Andrés Naya / DGM

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Nou Barris

Andrés Naya: “Las grandes superficies han vaciado las calles de La Prosperitat”

El referente vecinal de Nou Barris (y de Barcelona por extensión) repasa la evolución de su periférico vecindario

13 marzo, 2017 21:07

Mesa de bar, camisa y tirantes. Con 29 años, a Andrés Naya no fue la búsqueda de trabajo lo que le trajo a Barcelona; “fue el amor”, recuerda. Su primer techo lo encontró en L'Hospitalet, aunque no tardó ni un año en trasladarse a La Prosperitat. “La primera vez que pisé Nou Barris fue en el 74 con la manifestación por la ejecución de Puig Antich; me quedé impresionado del ambiente que había”.

Aquella manifestación acabó con un petardazo de dinamita en una entidad bancaria, “y todos corriendo acojonados”, recuerda. Una primer movida que fue eso: la primera. Luego llegaron muchas más, “como cuando cerramos con barricadas el barrio en el 76 durante 26 días”. ¿El motivo? Pedían la instalación de semáforos en las calles para poner coto a los atropellos mortales.

LA ASOCIACIÓN, TRINCHERA Y OMBLIGO VECINAL

“El ombligo del barrio era la asociación de vecinos”, dice picando con el dedo sobre la mesa . La entidad (ya legal) “era organizadora de actividades tanto políticas como deportivas”. Trinchera del post-franquismo, “la etapa más negra del barrio”. Por aquel entonces, el referente vecinal recuerda la ausencia total de equipamientos y cómo el 60% de las calles estaban sin asfaltar, “por lo que el polvo y el barrio te acompañaban todo el día”.

Seguir, seguir y seguir. La constancia reivindicativa en Nou Barris podría alargarse hasta sumar décadas de lucha. “20 años nos costó que llegara el metro y casi otros 20 que nos construyeran el casal de barri”. “Para pagar el asfaltado incluso nos pusieron una contribución especial; siempre nos negamos a pagarla, a pesar de las amenazas de embargo”. En todas estas batallas, el barrio ganó. Victorias con carácter de justicia social.

CONSCIENCIA VECINAL Y OBRERA

Las industrias que en los 50 se instalaron por encima de la Meridiana sirvieron, veinte años después, como escenario de las mayores luchas obreras. “Los trabajadores se manifestaban por las calles del barrio, la policía rodeaba las fábricas y la solidaridad se engendraba en las parroquias y los centros culturales republicanos”. “La Prospe creó escuela; era una zona viva, a pesar de sus problemas”, explica.

¿Antes los ciudadanos eran más persistentes en sus reivindicaciones? No bien bien... Naya considera que “los tiempos también han cambiado”. “De todas formas, existe un tejido social muy potente, a pesar que ahora la Prosperitat sea un barrio dormitorio, no solo por la desolación de las fábricas, sino por el comercio”. Quien dedicase su vida a la banca hasta pre-jubilarse a los 52 años, considera que “las grandes superficies han vaciado las calles”.

“Hasta el 80% de las persianas están bajadas y los bancos también se han empezado a ir”, señala.¿Quién resiste el envite de los grandes supermercados? “Los únicos que han podido recuperar el espíritu comercial son los inmigrantes”, opina. Ahora, Andrés vive retirado de la primera fila vecinal. Es un consumidor más, un vecino más. Sin protagonismos, pero con fuerte personalidad.