Los comunes se han protegido para no saltar en pedazos. ¿Cómo? El voto a favor de Jaume Collboni ha unido a las distintas corrientes, y el partido de Ada Colau gana tiempo.
Los comentarios de dirigentes de los comunes en el último año se repetían en una misma dirección: Esquerra, a veces, “parece más cerca de la CUP que de nosotros o del PSC, nos desborda por la izquierda”. En comisiones, en distintas iniciativas, Ernest Maragall acentuaba el perfil de izquierdas de su partido. Pero cuando se ha decidido el nuevo gobierno, tras las elecciones, se decantó desde el primer día por Xavier Trias, con el objeto de ser primer teniente de alcalde. ¿Cómo es posible? Esa decantación de Maragall llevó a los comunes, en la mañana del pasado sábado, a replantearse su ‘no’ a Collboni, y se decantó hacia el apoyo al candidato del PSC una hora antes del inicio del pleno de investidura en el Ayuntamiento.
¿Es una excusa barata para escudarse frente a las críticas? Hay otros factores, pero es uno de los principales. El portavoz de los comunes, Jordi Martí, admite las contradicciones de la decisión. Pero la aproximación entre Trias y Maragall, que el primero no necesitaba, encendió todas las alarmas, porque ERC se alejaba de la órbita de los comunes, y, por tanto, de un posible acuerdo “progresista”, teniendo en cuenta que el partido de Colau comparte una amplia frontera de voto con los republicanos.
Otro factor, también decisivo, fue la apelación contundente de Jaume Collboni en la sede del PSC, el jueves por la tarde. La determinación de los socialistas de presentar la candidatura a la alcaldía, inyectando toda la presión en los comunes, provocó un debate interno. Y, de hecho, ese debate se quiso silenciar con una comparecencia de prensa del propio Jordi Martí, justo después de la intervención de Collboni, en la que rechazaba por completo votar a favor del candidato socialista. “Me como aquellas palabras, lo asumo”, señaló Martí este lunes.
El sábado por la mañana el flujo de comentarios fue constante, y la coordinadora del partido acabó decidiendo, por mayoría, el voto a favor de Collboni por defender un proyecto más próximo, mientras que Maragall se había desmarcado por completo con su negociación con Junts per Catalunya, después de “haber aprobado todos los presupuestos de Colau”, indican las fuentes de los comunes.
EL PESO DE ICV
¿Se equivocó Trias o el propio Maragall? "Me duele ver en un mismo gobierno lo que ha significado la antigua Convergència y lo que en Catalunya estaba en las antípodas, el 'maragallisme’”, señaló Martí, que diferenció dos cuestiones: Ernest Maragall se representa a él y a ERC, mientras que el llamado ‘maragallisme’ es otra cosa distinta, y representa una filosofía y una gestión de la ciudad en la que se identifica el propio Jordi Martí. Es decir, la crítica es profunda: Maragall estaría yendo en contra del ‘maragallisme’, aunque él se declare heredero del legado de su hermano Pasqual Maragall.
Pero existe un tercer elemento, según fuentes conocedoras del funcionamiento interno de los comunes y es, en realidad, el más decisivo. El partido debía mantenerse unido, con Ada Colau en su seno. Y debía tomar una decisión por mayoría, sin pensar, todavía, en la posible salida de la ex alcaldesa. La propia naturaleza de los comunes, con dirigentes procedentes de ICV, con una cultura organizativa de hierro, junto a dirigentes que habían sido activistas, y agitadores miembros de asociaciones subvencionadas, obligaba a ir con mucho cuidado. Apartar a Colau hubiera sido suicida para mantener el espacio político. Se decidió no aceptar la integración en el gobierno de Collboni, pero votarlo como alcalde, y “reordenar” el espacio una vez se haya probado suerte en las elecciones generales del 23 de julio. Y todo ello sabiendo que esas eran las condiciones del PP. ¿Qué era mejor para los comunes para su propio futuro? La opción de Collboni ganaba enteros ante la posibilidad de Trias como alcalde.
LUCHA ENTRE JANET SANZ Y JORDI MARTÍ
La tensión se puede producir, de forma definitiva, después de las elecciones generales. La lucha por la jerarquía en el grupo de Colau se establecerá entre Janet Sanz, de ICV, --que no ha dejado de ganar peso, también en la órbita de Yolanda Díaz, con Sumar-- y Jordi Martí, que es el dirigente en el que más ha confiado la ex alcaldesa, y que procede el mundo socialista, y fue fichado por Colau como gerente del Ayuntamiento para ser, después, su mano derecha en el gobierno municipal. El PSC observa con atención esa evolución, porque entiende que podrá entenderse mejor con la nueva versión de ICV. De hecho, ha gobernado siempre con esas versiones de ICV en el Ayuntamiento de Barcelona.
Ahora la voluntad del grupo de Colau es entenderse con los socialistas, cuando se pueda, cuando las aguas estén menos agitadas, y cuando se sepa quién gobernará España, tras los comicios generales. Pero la relación, admiten, será distinta, porque Collboni quiere gobernar con un proyecto socialista, con un ideario claro. El PSC entiende que esta vez, si las condiciones lo propician, los comunes deberán aceptar las decisiones del alcalde, como lo han hecho los socialistas en el mandato anterior, con distintos disgustos para el propio Collboni, que ejercía como primer teniente de alcalde.
Y todo ello sin descartar otros acuerdos, con grupos distintos. Collboni quiere ejercer de “socialista”, como él mismo señala, mirando a su izquierda y a su derecha, en el sentido de que es capaz de negociar y llegar a acuerdos con todos. El primer gran escollo será la negociación de los presupuestos, algo que llegará en la segunda semana de octubre. Antes, sin embargo, se deberán resolver muchas cosas internas.
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