La estrategia de Collboni en Barcelona: contención para ‘cazar’ el voto de ERC y BComú
El gobierno socialista evita la realización de grandes cambios en el consistorio y otorga concesiones para atraer a republicanos y comunes
En política, hay que jugar fuerte. Y también hay que saber contenerse. Barcelona no es una excepción. Junts per Catalunya lo supo antes de las elecciones municipales de 2023, y su jugada le salió bien. Propusieron a un candidato moderado, alejado del independentismo catalán. ¿Objetivo? Captar el máximo electorado posible, incluido el voto de los nostálgicos de la antigua Convergència. ¿Resultado? Ganó, aunque un pacto in extremis entre PSC, PP y comunes le impidió tomar la vara de alcalde a Xavier Trias.
Se pueden seguir muchas estrategias para captar votantes, lo importante es tener suficiente peso. Tras más de un año como alcalde, Jaume Collboni sigue gobernando en minoría con diez concejales, una situación que le obliga a jugar con la aritmética variable para el impulso de sus políticas. ¿Pero qué persigue?
No se han materializado pactos para incorporar socios de gobierno. ERC alcanzó en junio un preacuerdo con el PSC –que fracasó después de la votación fallida de la militancia y la posterior convocatoria de elecciones anticipadas por el entonces president Pere Aragonès– para su entrada. Al mismo tiempo, los comunes no eran una opción, mientras la ya exconcejal Ada Colau estuviese en el Ayuntamiento. Todo ello se produjo en un escenario convulso, con elecciones catalanas y congresos nacionales de por medio.
Esta situación se ha traducido en una contención política, que solo ha logrado virar por necesidad hacia unas posiciones de izquierdas representadas por comunes y republicanos, una estrategia para captar más voto progresista. Collboni es consciente de que necesita ampliar su gobierno en el presente mandato, además de lograr más apoyos de cara a las elecciones municipales de 2027.
Para hacerlo, ha mantenido parte de la herencia de Colau, e incluso ha impulsado políticas alineadas con los planteamientos de BComú y ERC.
Gestión del turismo
Las mayores concesiones a las citadas formaciones se han producido en la gestión del turismo. El Ayuntamiento aprobó la subida de la tasa turística hasta los cuatro euros por persona y noche. A este impuesto se le añade el de la Generalitat, que oscila entre un euro y 3,50 la noche, según el tipo de alojamiento. Si se suman ambas tasas, los visitantes tendrán que pagar entre cinco y 7,50 euros por persona y noche.
Otra propuesta muy aplaudida por comunes y Esquerra es el cierre de todos los pisos turísticos que hay en la ciudad –contabilizados en 10.000– para que pasen a uso residencial. Collboni quiere que hayan desaparecido en 2029 y, para hacerlo, echará mano de la regulación aprobada por la Generalitat al respecto, que delega a los ayuntamientos la decisión de mantener o no sus pisos turísticos.
Subida del IBI
A ello se suma la subida del IBI a los hoteles de lujo. En caso de aprobación definitiva de los tributos, este pasaría del 1% actual a un 1,08%. La iniciativa cuenta con el beneplácito de los comunes, aunque en un primer momento estos dispararon su propuesta hasta el 1,30%, una cifra que no aceptó el Ejecutivo local.
Todas las proposiciones se contemplan en las ordenanzas fiscales, aprobadas inicialmente en octubre. Collboni articuló un tripartito con BComú y ERC para validarlas. Si bien con esta ‘guerra’ contra el turismo los socialistas se han ganado gran parte del electorado progresista, se ha puesto en contra al Gremi d’Hotels, cuya satisfacción por la supresión de los pisos turísticos contrasta con el rechazo a la subida del IBI y de la tasa turística.
Cruceros
Los cruceristas son otra de las grandes preocupaciones en Barcelona. Con récords históricos de llegada de pasajeros en 2023, cuando se superaron los tres millones de visitantes, el gobierno municipal ha intentado frenar, sin éxito, esta situación. Collboni, ahora, ha abordado la cuestión negociando con el Port la actualización del convenio firmado en 2018, con la finalidad de limitar los cruceros porque la ciudad está “al límite de su capacidad”.
