El metro de Barcelona es una mina de oro para los carteristas. En la red del suburbano barcelonés se producen recurrentemente delitos, siendo el robo y el hurto los más comunes entre todos ellos. No obstante, existe en la capital catalana una zona especialmente sensible, ampliamente conocida por los vigilantes y los cuerpos policiales. Se la conoce por nombres como el Triángulo Rojo o el Triángulo de las Bermudas, entre otros. Esta es la zona en la que más delitos de este tipo se cometen.
El nombre, de hecho, no es casualidad. Se habla de triángulo porque, si se trazan líneas sobre un mapa de la ciudad teniendo en cuenta las estaciones más conflictivas, se dibuja un triángulo sobre la capital catalana que afecta a todo el centro de la ciudad y algunas de las principales zonas de la playa. Según ha explicado el sindicato de vigilantes de seguridad ADN a Metrópoli, esta zona, que hace unos años implicaba unas tres líneas del metro, ahora se ha ampliado y afecta a las cinco principales (L1, L2, L3, L4 y L5) y algunas de las estaciones de Rodalies más concurridas de la urbe.
ZONA CALIENTE
En concreto, los tramos más calientes comprenden el segmento de la línea 1 o roja que va desde Espanya hasta Clot. En la L2 o morada, el segmento sensible es el que va desde uno de los extremos, Paral·lel, hasta la parada de Clot. En la línea 3 o verde, este tramo comienza en Sants Estació hasta Diagonal, pasando por Drassanes. La zona de alta delincuencia de la L4 o amarilla es la que va desde Barceloneta hasta Verdaguer. Finalmente, el tramo de la L5 o azul donde más hurtos se cometen es el que va desde Sants Estació hasta la Sagrada Familia.
Cabe destacar que también hay estaciones, como la de Vallcarca, donde es muy fuerte la presencia de carteristas aunque estén fuera de ese triángulo. Los ladrones se mueven por la zona en la que más turismo hay y, en este caso, el reclamo es el Park Güell. Las fuentes consultadas señalan que la franja horaria en la que más hurtos se cometen es al mediodía, cuando coincide el cambio de turno de guardia con la llegada de viajeros procedentes del aeropuerto y una densa afluencia de personas que usan el transporte público para ir a algún lugar turístico o a la playa.
BANDAS ORGANIZADAS
Detrás de los robos en el transporte público se encuentran varios grupos organizados que se estructuran en base a la procedencia de los carteristas. En el servicio de Rodalies operan sobre todo mujeres procedentes de Bosnia, que han encontrado en las líneas de Renfe que pasan por el centro su 'coto de caza' tras ser desplazadas por los grupos latinos --sobre todo de origen chileno-- que son mucho más violentos y territoriales. Estos últimos dominan el carterismo y los robos en el metro junto a los delincuentes de origen rumano.
Quienes operan en el servicio ferroviario suelen seleccionar a las víctimas en estas paradas del centro de la ciudad, las siguen, les roban y, alternando cambios con el metro en estaciones con conexión como El Clot - Aragó y Sants Estació, se desvanecen. Los cambios se hacen gracias a la escasa presencia de vigilantes en algunas de estas estaciones, por lo que las carteristas pueden colarse por los tornos
EL TURISTA, EL PRINCIPAL OBJETIVO
La elección de las estaciones no es casual. Mossos d'Esquadra y los vigilantes de seguridad coinciden en señalar que los ladrones saben bien lo que hacen y a qué víctimas escoger. No es de extrañar, por tanto, que las estaciones en las que más delitos de robo y hurto se cometen coincidan, si se sube a la superficie, con la zona más turística de Barcelona. La gran cantidad de visitantes y locales que confluyen en las estaciones convierten el triángulo rojo en el segmento más concurrido de la capital catalana.
Aprovechando el gentío, compuesto por habitantes de la urbe pero, sobre todo, turistas, muchos de los ladrones hacen el agosto durante todo el año siguiendo todo un repertorio de técnicas que les permite camuflarse y golpear sin prácticamente ser vistos para, una vez cometido el delito, volver a desaparecer entre la multitud. Tan conocida es la criminalidad que incluso medios internacionales se han hecho eco de algunas de las estrategias que utilizan los ladrones para prevenir a los visitantes que pongan rumbo a la ciudad durante las vacaciones.
El sindicato de vigilantes ha pedido que la nueva licitación del contrato para la vigilancia del metro contemple la creación de equipos especiales para combatir el carterismo y otros delitos en la red subterránea barcelonesa. Comentan también que es necesario redoblar el apoyo y la cooperación entre vigilantes y Mossos con el fin de presionar a los delincuentes, dificultándoles la tarea.
LOS ROBOS, EN CIFRAS
Los Mossos d'Esquadra han detallado a este digital que, durante el primer semestre de 2023, se abrieron un total de 379 detenciones relacionadas con la sustracción de bienes en el territorio subterráneo. Además, se llevaron a cabo un total de 146 detenciones entre los meses de enero a junio, la mayoría de los arrestados, precisan, eran carteristas multirreincidentes.
En términos generales, la policía autonómica catalana contabiliza que se producen alrededor de medio centenar de hurtos al día en todo el territorio del metro de Barcelona, una cifra relativamente pequeña si se tiene en cuenta que utilizan la red de metro unas 1,2 millones de personas. Sin embargo, cabe destacar que se trata de cifras contabilizadas, aquellas de las que queda constancia tras una detención, una actuación por parte de los vigilantes o la policía o una denuncia por parte de las víctimas.
¿QUÉ RECOMIENDAN LOS MOSSOS?
Preguntados por este medio, desde la policía autonómica catalana han hecho una serie de recomendaciones que reducen las posibilidades de ser víctima de hurtos. Todo pasa, explican, por hacerse "menos apetecible". Los ladrones examinan y estudian a los viajeros con calma para elegir a su víctima y, una vez seleccionada, esperan su momento para acometer el golpe.
"Los que hurtan en el metro no tienen prisa, siempre se quedarán entre los últimos en el metro para entrar", señalan, por lo que lo mejor es no correr para entrar rápido, sino esperar pacientemente para acceder y hacerlo por los vagones centrales, donde no se acumula tanta gente. Ante la sospecha de que puede haber carteristas alrededor, vale más "esperar unos pocos minutos y coger el siguiente tren a perder un teléfono o una cartera", valoran.
De no ser posible alejarse de estas situaciones de riesgo, lo mejor es pegarse a una pared para evitar rodeos, permanecer atentos a las pertenencias y guardar las distancias. En cualquier caso, hay que procurar llevar lo importante delante del cuerpo y tenerlo todo cogido de la mano. Si es posible, lo ideal sería llevar las bolsas u objetos de valor tapados. Mantener la guardia al entorno también es importante, pues hay robos que se planean con mucha antelación. Explican que es muy común que, mientras un usuario compra un billete, alguien se queda cerca para intentar ver el pin de la tarjeta de crédito. Luego, siguen a la víctima por el suburbano para sustraérsela y tener acceso ilimitado a su cuenta bancaria. De no lograr memorizar el pin, siempre pueden hacer pequeñas compras.