El pasado gobierno municipal de Barcelona, liderado por Ada Colau, ha librado una particular guerra contra el vehículo privado durante los últimos años. En los dos últimos mandatos, el Ayuntamiento ha tomado todo tipo de medidas para limitar el uso del coche y de la moto llegando, incluso, a generar un auténtico caos circulatorio de carácter crónico en la capital catalana.
La reducción del espacio para automóviles y motocicletas mediante polémicas soluciones de urbanismo táctico, el incremento de radares por toda la ciudad o la puesta en marcha de una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) que continúa en manos de la justicia, se han situado entre las principales medidas para combatir el tráfico en la capital catalana.
Antes de finalizar el pasado mandato, el gobierno municipal licitó el alquiler de radares de ruido, conocidos popularmente como 'medusa' por su aspecto. Estos dispositivos, que tienen capacidad para realizar mediciones a cada vehículo que circule de forma individual, serán utilizados por el Ayuntamiento de Barcelona para llevar a cabo una prueba piloto.
ADJUDICACIÓN
El Ayuntamiento ha adjudicado a Bruitparif el suministro y los servicios de gestión de dos dispositivos para la medición de las emisiones sonoras individuales de vehículos en condiciones reales de circulación. La finalidad de este contrato es la realización de una prueba piloto en la capital catalana.
El consistorio barcelonés ha destinado una cuantía de 83.490 euros a esta finalidad, para un contrato cuya duración total asciende a un año, en el que se deberá desarrollar el citado ensayo.
La adjudicataria ya ha instalado dispositivos de este tipo en Francia, concretamente en ciudades como París o Villenueve-le-Roi. A favor de esta sociedad también jugó la implantación de radares pedagógicos con la misma tecnología en otros municipios del país, como Saint-Lambert des Bois, Saint Forget y Montrouge.
INFORMES DE VEHÍCULOS
La planificación municipal pasa por la instalación de estos radares de ruido en Barcelona para el desarrollo de una prueba piloto de seis meses de duración. Durante los tres primeros se llevarán a cabo mediciones de ruido de vehículos en circulación mientras que, en el siguiente trimestre, se elaborará un informe sobre la citada prueba. Los dispositivos se situarán en dos ubicaciones distintas.
Estos instrumentos captarán los decibelios generados por cada vehículo en circulación de forma individualizada, y lo fotografiarán para su identificación. Una cámara de 180 grados será la encargada de capturar la totalidad de la escena, mientras que otras dos lentes se destinarán a la lectura automatizada de las dos matrículas con las que cuentan los vehículos.
Con toda la información recabada, se elaborarán informes que crucen el registro hecho por los dispositivos con las características técnicas de cada vehículo, como su combustible, normativa Euro, antigüedad, peso, cilindrada, potencia y si el vehículo es de uso público o privado, entre otros ítems.
REDUCCIÓN DE CONTAMINACIÓN ACÚSTICA
El consistorio justifica la compra de estos dispositivos como una de las medidas incluidas en el Programa de Reducción de Contaminación Acústica (2022-2030), en el que se plantean iniciativas para mitigar el ruido y reducir la propagación, como la implementación de pavimento sonoreductor en la vía pública. Dicha planificación también incluye medidas relacionadas con la percepción que la ciudadanía tiene del ruido, como la facilitación de ayudas para incrementar el aislamiento en los edificios residenciales.
Por el momento, se trata de una prueba de la que se derivarán informes sobre la contaminación acústica emitida por el tráfico en Barcelona que no contará con carácter sancionador. El primer radar de sonido instalado en España a modo de prueba, conocido popularmente como radar 'medusa' por su aspecto, se encuentra en la C-31, a la altura de Badalona.