Esta restricción se centraría en los cruceros que hacen escala durante unas pocas horas en la ciudad. No obstante, si esto no consigue frenar la llegada masiva de cruceristas a la capital catalana, en un futuro también se plantearía el cierre de terminales.
La mano dura de Collboni contra el sector ha cruzado la plaza Sant Jaume. En la primera reunión institucional de Collboni con el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, el alcalde pidió la supresión del límite correspondiente al impuesto municipal sobre los cruceros para que sea el propio Ayuntamiento quien decida qué cifra es necesaria.
Conexión del tranvía
La conexión del tranvía por la Diagonal ha sido un proyecto marcado por tensiones partidistas que, durante mucho tiempo, pesaron más que los criterios técnicos. Con los mandatos de Jordi Hereu y Xavier Trias, la obra se mantuvo paralizada, pero Colau rescató el proyecto durante su etapa como alcaldesa.
Tras más de dos años de obras y casi dos décadas de debate político, la inauguración de este domingo simbolizó una victoria para los comunes. La líder de la formación en el consistorio, Janet Sanz, criticó el año pasado a Collboni por percibir en el alcalde “pocas ganas” de completar la conexión del tranvía.
Estas declaraciones, ahora, resultan irrelevantes, ya que Collboni anunció su intención de alargar el tranvía hasta Francesc Macià. Eso sí, en dos fases: la primera, de Verdaguer hasta paseo de Gràcia; la segunda, de paseo de Gràcia hasta Francesc Macià.
Solo hay una condición: aprobar los presupuestos. El consistorio ha condicionado las obras a la aprobación de los presupuestos del próximo ejercicio, para lo que han apelado a ERC y, sobre todo, a los comunes.
Con los republicanos cerca de una eventual entrada al gobierno municipal, si la militancia rema a favor de Elisenda Alamany, el posicionamiento de BComú, que ha exigido que la unión del tranvía sea una realidad en 2027, resulta una pieza más complicada de encajar.
Sin embargo, las concesiones socialistas en materia turística para los tributos de 2025 podrían facilitar un acuerdo entre las partes, en el que los comunes asumirían la conexión en dos fases y, además, validarían los presupuestos de Collboni.
Preacuerdo entre ERC y PSC
El acercamiento de socialistas y republicanos se materializó a mitad de este año. Elisenda Alamany y Jordi Coronas, líder y portavoz de ERC en Barcelona, respectivamente, ejercieron como catalizadores de un preacuerdo con el PSC, que las bases de ERC no llegaron a refrendar tras el congreso fallido del pasado mes de junio.
Los republicanos abrazaron algunos posicionamientos del gobierno municipal, pero los socialistas también asumieron diversas exigencias republicanas. Collboni ofreció a Alamany el área de Promoción Económica y Turismo, pero el acuerdo fue más allá.
La transformación del Eje Besòs, la creación de una Oficina de la Lengua Catalana, la consecución de 1.000 nuevos pisos públicos anuales, la construcción de 11 nuevos CAPs en la ciudad y la pacificación de calles, fueron otras de las condiciones de ERC validadas por el PSC.
Consolidar la alcaldía
Aunque el final del mandato aún queda lejos, Collboni quiere sumar adeptos, simpatizantes que validen su proyecto en los comicios de 2027, en los que se podría encontrar con amenazas como la vuelta de Colau tras su salida del consistorio.
Aunque no se cierra a alcanzar acuerdos del agrado de otras formaciones, como el alcanzado con Junts hace un año para evitar un 'impuestazo' a las terrazas, el alcalde socialista ha optado por adoptar posturas del agrado de los votantes de ERC y BComú para, así, tratar de sumar apoyos que consoliden su alcaldía en Barcelona. En juego está una bolsa de diez concejales, en el caso de los comunes, y algo más pequeña en relación con ERC, que cuenta con cinco ediles.