Jaume Collboni: "Voy a ser alcalde, porque tengo experiencia y capacidad de diálogo"
El teniente de alcalde del PSC en Barcelona señala que con Xavier Trias "se puede hablar" y que "es importante llegar a acuerdos de ciudad" con otras fuerzas políticas
18 septiembre, 2022 00:00Noticias relacionadas
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Jaume Collboni (Barcelona, 1969) mira a los ojos. Sabe que se juega su momento político. Primero, la elección de forma oficial como candidato a la alcaldía de Barcelona, por parte de su partido, el PSC. Y luego en una dura campaña electoral, con posibles sorpresas en el camino, como un adelanto electoral en la política catalana. Tiene ilusión, y espera con ciertas dudas la candidatura de Xavier Trias, con quien tiene una buena relación. Collboni ha sido discutido, internamente, pero ha persistido, atado a las políticas concretas del área económica del Ayuntamiento de Barcelona, como teniente de alcalde. ¿Diferencias con Ada Colau y los comunes? Muchas, pero insiste en que la prioridad es "gobernar hasta el final". En esta entrevista con Metrópoli se muestra confiado y no duda en proclamar sus convicciones, con ganas de dejar en la estacada a quien dice que tiene cara de teniente de alcalde, pero no de primer edil: "Voy a ser alcalde, porque tengo experiencia y capacidad de diálogo", señala, mientras bebe un sorbo de refresco de cola.
Se acaba el mandato en el Ayuntamiento de Barcelona, en el que usted forma parte del equipo de gobierno. ¿De qué se siente más orgulloso en esa tarea de gobierno?
Lo que se ha hecho es un cambio en el modelo productivo de la ciudad, con una diversificación de sectores, en ámbitos que funcionan como un cohete, con creación de empleo y de nuevas empresas. Esa diversificación ha provocado que las industrias creativas, tecnológicas y de investigación sumen más que el turismo. Es la idea que lanzamos al inicio del mandato, sobre el Green Deal, con una planificación urbanística, con un gobierno que ha escuchado a sus interlocutores, a empresarios y gestores de grandes y pequeñas compañías. Se ha creado empleo de calidad, de forma diversificada, con un equilibrio más sano.
¿El turismo ya no es tan determinante?
Se está viendo el cambio en el crecimiento de empresas y de empleo. En las inversiones, que han sido importantes en el sector inmobiliario ligado a las empresas tecnológicas, con una concentración, en el 22@ principalmente, del 80% de toda la inversión inmobiliaria en España. O con proyectos como el de la Mercedes ahora. Son mensajes que calan en el ecosistema, y que generan el empleo que más nos interesa. Yo quiero, como aspirante a la alcaldía de Barcelona, que la ciudad sea la mejor para vivir, pero también la mejor para trabajar, con zonas de desarrollo económico, que garanticen el futuro, con empresas que se establezcan en Barcelona. La apuesta se comprueba con la decisión del Mobile World Congress de quedarse de forma indefinida en la ciudad. Expresa, por sí sola, lo que el sector tecnológico piensa sobre la ciudad.
¿Queda atrás la idea de la decadencia de Barcelona o, en todo caso, por qué se mantiene en algunos círculos? ¿Por qué se ha llegado a esa situación?
El futuro se construye mirando al futuro y no al pasado. En Barcelona podemos ver las potencialidades, desde su tradición inversora y de emprendimiento. Todo eso lo tenemos. Pero hay que tener en cuenta el contexto en el que hemos vivido. El procés independentista nos ha perjudicado. Y lo digo con todas las letras. Son conversaciones que he tenido con directivos internacionales que han constatado que la ciudad tenía un problema de incertidumbre, de no saber qué pasaba o podría pasar. Y, en paralelo a eso, es evidente que han faltado liderazgos, en el Ayuntamiento y en la Generalitat, que pudieran enfocar el futuro de Barcelona.
¿Ha funcionado el acuerdo con los comunes? ¿Está satisfecho?
