Assumpta Escarp (Terrassa, 1957) es la número ocho de la candidatura del PSC que encabeza Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat. La trayectoria de Escarp, con estudios en Derecho, ha estado vinculada durante más de 20 años al Ayuntamiento de Barcelona. Fue elegida regidora en tres elecciones: 2003, 2007 y 2011. Persona de la máxima confianza de los alcaldes Joan Clos y Jordi Hereu, ocupó cargos de gran relevancia en el gobierno de la ciudad. Fue regidora de Participación Ciudadana, Urbanismo y Seguridad, y tuvo bajo su mando dos de las zonas más complejas, Eixample y Ciutat Vella. Dejó el Ayuntamiento en 2015. Los últimos años, Escarp ha sido diputada en el Parlament.
Usted va de número ocho en la lista de Salvador Illa. Las encuestas le dan una fuerte subida al PSC. ¿La prioridad es evitar un gobierno independentista?
Si hablamos en términos más políticos no se trata de evitar nada sino de construir. La prioridad básica del PSC es avanzar, primero, en la lucha contra la pandemia y después en la reconstrucción sanitaria, social y económica. Tenemos que luchar por el acuerdo sin confrontación. Muchas de nuestras propuestas se basan en recuperar consensos y acuerdos, y romper con lo que nosotros llamamos la década perdida. Es la suma de los recortes, la mala gestión y el estar más preocupado por las infraestructuras de Estado que por el estado de las infraestructuras en Cataluña. Se trata de hacer un cambio, un reencuentro entre catalanes para después reencontrarnos con España y hacer una reconstrucción, sobre todo social y económica.
¿Su prioridad es un gobierno de PSC y comunes?
Es una fórmula que existe. En Barcelona nunca gobernamos en solitario. Siempre hemos gobernado en coalición, ahora con comunes. Antes con el PSUC, Iniciativa y ERC. Creo que es una fórmula que funciona. Todo acuerdo de gobierno debe tener un acuerdo programático. Evidentemente, hay que poner encima de la mesa las divergencias, pero es muy importante basarse en un acuerdo programático. Hay capacidad para hacer un gobierno progresista con un buen acuerdo. A Barcelona me remito. Parece difícil. Siempre hay voces que dicen cómo podéis o cómo pueden ellos. Los gobiernos de coalición son un aprendizaje y un esfuerzo constante. Si trabajas en coalición, siempre tienes que buscar un acuerdo. Te replanteas tu propia posición. Es enriquecedor.
¿Cómo ve ahora la ciudad usted que ha tenido tantas responsabilidades en el gobierno municipal?
El efecto de la pandemia sobre Barcelona es muy dura. La imagen que tengo ahora es ambivalente. Es de tristeza por ver la ciudad poco viva. Todos estamos viviendo las medidas de restricción. Pero al mismo tiempo veo una ciudad con ganas de salir y plantearse nuevos escenarios. Por ejemplo, nuevas formas económicas no tan ligadas al turismo y más allá del sector servicios. Aprovechando el talento, Barcelona tiene la capacidad y la oportunidad para generar nuevos modelos económicos. Los polos biomédicos, el superordenador Mare Nostrum y hasta el 22@ son generadores de ocupación de calidad. Se trata de avanzar sin rechazar nada. Barcelona es resiliencia, resistencia y capacidad. Aquí [en el Ayuntamiento] están en ello.
Seis años después de la llegada de Ada Colau a la alcaldía de Barcelona, ¿qué balance hace?
Colau tuvo un impacto. Tardó un poco en hacer el cambio de activista social a alcaldesa de una ciudad. Otro alcalde dijo que ser alcalde es como un estado civil. Aunque no quieras, estás todos los días del año y todas las horas del día. Pero ahora que está, Colau es una persona que tiene liderazgo público, es cercana y tiene proximidad. Creo que sí sabe trabajar en coalición. Quizá algunos miembros de su gobierno en algún momento no, pero a Colau la encuentro más dialogante, más capaz de entrar en lo que representa un gobierno de coalición. Tiene una visión diferente de la ciudad, más real, más de comprender que Barcelona es diversa. No existe una Barcelona, existen tantas Barcelonas como sectores económicos, sociales, barrios o rincones de la ciudad.
¿Cuáles diría que han sido los principales aciertos y fracasos de Colau en estos años de gobierno?
