El libro de estilo del Ayuntamiento tiene 209 páginas. En él se incluyen las palabras malditas que la cúpula municipal quiere desterrar del lenguaje. Algunas de ellas son prohibidas por ideología. Otras, por patriotismo. En él se incluyen también las palabras que se han de decir para tener un lenguaje positivo y acorde con los postulados de los dirigentes políticos. Esas normas se aplican a todos los textos municipales, ya sean bandos, decretos, libros, escritos o publicaciones, pero también a los discursos de los dirigentes municipales o a sus declaraciones públicas. Pretende ser, por tanto, una pauta de conducta con un fin de adoctrinamiento político, como es costumbre en muchas de las iniciativas municipales. Pero también tiene alguna metedura de pata y una completa guía y diccionario catalán castellano y catalán-inglés para aplicar absolutamente a toda la información emitida por la Administración local de Barcelona.
El libro, por ejemplo, recomienda no caer en anglicismos. Por ello, algunas de las palabras que se han incorporado al lenguaje popular en los últimos años están prohibidas. Una de las más conocidas es el término cookie. En su lugar, los responsables políticos barceloneses prefieren que se utilice el término galeta en catalán, aunque en los textos en castellano no proponen ninguna traducción y la aceptan. Asimismo, recomienda no escribir e-mail, sino correu electrònic, adreça electrònica, missatge electrònic o missatge de correu electrònic en catalán y correo electrónico en castellano. También rechaza el término gadget y prefiere giny en catalán y subprograma en castellano.
UN LENGUAJE TECNIFICADO
La popularización de la electrónica y las redes sociales ha cambiado el lenguaje, evidentemente. Y los responsables de la política local son conscientes de que su deber es velar por el cumplimiento de un lenguaje purista que descarte cualquier neologismo o barbarismo. Tal es el empeño que algunos de los términos que los ciudadanos utilizan con asiduidad son también proscritos del diccionario municipal de buenas palabras. Así, otro de los términos denostados es el de hardware para utilizar en su lugar maquinari en catalán y componentes informáticos en castellano. Para el término software, en cambio, la traducción propuesta es programari en catalán y aplicaciones informáticas en castellano. La muy común palabra link es otra de las prohibidas. En su lugar, el libro de estilo recomienda utilizar enllaç en catalán y enlace en castellano. De la misma manera, demoniza los términos post (prefiere apunt, comentari, missatge o article en catalán y entrada -en red social- o artículo -en blog- si es en castellano), tablet (tauleta o tauleta tàctil en catalán y tableta o tablet en castellano), tweet (tuit o piulada) o widget (por giny). Para estas últimas no aporta correspondencia en castellano.
Por preferir, prefiere incluso sortear el término hub, entendido como un centro de conexiones. En catalán, el Ayuntamiento impone el término concentrador, mientras que para leasing propone arrendament financer o lísing. Para el término spam, otro de los malditos, sugiere que ha de emplearse el término correu brossa en catalán y correo no deseado en castellano.
CONTRA EL SEXISMO
Cuando se trata de sexismo, el Ayuntamiento propone la fórmula de desdoblamiento ‘los ciudadanos y ciudadanas’, aunque acepta las palabras colectivas como ‘la ciudadanía’. También recoge ‘el personal médico’, ‘el funcionariado’ o ‘el profesorado’. En este sentido, advierte, no obstante, que “el lenguaje, por sí mismo no es sexista, sino su uso. Es preciso evitar expresiones del tipo: La conferencia estaba destinada a médicos y enfermeras, por ejemplo, es mejor: La conferencia estaba destinada al personal médico y de enfermería”.
Llama a rehuir los eufemismos y a evitar decir ‘personas con minusvalía’ para emplear el término ‘personas con discapacidad’. También prohíbe utilizar las expresiones ‘gente mayor’ o ‘tercera edad’. Se prefiere la forma ‘personas mayores’. En catalán también es muy claro: “Cal evitar dir els vells, els grans, la tercera edat. És millor fer servir formes com ara la gent gran o les persones grans”. Respecto a los términos ‘excluidos o marginados, pobres e inmigrantes ilegales’, rechaza esas calificaciones y aboga por ‘personas en riesgo de exclusión, personas con bajo nivel adquisitivo e inmigrantes en situación irregular o personas inmigradas en situación irregular’.
LAS DOS EXCEPCIONES DE TOPÓNIMOS
En cuanto a topónimos, el libro de estilo barcelonés arroja una sorpresa. Dice que se respetan los nombres en catalán de las localidades con dos excepciones: Gerona y Lérida, que se traducen al castellano. También detalla que las empresas privadas y sus órganos de gestión, así como los partidos, mantienen su lengua original. Cita, por ejemplo, a Iniciativa per Catalunya, Partido Popular y Partido Socialista de Cataluña. Este último, no obstante, no existe: el nombre oficial del PSC es el de Partit dels Socialistes de Catalunya, una denominación que trataba de no formar un solo partido, sino de agrupar a los socialistas que proviniesen de diferentes partidos socialistas que había en los años 70 del pasado siglo, cuando se produjo la unificación de las distintas corrientes.
El libro incorpora, por último, traducciones correctas del catalán al castellano, así como un diccionario con palabras habituales en el lenguaje municipal, como panot (loseta de hormigón), piló (bolardo), bastoner (recomienda dejarlo en catalán y ponerlo en cursiva, aunque explicando la primera vez qué es), cartipàs (equipo de gobierno), assabentat d’obres (comunicado de obras), call (judería), escocell (alcorque), Carassa (“Elemento de la imaginería festiva que no traducimos y escribimos con mayúscula inicial. Si acaso, se explicará entre paréntesis que es una recreación de una cabeza de sarraceno que por Navidad escupe confites y chucherías”), correfoc (“No hay traducción y ha de ponerse en cursiva”), castellers (“Tampoco hay traducción y lo escribimos en cursiva, pero lo podemos alternar con castillos humanos’”), capgrós (cabezudo), bestiari (bestiario), graller (“Músico que toda la gralla, por tanto no se traduce”), nans (cabezudos), tabalada (tamborrada o tocada de tambores (almonedista), cagatió (“No tiene traducción. Se escribe en cursiva porque es una palabra en catalán”), vesc (muérdago) o marçots (marzuelos). Incorpora luego un listado de las abreviaturas de palabras en catalán y castellano, acrónimos y siglas en inglés y un diccionario de palabras, organismos y funciones administrativas para traducir del catalán al inglés.