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Pintada contra los pisos turísticos / EFE

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Opinión

Por qué es bueno que la tasa turística vaya a los colegios

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Afirma Marian Muro, directora general de Apartur, que la tasa turística “no tiene que servir para poner aire acondicionado en las escuelas”. Para la portavoz de la patronal de los apartamentos turísticos, los ingresos generados por el turismo deben servir exclusivamente para compensar sus “externalidades”. Y fija dos destinos: seguridad y limpieza.

Ciertamente, esa ha sido la lógica tradicional de los recargos turísticos, promocionar la ciudad en el mundo a través del Consorci de Turisme y garantizar que Barcelona siga siendo atractiva para sus visitantes. Y aquí, no hay duda, limpieza y seguridad son las dos partidas clave.

Pero los tiempos han cambiado, y el turismo ha dejado de ser visto como el maná que ese lejano gobierno local de Pasqual Maragall buscaba como solución a los problemas de Barcelona con la gran operación de los Juegos Olímpicos. Unos juegos que situaron Barcelona en el mundo y permitieron un crecimiento exponencial de la ciudad.

Ahora sin embargo, la maniobra amenaza con morir de éxito. Una afirmación que no se contradice con el reconocimiento del 14% del PIB de la ciudad que aporta esta actividad de forma directa. Que se elevaría hasta el 30%, según algunos operadores, si tenemos en cuenta todas las actividades asociadas.

Aún así, los vecinos de Barcelona ven ahora a los turistas como una suerte de invasión bárbara que los expulsa de su ciudad, especialmente de espacios como el Parc Güell. Y el turismo, como actividad económica, necesita un lavado de imagen urgente. De ahí que resulte desacertada la estrategia de Apartur.

Es cierto que el mantenimiento de las escuelas nada tiene que ver con la actividad turística. Pero tiene mucho que ver con el bienestar de los vecinos.

Especialmente de las familias con menores, esa especie que parece en vías de extinción en algunos barrios, vista la gentrificación provocada por una vivienda que galopa hacia precios imposibles.

El sector turístico solo recuperará su prestigio social por la vía de demostrar su utilidad. Y la climatización de los colegios en tiempos de cambio climático y temperaturas al alza es una muy buena bandera.

Por eso Apartur, o el Gremi d’Hotelers, deberían dar por buenos los 17 millones de euros invertidos este primer verano. También el plan del Ayuntamiento, que prevé alcanzar los 170 millones en 2029.

Se trata solo de una parte, no la mayor, del 50% de los ingresos por la tasa turística en Barcelona que recibe el Consistorio. Un monto que no ha dejado de crecer en los últimos años hasta los 134,6 millones de euros en la última década.

De hecho, en 2014 la tasa turística supuso unos ingresos de 6,5 millones para Barcelona, mientras que este año superará los 25 millones.

No solo eso. En solo cuatro años, el conjunto de los recargos municipales al turismo han permitido al Ayuntamiento ingresar 180,7 millones de euros. No en vano la fiscalidad turística es el tercer ingreso más importante del consistorio, por detrás del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y las plusvalías.

Algo que también debería empezar a poner en valor el gobierno municipal.

El recargo municipal de la tasa turística debe aportar 200 millones de euros a las arcas municipales en 2029, según los cálculos de Esquerra. Pero esos cálculos deberían contemplar también las consecuencias de eliminar, ese año, cualquier atisbo de pisos turísticos, como se ha comprometido a hacer Jaume Collboni. Eso es lo que debe poner en valor el sector, y demostrar generosidad al invertirlos.

La supresión de 10.000 pisos turísticos no será inocua en esas cuentas, que sirvieron para aprobar un nuevo aumento de la tasa turística el pasado julio, con la abstención de Junts y los votos en contra de PP y Vox.

Según el plan del gobierno local, quien duerma en hoteles y apartamentos turísticos pagará en 2026 cinco euros por cliente y noche; en 2027, seis euros; en 2028, siete, y en 2029, ocho. Siempre y cuando lo apruebe el Parlament, que de momento ya ha pospuesto el debate sobre la tasa turística hasta la primavera.

No parece que ocho euros vayan a frenar el entusiasmo de turistas de todo el mundo por Gaudí, el Gótic y el Barça. Pero ese cuento de la lechera del Ayuntamiento a cuenta del turismo puede ser un arma poderosa en manos del sector, si saben utilizarla.