Ada Colau, la líder de los comunes y candidata a la alcaldía de Barcelona, con la esperanza de lograr un tercer mandato al frente de la ciudad, habla rápido, con un discurso lleno de latiguillos, con las ideas que su partido ha ido repitiendo en los últimos años. Nada de autocrítica, y siempre a la defensiva, con un ataque: “hemos demostrado nuestra valentía para hacer cosas sin pedir el permiso de algunas élites”. ¿Algo más? Algunas valoraciones, pero no muy extensas. Ada Colau se dio este miércoles un homenaje --¿el último?— en el Colegio de Periodistas.

Los medios de comunicación preguntaron y Colau respondió el discurso que los comunes difunden de forma constante. La transformación de Barcelona, gracias a ese urbanismo táctico, logrará una ciudad con “menos contaminación” y “pacificará” las calles, como se podrá demostrar, a su juicio, con la superilla de Consell de Cent. Esa fue la máxima de la candidata a la alcaldía, que no quiso entrar a fondo en la crítica más severa que le han formulado a lo largo de estos años entidades sociales, patronales y la oposición: la toma de decisiones de forma unilateral, como si tuviera una mayoría política de la que no goza. La votaron uno de cada cinco barceloneses en las elecciones de 2019, y su socio, el PSC, se ha ido distanciando, hasta el punto de que el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, ha dejado el cargo para centrarse en la campaña electoral.

Colau alarga sus respuestas, y vuelve sobre sus pasos para defender “un modelo de ciudad” que ha pasado “por la regulación y la actuación en el mercado” en el campo del turismo o de la vivienda. ¿Tomaría decisiones distintas vistos los resultados? La alcaldesa, en el acto organizado por el Colegio de Periodistas, --que se realiza cada año— negó la mayor, porque entiende que ha sido coherente.

¿Y EL HOTEL 'FOUR SEASONS'?

Ese fue el caso de la regulación hotelera, pensada para no saturar más algunos barrios turísticos, como Ciutat Vella, pero que acabó afectando a otras áreas de la ciudad. Colau, a preguntas de Metrópoli, no valoró el hecho de que en el edificio del Deutsche Bank, en Diagonal con Paseo de Gràcia, se haya pasado de poder albergar un hotel de la cadena Four Seasons, a un bloque de apartamentos de lujo. Un de ellos se acaba de vender por 40 millones de euros. Colau se refugió en la regulación hotelera, que ha acabado teniendo el apoyo de los hoteleros ya instalados: “Ha sido un grandioso acierto, con la valentía de poner orden, porque nos encontramos con miles de pisos turísticos ilegales que generaban problemas de convivencia enormes, y concentrados en algunos barrios”, señaló.

Ada Colau, en el acto organizado por el Col·legi de Periodistes / MA

Repreguntada sobre si Barcelona había ganado o no con la pérdida de ese hotel de Four Seasons, con el argumento de que ese hotel no hubiera estado en Ciutat Vella, sino en la Diagonal, sin esa concentración hotelera de otros barrios –finalmente se instaló en Madrid— Colau repitió sus tesis: “Barcelona ha ganado con la regulación”.

El homenaje se mantuvo respecto al Eixample y las obras urbanísticas destinadas a la “pacificación”, para reducir el número de vehículos en las calles. “Es el distrito con más presión, y más poblado, y no puede ser que se mantenga como una red de autopistas, con coches que vienen de fuera de la ciudad, que son más de 350.000”, insistió Colau. La tesis de la transformación necesaria se mantuvo respecto a otros barrios, como la Marina, la zona de Glòries y la Meridiana, pero la superilla de Consell de Cent cobra protagonismo, a su juicio, por la presión de las “élites” que lo han situado en el centro.

Es más: “La transformación es visible y la ciudadanía la está empezando a disfrutar”, aseguró Colau. Más homenaje.

La misma tesis se repitió con la cuestión de la limpieza en la ciudad. Colau admitió, sin embargo, que el cambio de contrato con una nueva empresa de limpieza ha creado algunas disfunciones, pero insistió en que no se puede considerar que la ciudad esté sucia o que no se atiendan sus necesidades básicas. 

CONTRA COLLBONI

La cuestión política sí la tiene más clara la candidata de los comunes. Cargó, como ha hecho esta semana en distintas ocasiones, con una fuerte presencia en las redes sociales, contra el socialista Jaume Collboni, al considerar que no la avisó de forma conveniente de su salida del consistorio. "Me siento decepcionada, política y personalmente", aseguró, para añadir que no entendía muy bien por qué ahora había decidido centrarse en la campaña electoral dando por finiquitado el mandato. Pero esa "decepción" con Collboni no implica que Colau desprecie a los socialistas, de cara a un posible nuevo mandato al frente de Barcelona. "Quiero un gobierno progresista, y hay dos fuerzas con las que puedo pactar, ERC y PSC", precisó, alabando el trabajo de dos concejales socialistas presentes en el acto, Albert Batlle, como responsable de la seguridad en la ciudad, y Rosa Alarcón

Esa es ahora, precisamente, la gran diferencia con Collboni, que ha dejado la puerta abierta a un entendimiento con JxCat, que tiene como candidato a Xavier Trias. Para Colau esa es una barrera insalvable. "No acordaré nada con JxCat", insistió, al relacionar a Trias con el "descontrol turístico y con la especulación". 

Todo previsto, todo pensando de antemano. Colau se dio un homenaje a cuatro meses de las elecciones, sin que las preguntas de los medios de comunicación pudieran incidir demasiado. El discurso lo tiene memorizado Colau y el conjunto de los concejales de los comunes, con Janet Sanz a la cabeza, que le comentaba apreciaciones a Colau --desde la primera fila-- justo cuando la alcaldesa hablaba sobre la regulación hotelera y la cadena Four Seasons. 

Y en esa línea abundó Colau su gran línea roja: "Haremos lo imposible para impedir con toda la regulación posible que no vengan los fondos de inversión, los fondos buitre, a la ciudad", sentenció, con la vista puesta en la casa Orsola, en el Eixample, donde se ofreció como mediadora y la propiedad le dijo que no la necesitaba para nada. 

Noticias relacionadas