El sector “ha enterrado” a las aplicaciones con una multitudinaria manifestación en Sants / P.B.

El sector “ha enterrado” a las aplicaciones con una multitudinaria manifestación en Sants / P.B.

Movilidad

3.500 taxistas y un "funeral": el de Uber y Cabify

El sector “ha enterrado” a las aplicaciones con una manifestación performática en Sants

21 marzo, 2018 22:47

Con máscaras, dos ataúdes, pancartas y vestuario negro se han concentrado este miércoles aproximadamente 3.500 taxistas –según la organización– frente a la estación de Sants contra las aplicaciones que les hacen “competencia desleal”: Uber y Cabify. Como si de la última escena de la película V de Vendetta se tratara, ha empezado a arder la traca. Y con las mismas máscaras y la misma actitud que en el filme, los taxistas han aparcado sus coches y se han alzado para visibilizar su causa.

“Vamos a enterrar todos los derechos de las personas, porque las empresas como Uber y Cabify, vienen para llevárselo todo”, ha empezado diciendo el portavoz de Élite Taxi, Tito Álvarez, en clave irónica, frente a los presentes con los ataúdes, velas y bengalas. Después de este discurso ha dado comienzo la manifestación que ha avanzado por las calles próximas a la estación de Sants.

Los taxistas de Barcelona sienten “impotencia” por no poder “expulsar” a Uber y Cabify de la ciudad, y así lo han proclamado: con bocinas, silbatos y gritos “si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra”. La convocatoria, según ha confesado Tito Álvarez, a Metrópoli Abierta, “ha tenido mucho más éxito de lo esperado”.

MÚSICA DE BANDA SONORA

Como en la película, en este caso también ha habido banda sonora. Pero no era de Tchaikovsky, era Highway to Hell de AC/DC, reforzando así su declaración más mediática: “Bienvenidos al infierno”. “Personalmente creo que acabaremos haciendo una huelga indefinida”, ha explicado un taxista, Cristian, a Metrópoli Abierta.

Ataúdes, marcha lenta –como si de un funeral se tratara– y petardos. Pero la performance ha alcanzado su máxima expresión cuando un manifestante ha irrumpido con un carro de supermercado prendido en llamas y unas longanizas cocinándose encima. “¡Vendo chorizos!”, gritaba el joven, corriendo arriba y abajo, inhalando el humo.

"Da coraje que estés esperando y de repente te quiten los clientes o que ellos (Uber y Cabify) no tengan que hacer las colas en la estación de Sants ni en el Aeropuerto para recoger a pasajeros”, ha contado otro taxista, Jose, a Metrópoli Abierta. “Es injusto”, ha añadido apenado.

Un momento durante la concentración de taxistas en Sants / P.B.

Un momento durante la concentración de taxistas en Sants / P.B.



El “funeral” ha terminado enfrente del edificio de Transportes de la Generalitat de Catalunya. "Estamos demostrando lo que puede perder la sociedad. Vamos a luchar, no solo en los juzgados, sino también en las calles", ha concluido Patxi, otro miembro de Élite Taxi.

DENUNCIAN MÁS ATAQUES A TAXIS

Asimismo, Tito Álvarez ha querido recordar la inseguridad que sufren los taxis de Barcelona, y ha especificado que entre 2017 y 2018 más de 1.000 vehículos han sufrido daños. "Esto antes no pasaba", ha añadido. Según datos recopilados por más de 90 comisarías de Catalunya, a los que ha tenido acceso Metrópoli Abierta, se han incrementado un 22 % las denuncias por parte de taxistas, cuyos motivos son, principalmente robos forzados o daños. 

Un grupo de taxistas durante la manifestación en la estación de Sants / P.B.

Un grupo de taxistas durante la manifestación en la estación de Sants / P.B.



La manifestación llega días después de la vuelta a Barcelona de Uber, la plataforma que conecta a usuarios y conductores, que desde el pasado 12 de marzo vuelve a operar en Barcelona con licencias VTC, tras cuatro años de retirada de la ciudad por orden de un juez. El regreso de la aplicación californiana fue apoyado por la empresa de autocares ALSA a través de su filial Tibus SAALSA cedió a Uber 120 licencias VTC con las que opera.

Los taxistas, que están a la espera del reglamento que ha impulsado la alcaldesa Ada Colau, han advertido a ALSA de posibles manifestaciones que afectarán directamente a sus servicios si la situación no se arregla.