A falta de escasos días para la investidura, Xavier Trias continúa como candidato aventajado en la carrera para alcanzar la alcaldía de Barcelona. En el marco de una ardua batalla para encabezar el Ayuntamiento en la que el PP de Daniel Sirera podría dar un vuelco a la situación a favor de los socialistas de Jaume Collboni, la única certeza es que la lista de Junts fue la más votada y, por ende, la escogida para gobernar la ciudad si ningún pacto lo impide.
La victoria de Trias se produjo por la mínima en cuanto a concejales se refiere. El alcaldable se hizo con 11 ediles, tan solo uno menos que Collboni y dos por debajo de los comunes de Ada Colau. Ernest Maragall, con cinco regidores, confirmó la debacle republicana que apuntaron las encuestas, pero ello no ha sido suficiente para que el veterano concejal en funciones tire la toalla. El candidato de ERC se ha aferrado a Trias resucitando el independentismo de los republicanos, y el líder de Junts en Barcelona ha recogido el testigo al ver con buenos ojos un pacto entre ambas formaciones que le invistiera el 17 de junio como alcalde de Barcelona.
En caso de que el acuerdo se confirme, Trias se haría con la vara por mayoría simple. Los 16 ediles que suman estas fuerzas quedan lejos de los 21 que otorgan la mayoría absoluta, por lo que este eventual gobierno municipal se vería obligado a tejer pactos constantes con grupos de la oposición durante los próximos cuatro años que garantizaran una estabilidad a lo largo del mandato.
DIFERENCIAS EVIDENTES
El independentismo es el nexo de unión entre Junts y ERC pero, fuera de esta cuestión, las diferencias entre ambas formaciones son evidentes. Durante el último mandato, Junts ha mantenido una postura firme contra las iniciativas impulsadas desde BComú, muchas de ellas apoyadas por ERC. El republicano no ha dudado en ejercer como muleta del gobierno municipal cuando éste lo ha necesitado, una decisión que choca con la oposición que ha ejercido el partido de Trias durante los últimos cuatro años.
Cuesta imaginar que Trias y Maragall puedan alcanzar acuerdos en determinadas materias partiendo de la experiencia del último mandato. Las diferencias entre estos partidos han sido evidentes en cuestiones económicas, así como en políticas de urbanismo y movilidad. A modo de ejemplo y a excepción de la superilla del Eixample, los republicanos han dado su aprobación a las pacificaciones impulsadas en la ciudad, que por contra han encontrado el rechazo de Junts por el caos de movilidad generado.
Sin ir más lejos, el primer choque entre posibles socios de gobierno podría darse este mismo verano. Las posturas sobre turismo de Trias y de quien sería su teniente de alcalde, Maragall, están en las antípodas. Mientras que Junts ha defendido en todo momento el turismo como un sector clave para la economía barcelonesa, los republicanos han abogado por el decrecimiento y la limitación de cruceristas en la ciudad.
EL ESCOLLO DE LOS PRESUPUESTOS
La estabilidad de esta coalición vendría marcada por su capacidad de sacar adelante los presupuestos y tasas anuales. Al margen de otros acuerdos de ciudad, Trias y Maragall necesitarían votos favorables o abstenciones de otras formaciones para aprobar las cuentas barcelonesas. ¿Facilitarían Collboni, Sirera o los comunes la aprobación de los presupuestos a un gobierno articulado en clave independentista?
Los posicionamientos de Junts y ERC durante el último mandato dejan claras dudas sobre la capacidad de que Trias y Maragall puedan acordar el propio presupuesto municipal, más allá de los apoyos o rechazos que puedan encontrar posteriormente. En los últimos cuatro años, Junts ha votado en contra de tres presupuestos del gobierno municipal. En cambio, los republicanos han dado su apoyo en dos ocasiones y se han abstenido en otras dos para permitir que salieran adelante.
GOBIERNOS EN MINORÍA
Los gobiernos municipales de Barcelona se han desempeñado en minoría durante los últimos mandatos. Los casos de los comunes en 2015 y de CiU en 2011 fueron muy similares a este eventual acuerdo entre Junts y ERC en cuanto a cifra de ediles se refiere, cuando Colau y Trias gobernaron con 15 y 14 concejales respectivamente.
Hace ocho años, BComú formalizó una coalición con el PSC para gobernar la ciudad después de que los socialistas lograran unos escasos cuatro regidores en los comicios municipales. Con una suma de 15 ediles y la necesidad de obtener apoyos externos para aprobar las cuentas, esta fórmula de gobierno tardó año y medio en romperse. Colau expulsó al PSC de la administración local después de que los socialistas apoyaran la aplicación del artículo 155 de la Constitución tras el referéndum independentista del 1 de octubre.
Trias completó su mandato en minoría en Barcelona. En 2011, las urnas le dieron 14 concejales, una cifra que le bastó para ser investido como alcalde. Convergència i Unió mantuvo la alcaldía durante todo el mandato, pero sufrió la dependencia que supone quedarse a siete regidores de la mayoría absoluta y tuvo que alimentarse de constantes apoyos externos. La situación de Trias al frente de la alcaldía llegó al límite a finales de 2013, cuando PSC, PP e ICV se unieron para impulsar una moción de censura, aunque finalmente ésta no logró las firmas necesarias y el líder de CiU finalizó el mandato.