 2017, el proyecto consiste en ofrecer el Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) en función de la zona en la que se encuentren los usuarios.
Así, los profesionales que se encargan de cubrir este servicio quedan divididos en grupos para que, cada colectivo, atienda en una superilla diferente.
MEDIO MILLÓN
Para facilitar este servicio, el Ayuntamiento ha inyectado 500.000 euros a la empresa municipal Foment de Ciutat, S.A., encargada de la coordinación y gestión del Pla de Barris de Barcelona.
Con todo, los planes más ambiciosos de la compañía pública se centran en Ciutat Vella. En este distrito, tienen responsabilidad sobre el Plan de Actuación de la Rambla, cuya reforma no puede esperar más tiempo.
Además, se encarga del Programa de Bajos de Protección Oficial, que pretende al “dinamización de los locales vacíos”, así como la renovación del parque de viviendas de Ciutat Vella.
'SIGNOS DE AGOTAMIENTO'
Según indica el consistorio, el actual modelo de provisión del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) “muestra signos de agotamiento tanto por la calidad del servicio como por las condiciones de trabajo de los profesionales”.
Mediante este sistema que divide a los trabajadores por superillas, el Ayuntamiento pretende “mejorar la continuidad, proximidad y personalización de la atención”. Además, asegura que con esta organización “se pueden reducir las puntas de servicios en las franjas de mañana”.
Para llevar a cabo esta iniciativa, Barcelona se ha inspirado en el modelo de Buurtzorg, una organización holandesa que basa su labor en la realización de equipos formados por una decena de enfermeras que trabajan autónomamente para cubrir los servicios de medio centenar de pacientes.