Una ciudad como Barcelona debe ganar el futuro sin mirar el retrovisor, superando la nostalgia que se había instalado. Debe mirar al futuro, con proyectos que sobrepasen a los gobernantes. Hace tiempo que no pasaba, pero este gobierno municipal ha podido cumplir esa idea, con planeamientos urbanísticos que tardarán diez años en desarrollarse. Estamos pensando en 2030. Se ha desbloqueado el 22@ norte, con un millón de metros cuadrados de techo de actividad económica. Se proyecta el plan de Mercedes, en Sant Andreu, y el polígono de la Zona Franca de Marina Prat Vermell. Son proyectos estratégicos, que no se habían sacado adelante por la falta de gobiernos estables, de gobiernos que no pensaban más allá de sus mandatos. Eso sigue pasando en Cataluña, con el gobierno de la Generalitat, que no tenía nada previsto cuando se eliminaron los peajes de la AP7, por ejemplo. El PSC y yo mismo hemos garantizado una agenda ciudadana, con esos grandes planes de futuro. Hay cosas que hubiera hecho diferentes, claro. Pero la ciudad, en términos generales, vuelve a estar encauzada. Cuando veo que Ernest Maragall dice que la ciudad no sabe adónde va, pues igual es que no se ha enterado. Hay un modelo, un mix de economía residencial, que tiene en cuenta la sostenibilidad y la diversificación de sectores. Lo que no sé es el modelo de Maragall.
Sobre el proyecto de Mercedes en Sant Andreu, usted ha dicho que será el último del equipo de gobierno. ¿Se refiere a que no hará nada más con los comunes?
Lo que espero es que los próximos proyectos los pueda hacer yo como alcalde. A eso me refiero.
Por tanto, ¿ya hemos entrado en un momento distinto, claramente enfocado a las elecciones?
Estamos en un momento distinto, aunque tengo claro que se gobernará hasta el último momento. No vamos a hacer electoralismo, ni se van a dejar planes en el cajón. Y no vamos a difundir mensajes de paralización. Es lo que debe hacer un gobierno serio.
Pero, ¿usted se distanciará de los comunes a partir de ahora?
Lo haré cuando sea candidato oficial. Explicaré en qué creo que se debe rectificar y qué cosas haría de forma diferente. Y lo haré en ese momento porque es cuando toca, cuando los ciudadanos deberán formarse una opinión de cara a las elecciones. Pero también diré en qué hemos acertado con el gobierno de coalición con los comunes. Y defenderé los proyectos estratégicos que se han planificado, sin triunfalismos y con prudencia. Pero, al mismo tiempo, defenderé lo que hemos cambiado, en ámbitos como la seguridad, con la incorporación de 1.000 agentes más de la Guardia Urbana, con políticas de seguridad, con modificaciones legislativas para atacar la multireincidencia en los robos. Y con un anuncio importante: la voluntad de modificar la legislación penal para impedir las 'okupaciones', que constituyen una vulneración de la propiedad privada y pone en peligro la convivencia en los barrios.
¿Qué haría distinto en lugar de Colau?
Todo eso se verá cuando sea proclamado candidato. La gente no quiere vernos ahora en una batalla. Estamos en una situación muy complicada, y estoy preocupado por cómo llegaremos a otoño e invierno, para saber qué impacto tendrá en el tejido social una posible crisis económica. Se están tomando medidas, por parte del Gobierno central, pero habrá que estar atentos. Desde el ayuntamiento no vamos retirar los mecanismos que se pusieron en marcha con la pandemia. Y, a partir de los datos que veamos, iremos reaccionando.
¿Qué responsabilidad tiene la Generalitat en los problemas de Barcelona, en ámbitos como la seguridad?
El Govern de la Generalitat sigue viendo la ciudad de Barcelona como un terreno ajeno, como siempre la ha visto el nacionalismo. No está en el ámbito de las infraestructuras, en las guarderías, o en los equipamientos para gente mayor. Pero no es una sorpresa. Siempre ha estado en esa posición. No hay cambio entre los gobiernos de CiU y de ERC sobre Barcelona.