Creo que se equivocó rompiendo el acuerdo de gobierno con el PSC el mandato pasado por el 155. Se intentó poner a la ciudad como un elemento político más en un proceso que lo único que hacía era dividir. Fue su gran error. De no haber roto, se hubiera podido avanzar mucho más y poner las bases para el acuerdo de gobierno actual. Me ha costado entender algunas medidas de movilidad. También han habido más rectificaciones en el sentido de sacar algunos elementos de la calle. Una cosa es recuperar espacio para la pandemia y otra la gestión. Está mejorando en la gestión del espacio público. Aciertos han habido bastantes. La lucha por reducir la movilidad es una lucha para reducir la contaminación. Mejorar el aire de la ciudad es un acierto. También me parecen importantes todos los acuerdos que se han cerrado con la regidora socialista [Rosa Alarcón] en transporte público.
Prosiga en su valoración...
También me gusta la visión de proximidad que da a la ciudad. Creo que ha roto aquella visión de la ciudad vista en un conjunto y ha entrado más en el detalle y en dar respuesta a cosas más pequeñas. En la gestión de la pandemia ha ido bien su liderazgo junto al de los alcaldes metropolitanos para actuar frente a la Generalitat, que ha obviado absolutamente a los ayuntamientos. En la gestión de la pandemia han sido más leales los ayuntamientos que la Generalitat. Colau y todos los alcaldes metropolitanos han ofrecido mecanismos, han hecho propuestas, muchas veces ninguneadas. En la pandemia es muy importante romper con las cadenas de transmisión del virus. Es muy importante la cuarentena. Los alcaldes pueden ayudar mucho, por ejemplo a personas que están en dificultades económicas y sociales. Los ayuntamientos pueden ofrecer alternativas, incluso hacer seguimiento de las cuarentenas. Poco caso ha hecho la Generalitat a los ayuntamientos.
Comentaba que había cosas de movilidad de Colau que no le han gustado. ¿Se refiere al urbanismo táctico?
Esto del urbanismo táctico me cuesta un poco, pero entiendo lo que se quiere decir. Nosotros en Ciutat Vella lo llamamos microurbanismo. No es nuevo. El microurbanismo es hacer intervenciones pequeñas y concretas que generan muchos beneficios. No son grandes obras ni grandes inversiones. Se trata de ayudar a la convivencia. Ganar espacio es una idea fantástica si se puede regular la movilidad, algo que se puede hacer en Barcelona. El tema es no poner grandes elementos en medio de la calle. Ahora parece que los van a retirar. Algunos de ellos pueden ser peligrosos.
¿Cómo los bloques de hormigón?
Como los bloques de hormigón, por ejemplo. Me acuerdo que en Ciutat Vella hacíamos intervenciones muy pequeñas. En la plaza George Orwell sacamos las escaleras, lo que evitaba que la gente se quedara allí. También se intervenía en las esquinas -para que no fueran redondas- para evitar que la gente hiciera allí sus necesidades o se recuperaban solares para mesas de ping pong. Son algunos ejemplos. A este tipo de urbanismo se le puede llamar táctico o microurbanismo. En realidad es una intervención constante sobre la ciudad aprovechando momentos y los elementos que tienes. Ahora, es el momento de las cosas pequeñas.
¿Qué opinión tiene de las superillas?
Creo que hay que hacerlas desde el consenso y entendidas desde un plan de movilidad global, que garantice la movilidad en la ciudad y a la vez permita ganar estos espacios de convivencia para uso ciudadano. La movilidad de Barcelona es de norte a sur y de este a oeste. Algunas de las superillas que se han hecho, como la del Poblenou y la de Horta, son superillas naturales. Ya tenían poco tráfico.
Usted fue concejal de seguridad todo el mandato de Jordi Hereu como alcalde. En los últimos años ha crecido mucho la delincuencia en Barcelona. ¿Se ha hecho algo mal en los últimos años? ¿Hace falta más mano dura?
Siempre he defendido la autoridad. Debe existir. Quizá en el primer gobierno de Colau se entró con mucha prevención respecto al papel de la Guardia Urbana y la disolución de algunos grupos [en referencia a la Unidad de Soporte Policial, los antidisturbios de la policía local]. Esto genera un estado de opinión doble. La delincuencia puede pensar que tiene más campo para actuar si la policía está desmotivada. Y la desmotivación policial hace muchísimo también. También es verdad que los Mossos d’Esquadra nunca han tenido los ratios necesarios en Barcelona. Hablamos de otros años, con una mayor presión turística y ciudadana y mejor economía, en los que se generó más inseguridad. Creo que Albert Batlle lo está haciendo muy bien. Fue director de Mossos. Entiende muy bien los cuerpos policiales. Y lo que es más importante es que los cuerpos policiales entiendan las prioridades políticas y que se respeten las voluntades políticas y profesionalidades. Batlle ha hecho una renovación en la Guardia Urbana con el nombramiento de un jefe joven. Ha hecho unos cambios que eran necesarios pero sin rechazo, no porque lo demás no gustara, sino porque los cambios llevaban hacía allí. Mucha pequeña delincuencia va asociada a la afluencia de turistas y ahora, con la pandemia, los índices han bajado.
