“Buen tono”, “diálogo positivo”. ¿Qué ha pasado? La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, se refirieron este miércoles en esos términos para valorar una reunión con una gran carga de profundidad. Las constantes críticas de la patronal a las políticas de Colau, iban erosionando la imagen de una alcaldesa que ha recibido también una dura reprimenda del Círculo de Economía, y ha visto como más de cien entidades cívicas se concentraban en la plaza Sant Jaume para decir ‘no’ a su forma de gobernar, bajo el nombre de Barcelona es imparable. La apuesta ahora de Foment pasa por una oferta concreta para conseguir una especie de paz institucional que vaya en beneficio de la ciudad y que coincide con el último tramo del mandato de Colau. Es decir, Foment quiere señalar que sí hay alternativas y que no se trata de una lucha ideológica, que es como ha presentado hasta ahora esa batalla el equipo que rodea a la alcaldesa Colau.
La posición de Foment también ha variado. La necesidad de ofrecer alternativas, además de una dura crítica, como han planteado distintos actores de la ciudad –el filósofo Norbert Bilbeny, miembro del comité de ética del Ayuntamiento de Barcelona– ha llevado a la patronal a elaborar un documento que ha entregado a la alcaldesa, que define líneas maestras en todos los sectores.
COMO NUEVA YORK O LONDRES
Uno de los más importantes es el del urbanismo. Al “urbanismo táctico” que ha impulsado Colau, con una restricción importante para coches y motos en distritos como el Eixample, se contesta con distintas medidas. Se pide una “ciudad ordenada”, con un plan urbanístico “claro, eficaz, consensuado y útil”, que pase por un “criterio estético, de calidad”, y por la recuperación del espíritu del “Barcelona, posa’t guapa”. Aquel eslogan del equipo de gobierno de Pasqual Maragall fue criticado inicialmente, pero resultó eficaz para lavar la cara de los edificios, públicos y residenciales. Ahora se podría poner en marcha, según el documento de Foment, un “¡Barcelona, posa’t verda!, fomentando la aplicación de medidas de sostenibilidad”.
Ese proceso también debería incorporar “la descentralización de los recursos y los puntos de interés” de la ciudad, y potenciar zonas periféricas, tomando como modelo, con grandes proyectos municipales, las ciudades de Nueva York o Londres.
SACAR EL COCHE DE LA CIUDAD
Otro de los elementos que se proponen es que se apueste sin prejuicios por una mayor iluminación de la ciudad, que “mejore sustancialmente” la actual. Junto a todo ello, se reivindica un plan que ya se aprobó, pero que no se ha puesto en práctica: una “campaña coral de identidad y posicionamiento de Barcelona ambiciosa a nivel internacional”. El relato fue elaborado y consensuado en 2019 por el Ayuntamiento de Barcelona en colaboración con agentes públicos y privados, pero no se ha utilizado hasta ahora.
Ada Colau y Sánchez Llibre, en el Ayuntamiento de Barcelona / MA
Lo que se pide, en relación a todos los asuntos de la ciudad, es que se llegue a “consensos” amplios, con el reproche reiterado a la alcaldesa de que gobierna como si tuviera una amplia mayoría absoluta. Y esa política de Colau se habría plasmado en las decisiones sobre la movilidad. “Barcelona tiene una propuesta única que se concreta en sacar el coche y la moto de propiedad privada de la ciudad”, señala el documento.
“No ofrece alternativas a las rutas que solo se pueden hacer en vehículo privado, ni ofrece opciones eficientes a las personas que llegan de otras ciudades tanto para trabajar como para disfrutar de la oferta comercial, cultural y gastronómica de la ciudad”, se insiste. Ante eso, se defiende una mejora del transporte público; el incentivo de alternativas “como el patinete compartido, pendiente de una regulación desde hace años”. También el carsharing, con “una solución local que existe desde hace una década y empodera al ciudadano, como SocialCar”, que impulsó la emprendedora Mar Alarcón.
REVERTIR LA ESPIRAL DE ROBOS
Otra de las alternativas debería pasar, según Foment, por “la implementación de rutas de transporte público bajo demanda”, con empresas como Shotl. Y una mejora del sector del taxi que lo haga “más económico, digital y competitivo en confluencia con las VTC con la flexibilización de tarifas y el uso de la tecnología existente en el mercado en base al principio de libertad de empresa sin tener que desarrollarla con presupuesto público”. Sobre ello, se señala que el propio Ayuntamiento, “ha admitido el fracaso”, por parte de Janet Sanz, de la aplicación municipal SMOU o el desarrollo de la aplicación para pedir un taxi que “no permite ni pagar cuando el mercado está lleno de soluciones mucho más avanzadas y eficientes”.
Sobre la seguridad y los robos, se apuesta por un plan de acción contundente para “revertir” la espiral de robos en comercios y en los entornos de la ciudad, apostando por “una estrategia de patrullas de proximidad fuerte”, y el refuerzo de la coordinación de la Guardia Urbana con los Mossos d’Esquadra, en el marco de los planes operativos Grèvol, para la campaña de Navidad.
LA GUERRA DEL AGUA
El partido de vuelta, tras la reunión de este miércoles, se celebrará en la sede de Foment en las próximas semanas, con la intención de coordinar políticas concretas. Una de las medidas en las que se insiste es “priorizar la colaboración público-privada en la prestación de servicios municipales”. El Ayuntamiento de Barcelona debe “finalizar la guerra del agua que mantiene con Agbar, de la que el AMB es accionista”. Por ello, el consistorio “debería firmar el Pacto Social del Agua con la compañía”.
Con la ‘paz institucional’, Colau consigue un poco de aire de cara a los próximos meses, tras una crítica contundente de Foment en el último año. Y Foment entiende que su influencia ha sido reconocida, después de que la patronal haya sido ignorada por la alcaldesa.