¿El PSC, y usted en concreto, no debería haberse plantado con claridad a los comunes con una cuestión tan determinante como el aeropuerto?
El aeropuerto plantea una cuestión previa. ¿Queremos o no queremos una ciudad conectada con las grandes ciudades que son foco de conocimiento y del turismo de calidad? Si la respuesta es afirmativa, está claro que necesitamos la ampliación del aeropuerto, porque se necesita para las conexiones intercontinentales. Se me hace difícil de entender que estemos lanzando planteamientos urbanísticos, con millones de metros cuadrados de techo económico, con más ferias y congresos, con el MWC como sede indefinida, y que todo eso no se corresponda con un aeropuerto ampliado. Se trata del modelo de ciudad que queremos. Y quien debe decidirlo, en realidad, es la Generalitat, que no ha dicho nada. Es decir, que no dice ni sí ni no, y la consecuencia de eso es no. Maragall no se ha pronunciado. ¿Cómo es posible que no lo haga? Dice que ya hablaremos de eso, cuando se trata de un tema nuclear.
Propone que no se utilice como arma electoral.
Pero, ¿cómo no se va a tratar en la campaña electoral? Claro que hablaremos de eso. No estoy de acuerdo con Colau, pero ella tiene una posición. En el caso de Maragall, no sé qué ciudad tiene en la cabeza. No dice nada.
¿El adversario de Collboni, por tanto, será Maragall o Colau?
Plantear la campaña en función del rival no me parece lo más idóneo. Yo defiendo un modelo, que creo que es el que necesita la ciudad. Y en función de la campaña, ya se verá. Me gustan las campañas electorales. Y no me las planteo en contra de nadie, sino a favor de mayorías posibles para un modelo de ciudad.
¿La candidatura de Xavier Trias facilita las cosas a Collboni?
Tengo una buena relación con Trias. La clave, sin embargo, es saber si JxCat presenta a Trias en función de lo que le interesa en Barcelona o lo hace para defender un proyecto porque no tiene más candidatos. Tengo un respeto personal y político por Trias, pero la ciudad se construye mirando al futuro y no al pasado. En todo caso, con Trias se puede hablar y yo hablo con él y con todos los ex alcaldes de Barcelona.
Pero, ¿gana Collboni con Trias?
El proyecto de Collboni ganará si tiene más apoyos ciudadanos, sin la calculadora en la mano. No queremos hacer cábalas, porque el panorama puede cambiar mucho, en función del conflicto interno entre independentistas que domina al Govern de la Generalitat y que se podría trasladar a Barcelona. En todo caso, y viendo que Laura Borràs, la más trumpista de JxCat avala su candidatura, eso es una señal de que la candidatura de Trias se consolida.
¿Facilita la vida al PSC?
El PSC ocupa una posición central en la política catalana y barcelonesa. Dialoga y llega a acuerdos. Y eso permite una capacidad de pactos de ciudad que serán necesarios en el próximo mandato. No hablo de fórmulas de coalición, que ya se verán, sino de ciudad. Y con Trias hay fluidez en la comunicación para llegar a pactos de ciudad.
A usted se le señala con una expresión: que tiene cara de teniente de alcalde y que esa posición es cómoda, en función de los pactos que se puedan alcanzar, para seguir como teniente de alcalde. ¿Qué les dice a quien sostiene esa afirmación, desde dentro del PSC y de otros partidos políticos?
Sobre las sensaciones me veo incapaz de opinar. Otros dicen todo lo contrario, de que tengo cara de alcalde. Y hay días que ya me siento alcalde. Es una cuestión de actitud y de convicción. Y creo que voy a ser alcalde de Barcelona, no por los números que se puedan manejar, sino porque creo que soy la mejor opción, con experiencia y capacidad de diálogo. Y estoy tomando decisiones que sé que tendrán consecuencias en el próximo mandato, cuando sea alcalde. Y no sé si eso es tener cara de una cosa o de la otra.
¿Ha tomado conciencia?
