El primer día laborable con el túnel de Glòries abierto en dirección Barcelona ha provocado un caos monumental de entrada la ciudad. La colas han sido kilométricas. Un agente de la Guardia Urbana, visiblemente enfadado, decía que no sabía bien hasta dónde llegaban. "Hasta donde alcanza la vista, al menos". El túnel abrió con normalidad este domingo. La infraestructura de salida, en dirección Besòs, lo hizo en noviembre sin demasiados problemas.
El gerente de Movilidad e Infraestructuras del Ayuntamiento de Barcelona, Manuel Valdés, dijo que la apertura provocaría retenciones y aconsejaba a los barceloneses planificar con tiempo su salida o coger el transporte público. Lo cierto es que se ha quedado corto. El primer día con el túnel abierto ha sido una auténtica pesadilla. Hace unos días, Metrópoli entrevistaba al exconcejal del PSC, urbanista y arquitecto Daniel Mòdol, quien hacía un pronóstico catastrófico sobre el túnel de Glòries y los atascos que provocará.
PRONÓSTICO NEGRO
"Será un momento recordado de esta ciudad. Esta era una intervención estratégica que se planteó con otra solución de túnel, sobre todo intentando que el impacto sobre la movilidad fuera el mínimo posible. La solución que se ha adoptado finalmente es la que tiene más impacto. Es la que menos conexiones tiene. Es una vía directa de entrada a la ciudad. Vamos a tener colas y colas de coches", sentenciaba. De momento, los pronósticos de Mòdol se están cumpliendo.
Un paseo desde la calle de Cartagena, a la altura de la plaza de Glòries, hasta la rambla del Poblenou y la calle de Bilbao ofrecía este lunes por la mañana una perspectiva muy clara de lo que está sucediendo. En superficie, el tráfico se ha suprimido casi por completo. Solo pueden pasar taxis, buses, vecinos, coches que querían acceder a aparcamientos, servicios y emergencias. Algunos listos se cuelan, pero en general la Gran Via se ve vacía. Otra cosa es lo que pasaba debajo, en el túnel de entrada a la ciudad.
2,5 KILÓMETROS DE COLAS
Las colas han empezado a primera hora de la mañana. A las 07.00, la entrada a Barcelona ya se estaba estrangulando. Un portavoz del RACC (Reial Automòbil Club de Catalunya) informaba en Rac 1, a las 08.00 horas, que las colas para entrar por la Gran Via por el nuevo túnel eran de 2,5 km. Para un recorrido que la semana anterior se hacía en 10 minutos este lunes se tardaba unos 23 minutos
Entre las 09.30 y las 10.15 de la mañana, desde el puente peatonal de Gran Via con la calle de Bilbao, se veían colas interminables de coches de entrada a la ciudad. El tráfico está regulado por semáforos, pero los vehículos avanzaban muy lentamente, unos pocos metros, y después se paraban. La entrada a la ciudad para miles de conductores se ha hecho eterna. Esto sucede, en parte, porque en sentido Llobregat, antes los vehículos disponían entre tres y cuatro carriles, según las zonas, para moverse. El túnel, en cambio, dispone de tres carriles, pero uno es para el transporte público.
DESIERTO DE CEMENTO
Mientras, la superficie de Gran Via en dirección a la plaza de Glòries era un desierto de cemento, con los carriles vacíos y lleno de bloques de hormigón. En la misma plaza, junto al parque de la Canòpia pasaba tres cuartos de lo mismo. Sin embargo, no todo el caos estába en el túnel. En la confluencia de Gran Via con Bilbao se vivían momentos dantescos. Los coches y motos que accedían a la la ciudad por el lateral se veían obligados a girar hacia la calle de Bilbao, en dirección mar, y no podían seguir en línea recta. Como hemos explicado anteriormente, la circulación está vetada a la mayoría de vehículos.
Los vehículos que llegaban a Bilbao por el lateral de Gran Via se juntaban con los que bajaban por la calle de Bilbao. Dos agentes de la Guardia Urbana regulaban el colapso como podían. Algún vehículo les pedía permiso para seguir en línea recta y accedían. Entre ellos, se les han colado algunos listillos. A los policías se les veía algo agobiados. "Tendrán que buscar una solución. No podemos estar cada día así", decía un guardia urbano a ciudadano que se interesaba por el problema viario.
La solución parece difícil a corto plazo. Probablemente, el martes se vivirá otra jornada negra. Y el Ayuntamiento de Barcelona ha hecho cero autocrítica ante el colpaso circulatorio. "Era lo esperado. Ha funcionado correctamente", ha dicho Valdés.