El histórico Orfeó Gracienc ha revivido. La pandemia arrasó con muchos de los coros que germinaban por toda Catalunya. Pocos se salvaron, debido a las restricciones sanitarias, que no permitían ensayos, ni actuaciones ni, mucho menos, actuaciones. El de los tradicionales coros fue uno de los sectores más castigados y muchas pequeñas entidades no pudieron soportar las medidas dictadas contra el Covid. Resistieron los grandes --y no todos--, algunos con más fortuna que otros. El Orfeó Gracienc estuvo a en un tris de pasar a mejor vida.
Pero tras la grave crisis vivida, vuelve con fuerza una de las entidades con más solera de Barcelona: el Orfeó Gracienc, con quien se han volcado profesionales de toda índole y al que ha acudido en su rescate el mismísimo director musical del Orfeó Català del Palau de la Música, Pablo Larraz.
LLEGÓ A SUPERAR AL ORFEÓ CATALÀ
La ‘operación’ de salvamento del Orfeó Gracienc comenzó hace dos años. La pandemia casi hizo naufragar esta entidad, que este año cumple los 120 años de vida. Quedaron solo una quincena de miembros que resistieron contra viento y marea. “Debemos dar las gracias a Ester Palacios y Olivier, que siguieron al pie del cañón. Hubiera sido muy fácil que todos se fueran a casa, pero su tesón mantuvo la entidad viva”, cuenta Pablo Larraz a Metrópoli. Fueron ellos quienes lo llamaron para poder encontrar una solución y salvar el proyecto centenario.
Larraz lo tuvo claro desde el principio: se interesó por el tema por dos motivos: porque era un reto personal y luego, porque el Orfeó Gracienc fue la primera entidad en la que cantó en un coro. Más tarde llegó a ser subdirector de ese coro. “En ese momento, tenía la necesidad de trabajar también en un espacio más relajado que en del Palau de la Música y de reencontrarme con antiguos amigos que habían estado en otros coros. Laia Santanach --subdirectora del Orfeó Gracienc, que también lleva la coral femenina-- me explicó la situación. Era un proyecto muy emocional. No debemos olvidar que el Gracienc llegó a ser uno de los mejores coros de Catalunya, superando incluso al propio Orfeó Català. Lo llegó a coger Pau Casals”.
DE 15 A 200 CANTORES
Con ese espíritu de superación, Larraz comenzó a llamar a amigos y conocidos para intentar reflotar la entidad. Fue una labor ardua, aunque el coral es un sector muy solidario. “El canto coral es una actividad de máximo riesgo, pero los cantores comenzaron a responder afirmativamente. Esto es un proyecto amateur, donde no cobramos. Lo hacemos por amor al arte. A mucha gente le encanta cantar y ofrecer belleza y espacios agradables al público”, relata el director del Orfeó Català.
Los 15 cantores que quedaron se fueron ampliando en estos dos años, cuando la histórica asociación está casi plenamente recuperada: “Ya somos 62 en el coro principal, la inmensa mayoría con dilatada experiencia. Somos como una gran familia. Pero, además, se ha recompuesto el coro de niños, de jóvenes, de chicas, de ancianos y de novatos. En total, seis coros en los que participan entre 150 y 200 personas”, declara Larraz.
EL CASO DE CARLES GONZÁLEZ
En estos momentos, dice, “tenemos la suerte de poder escoger. Es difícil cantar en un orfeón, porque se ha de tener un mínimo de experiencia, además de aprender a afinar en un coro. Dedicarse a esto implica mucha disciplina, implica que has de desprenderte del móvil en esta época en que el teléfono lo es todo, porque mientras ensayas no puedes tenerlo contigo… ahí tenemos a gente que había dejado de cantar, tenemos a gente que está en otros coros y a gente que empieza…”.
Uno de los profesionales que se incorporó al proyecto sin pensárselo dos veces es Carles González, jubilado hace dos años como primer tenor del Orfeó Català. Apenas un año antes, el Covid le llevó un mes a la UCI del Hospital Clínico, del que salió con 30 kilos menos y graves problemas físicos. Gracias a una fuerza de voluntad enorme y a la disciplina (“y al impresionante equipo médico del Clínico”, apostilla siempre que habla del tema), aprendió de nuevo a caminar y a desenvolverse y hoy vuelve a ser la persona activa que era antes de la pandemia.
“Me entusiasmó el tema. Me llamaron en septiembre de 2021 y pasé el casting, como todos los demás, para incorporarme al Orfeó Gracienc. Hice todas las pruebas pertinentes, a pesar de haber cantado 37 años en el Orfeó Català. Es una actividad muy gratificante en la que todos participamos con gran entusiasmo. En estos momentos, creo que somos ya 62 miembros en el coro y hay cola para entrar”, resume Carles González su incorporación al Gracienc.
UNA CANTATA SOBRE CERDÀ
Una de las actuaciones estrella fue el ciclo de conciertos de verano en Cervera, así como el estreno de una cantata de Albert Guinovart. “En Catalunya hay mucha tradición coral, mucha más que en mi tierra, Aragón, donde hay un rico folclore de música tradicional, pero no un repertorio como en Catalunya. Este es un país que hace las cosas muy colectivamente: el montañismo, los castellers, los coros… aun así, la salud de los coros aún no es excesivamente buena. Debemos seguir trabajando y reagrupándonos, aunque desgraciadamente muchos coros han desaparecido tras la pandemia. Lo que queremos ahora es hacernos visibles y demostrar que somos útiles”.
Los proyectos futuros son halagüeños: del 1 al 3 de diciembre, prepara el Concierto de Adviento con las cantatas de Bach en el Monasterio de Sant Cugat, al alimón con la Orquesta de la Bach Camerata. Para el mes de marzo, prepara también otro concierto en su sede con el Réquiem y el Cantique de Jean Racine, de Gabriel Fauré. Y, finalmente, para el 8 de mayo, estrenará una cantata en la sede del Palau de la Música sobre Ildefons Cerdà. Será el estreno mundial de esta obra, en cuya promoción participa el Colegio de Ingenieros de Caminos. Toda una trayectoria ascendente en esta nueva etapa de una entidad más que centenaria.