Especialmente durante el primer mandato hubo una mala relación de Colau con la Guardia Urbana. Intentó deshacer la Unidad de Soporte Policial. Detrás podía estar el caso 4F y el documental Ciutat morta.
El premio Ciutat de Barcelona a Ciutat morta fue un error. Se hizo un juicio paralelo y mediático del 4F. La ciudad le debe un respeto al guardia urbano que quedó tetrapléjico y a su familia. La Guardia Urbana es una policía de proximidad. No es una fuerza represiva. Es una policía muy bien formada que muchas veces ha tenido que hacer labores de seguridad más allá de lo que corresponde a una policía local porque no había Mossos suficientes. Creo que con los años la opinión de la alcaldesa sobre la Guardia Urbana ha cambiado y ahora la relación es buena.
¿Está usted a favor o en contra del tranvía por la Diagonal?
A favor. Creo que ambos tranvías se deben conectar. Ahora, el Trambaix llega hasta Francesc Macià y el Trambesòs hasta Glòries y la Ciutadella. Tiene todo el sentido unir ambas líneas. Permitirá mejorar notablemente la movilidad metropolitana, hasta Sant Adrià y Badalona, por un lado, y hasta Sant Joan Despí y Esplugues, por el otro. También es un medio de transporte más sostenible y todas las políticas que mejoren la calidad del aire son importantes. El tranvía recoserá la Diagonal. Lo mismo que la L9 permitirá recoser la red de metro. El tranvía hará una Diagonal más transitable en transporte público.
¿Usted fue regidora de Ciutat Vella durante un año. ¿Cuáles son los retos más inmediatos que debe afrontar el distrito?
La pandemia y la crisis se han cebado en Ciutat Vella, han aumentado las desigualdades. Ciutat Vella es como un acordeón. Si no aprietas se vuelve abrir. Ciutat Vella forma parte de nuestra historia. Las intervenciones en este distrito deben ser integrales y constantes. Cuando se hace una intervención urbanística no solo se puede pensar en la intervención en sí. Se tiene que pensar en todo y a distintos niveles: político, de inversión social, convivencia, equipamientos. Ciutat Vella no entiende de departamentos administrativos.
Una de las arterias que se quiere reformar es la Rambla. ¿Urge la remodelación?
La Rambla es un símbolo. Ya estuvo sobre la mesa varias veces cuando gobernamos. El plan especial de ordenación es de 2016. La reforma es necesaria. Con la situación de crisis y las prioridades actuales de inversión, debería ser el gobierno municipal quien decida si es urgente acometer ahora.
Barcelona sufre un problema importante de vivienda. ¿Es necesario regular los alquileres?
No se pueden hacer leyes que no sean reales y generen falsas expectativas como las que ha hecho la Generalitat. En Barcelona se tiene que construir mucha más vivienda pública para alquiler. De esta forma se podrá influir en el mercado y en los precios y se garantizará el acceso a la vivienda a distintos colectivos como los jóvenes. Cada vez más hay que pensar clave metropolitana para afrontar las políticas de vivienda y planificar su construcción. Lo mismo pasa con otras muchas políticas, como contaminación o movilidad.
¿Qué se juega Barcelona en las elecciones del 14 de febrero?
Barcelona se juega ser de nuevo la capital y recuperar el peso como motor económico, político y social. Se juega que se deje de mirar a la ciudad de reojo.
Pocos saben que Salvador Illa estuvo siete años en el Ayuntamiento de Barcelona. Fue coordinador del grupo municipal y gerente. ¿Qué destacaría del candidato de la Generalitat?
He trabajado con él. Salvador Illa es una persona constante, muy ordenada. Lo tiene todo muy claro. Es muy estructurado. No se pone nervioso. Se informa y trabaja mucho. Tiene puntos de gran creatividad, para buscar otras soluciones o mecanismos que puedan ayudar. En este momento del proceso tan enconado me parece un conato de aire fresco muy necesario.