Sí, esa es la palabra. Conciencia de la posibilidad muy alta de que seré alcalde y de que tomo decisiones a final del mandato que se retomarán después. Pero cada cosa a su tiempo. Ya denuncié a Ada Colau por dar el pistoletazo de salida de la campaña electoral hace dos meses. Fue un error. Ahora hay que cerrar carpetas para poder garantizar la gobernabilidad en el próximo mandato.
Se le critica por haber estado más cerca de la clase empresarial que de los vecinos de los distritos, con cuestiones como la Copa América de Vela.
La proyección pública de la ciudad era importante, de cara a la esfera internacional. Y la Copa América u otros eventos, lo que generan son puestos de trabajo, que repercuten en los barrios de Barcelona. Pero es que el trabajo también se ha hecho en los distritos. Hemos invertido en Nou Barris, en Sant Andreu, en Horta, en materia de mercados. En transporte público de proximidad, que favorece a la clase trabajadora. Y hemos invertido en equipamientos para gente mayor, en equipamientos deportivos, en campos de fútbol de barrio. Y después está la inversión en vivienda, con 17.000 viviendas en el 22@, de las que el 40% serán sociales, o 1.300 en la Marina, también con el 40’% de carácter social.
¿En Ciutat Vella sobran turistas?
Al vecino de Ciutat Vella lo que hay que asegurarle es el orden y la seguridad. Esas dos cuestiones, con más o con menos turistas. Y hay que generar otras actividades de mayor valor añadido en el centro de la ciudad, como estamos haciendo en Via Laietana, o con el edificio de Correos. Lo fácil es decir que el problema son los turistas.
¿Considera que se ha producido una presión excesiva del ámbito empresarial, que quiere crecer y ver una gran transformación en la ciudad, y que entiende que el Ayuntamiento apuesta por el llamado decrecimiento?
Yo soy partidario del crecimiento sostenible, que garantice el futuro de los jóvenes, el trabajo de calidad. Los que defienden el decrecimiento, de forma explícita o implícita, cuando lo exponen, no saben decir qué alternativa proponen. Señalan que eso es cosa de los políticos. Pero el decrecimiento no es una opción, porque implica más desigualdad y desempleo. Nosotros hemos decidido un modelo que apuesta por sectores que generan valor, con menos impacto en el entorno urbano, aunque Maragall parece que no se ha enterado.
¿En esa posición ve a Colau?
Eso se lo debe preguntar a ella.
Las políticas de movilidad han sido muy discutidas, con criticas severas al gobierno de coalición de Barcelona. ¿Se rectificarán si es alcalde?
Las políticas de movilidad forman parte de mi proyecto, pero se avanza con diálogo y llegando a acuerdos. Ese es mi estilo, que ha permitido llegar a muchos acuerdos con distintos sectores, como ilustra el pacto sobre la distribución urbana de mercancías, o con todo el sector comercial sobre los horarios. ¿Son acuerdos difíciles y laboriosos? Lo son, pero son necesarios. Acuerdos que se alcanzan con renuncias, pero con progresos que van acompañados por una mayoría. Las transformaciones en contra de una gran parte o con la incomprensión de una mayoría de la ciudad resultan pan para hoy y hambre para mañana.
¿Eso ha pasado en la transformación en curso en Via Laietana?
Es un estilo de gobernar. No entraré. Lo que le digo es que mi estilo es el que se demostró con el pacto comercial, o el acuerdo sobre la distribución urbana de mercancías.
¿Es partidario de las superillas, las impulsará si es alcalde?
La primera vez que escuché el concepto, que ya tiene unos años, fue en boca de Xavier Trias, en su etapa de alcalde. Yo lo que defiendo claramente es el transporte público. Creo que lo revolucionario es el transporte público. El vehículo privado irá perdiendo terreno, aquí y en muchas otras partes, pero hay que ofrecer alternativas, hay que electrificar y descarbonizar. Y se pueden hacer ejes verdes o pacificados, como en su momento se hizo en Gràcia. El concepto de superilla se ha difuminado y no se sabe muy bien en qué consiste. Pero repito que la primera vez que lo escuche fue por una defensa de ello de Xavier Trias.