Todo lo contrario al modelo que impuso Ada Colau en sus ocho años de mandato. De la unilateralidad de la líder de los comunes a la estrategia ‘indirecta’ de Jaume Collboni. El alcalde de Barcelona quiere llegar a acuerdos con la sociedad civil a partir de las propuestas que los propios actores económicos y sociales formulen en público. En los últimos días se han concretado ideas y objetivos que el alcalde socialista había defendido en la campaña electoral y en los meses previos a las elecciones. Ahora puede sumarse a peticiones que llegan desde el Gremi d’Hotels de Barcelona, Barcelona Global y Foment del Treball, o del mundo inmobiliario, de los APIS y promotores. El objetivo es poner en marcha medidas “consensuadas”.

¿Cómo? En la campaña electoral Jaume Collboni rechazó ampliar el parque de hoteles en las zonas de la ciudad que ya están saturadas. En eso no marca diferencias con los comunes, al considerar que el turismo debe poder repartirse por los distintos distritos, con hoteles de nueva creación en zonas que lo necesiten, como en la Sagrega, cuando esté lista la nueva estación ferroviaria intermodal. Pero el candidato Collboni, hoy alcalde, defendió que en Ciutat Vella se pudiera habilitar como hoteles pequeños algunos edificios especiales o singulares.

Ahora, la propuesta ha partido del Gremi d’Hotels de Barcelona, con su presidente Jordi Clos a la cabeza. Los hoteleros han reclamado a Collboni que permita esos nuevos establecimientos, calificados de “hoteles joya”, que puedan atraer un turismo de calidad. Como ejemplo, Clos ha hecho referencia a palacios del Raval o del Gòtic, “auténticas joyas del siglo XVII que están abandonadas”, en los que se pueden habilitar hoteles de unas 20 habitaciones.

Jordi Valls, Laia Bonet, Jaume Collboni y Maria Eugènia Gay, en el Ayuntamiento de Barcelona / EUROPA PRESS

Los hoteleros también piden un cambio en la filosofía del consistorio, para que se valore el sector turístico, que aporta entre el 13% y el 14% del PIB de la ciudad, y que ha estado, en los últimos años, “penalizada”. Es justo el mensaje que quiere difundir el equipo de Collboni. Pero con la idea de que sea el sector el que encuentra receptividad en el gobierno local.

El mismo modelo se ha repetido con la petición de ampliación del aeropuerto de El Prat. Collboni se comprometió a poner en marcha una comisión de expertos que elaborara alternativas al plan de Aena de alargar la pista corta para que los aviones grandes transoceánicos puedan despegar. Pero quería que fuera el tejido económico el que se moviera y presentara modelos distintos. Ya lo tiene. Primero fue Foment del Treball, con su presidente, Josep Sánchez Llibre, muy dinámico, que en los últimos meses ha trabajado una alternativa. Es muy similar a otra que este mismo lunes presentó el lobby empresarial Barcelona Global. Hay una posibilidad: alargar la pista corta, la que corre en paralelo al mar, unos 350 metros, menos de los 500 metros que defiende Aena. Con ello se protege el área medioambiental de La Ricarda, y se asegura ese despegue para conectar Barcelona con las grandes ciudades del Pacífico.

Otra gran apuesta de Collboni es la vivienda pública. Pero con un modelo contrario al que defendió su predecesora en el cargo, Ada Colau. En los últimos meses distintos responsables del mundo inmobiliario como Vicenç Hernández, presidente de la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios de España, han rechazado las iniciativas de Colau para fomentar la vivienda pública. El sector no quiso saber nada de la reserva del 30% para vivienda pública en las promociones inmobiliarias. Y en la campaña electoral, y ya como alcalde, Collboni ha incidido en que ese porcentaje debería variar, con una filosofía muy distinta: primero, consensuar con el sector cómo asegurar esa vivienda pública. Nunca al revés, porque se ha visto que el modelo de Colau “no funciona”.

En esa estrategia está jugando un papel central el cuatro teniente de alcalde, Jordi Valls, encargado de toda el área económica del consistorio. Valls, con una larga experiencia en el sector público y en el privado, considera que la colaboración público-privada debe ser una prioridad absoluta. Siempre con el amparo y la iniciativa del poder público, pero en sintonía o con la ayuda del sector privado.

Se trata de que la sociedad civil se pronuncie, defienda lo que cree positivo para la ciudad. Y en ese momento el alcalde buscará cómo sintonizar esas peticiones con los intereses del conjunto de la ciudad. En las tres cuestiones, que son de las más relevantes ahora en Barcelona, Collboni está actuando de la misma forma.

LA CUESTIÓN DE LA 'LIMPIEZA'

La otra pata que por el momento lleva a Collboni a actuar es todo lo referente con la limpieza de la ciudad. Se trata de un elemento que el alcalde quiere que cambie de forma significativa y en poco tiempo, para transmitir que las prioridades son otras respecto a los años de Colau. Y es que el consistorio triplicará las inspecciones a las empresas encargadas de la limpieza en la ciudad. Eso se acompaña con la posibilidad de poner multas a las compañías que no cumplan.

Después de las elecciones generales del 23 de julio, y del verano llegará la necesidad para Collboni de contar con un socio en el gobierno. Pero cuando se produzca ese acuerdo ---con comunes o con JxCat, o con ERC, si Pedro Sánchez necesitará a los republicanos en el Congreso—Collboni quiere aparecer como el alcalde que resuelve problemas y que es capaz de acordar las soluciones con los actores económicos y sociales más activos en la ciudad.

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