Desde la confluencia con la calle Tarragona hasta su final en la Rambla Guipúscoa, la calle Aragó es toda una autopista urbana que facilita la movilidad por carretera en Barcelona. O, por lo menos, compensa las constantes dificultades que impone el Gobierno municipal de Ada Colau y que se ceban con el vehículo privado. Reducción de carriles, disminución de la velocidad, ampliación de aceras o la instalación de bloques de hormigón forman parte de las masterpieces de la administración barcelonesa, que se recogen bajo el cuestionable paraguas del "urbanismo táctico".
Una de las obsesiones en materia de movilidad del ejecutivo municipal que se ha multiplicado sin control por la ciudad, el carril bici, compromete ahora a esta vía barcelonesa. Una infraestructura ciclista de 4,8 kilómetros ha eliminado el carril izquierdo en una calle que permite circular a la máxima velocidad permitida en vía urbana.
Aunque aún no está abierto a bicicletas y otros vehículos de movilidad personal, su presencia ya afecta al tráfico, denso especialmente en horas punta. Conductores y ciclistas barceloneses expresan, en general, su rechazo a esta nueva iniciativa municipal, y se muestran especialmente preocupados por el compromiso para la seguridad que supone para todos los actores de la vía pública. Eso es lo que expresan a Metrópoli Abierta, que se ha desplazado hasta la calle Aragó en hora punta --8:30 de la mañana-- para comprobar la opinión de los barceloneses acerca de los cambios en esta vía.
'MUCHO CUIDADO'
Esam llegó a Barcelona hace 16 años. Desde entonces, circula en coche por las carreteras de la capital catalana y cree que cada vez lo tiene "más difícil", especialmente ahora que ejerce como conductor para Cabify.
Mientras espera a un pasajero en la confluencia del paseo de Gràcia con Aragó, comenta que el nuevo carril bici comportará un incremento del "tráfico" en la vía y en el "centro" de la ciudad, y denuncia que actualmente hay un "exceso de bicis y patinetes" que implica tener que circular con "mucho cuidado".
'MUERTES MIL'
Los ciclistas se muestran especialmente preocupados por la seguridad del nuevo carril bici. Carla, una joven que se mueve habitualmente en este medio de transporte por la capital catalana, lo considera "muy peligroso" y es clara al respecto: "esto va a ser muertes mil".
Esta barcelonesa ve más viable la implantación de vías ciclables como las zonas de peatones con plataforma única, por estar "bien separadas y diferenciadas de la calzada". También considera comprometidos los cruces en los que los vehículos giran hacia la dirección en la que se encuentran los carriles bici, en los que ha tenido "problemas con conductores" que no la han visto "al girar".
Maxime, un ciclista francés que cruza la confluencia del paseo de Gràcia con la calle Aragó en Bicing eléctrico, se muestra partidario del incremento de estas vías en la ciudad, pero no ve "adecuada" su instauración en esta autopista urbana "porque hay mucho tráfico y puede resultar peligroso". En este sentido, opta por circular por calles "más tranquilas".
'INNECESARIO'
Aitor regenta el quiosco ubicado ante el Boulevard Rosa, a escasos metros de Aragó. Se muestra especialmente crítico con la nueva ciclovía, que "traerá más congestión de tráfico y provocará accidentes" en las confluencias.
El quiosquero cree que es "innecesario", ya que "dos calles más abajo y una más arriba" hay otros carriles. Además, lamenta que éstos se estén multiplicando por Barcelona tras rechazarse la idea del "carril moto", y pide "una rebaja del impuesto de circulación" por las restricciones a las que se enfrenta el vehículo privado en la capital catalana.
DIFICULTADES EN LA CIUDAD
Gabriel y Jordi, dos taxistas que se encuentran a la espera de clientes en el cruce de paseo de Gràcia con la calle València, critican que el Gobierno municipal esté "llenando la ciudad de carriles bici" y señalan al de la calle Aragó como un ejemplo más de ello. En esta línea, recuerdan que la medida se traducirá en un aumento del tráfico que perjudicará su trabajo.
Además, comentan que la situación se complicará aún más después de la pandemia, cuando prevén un incremento de la circulación y la recuperación de algunos servicios por carretera, como el Bus Turístic.
Ante todos estos rechazos a la medida llevada a cabo por el Gobierno municipal, un barcelonés cuyo nombre también es Gabriel se erige como la excepción que confirma la regla. Hace uso del patinete eléctrico para trabajar, por lo que sí ve con buenos ojos el nuevo carril: "lo veo fantástico", afirma. Pese a ello, también reconoce que circular en coche por la vía será "más difícil" a partir de ahora.