La renta media disponible por unidad de consumo mide los ingresos de una persona o familia descontados los impuestos. En cristiano, es el dinero con el que no llegamos a finales de mes, pues de él dependerá el alquiler o la hipoteca, pagar agua, gas, electricidad, teléfono y compañía, el comer y el beber y lo demás, si queda algo. En la ciudad de Barcelona, la renta media disponible es de poco más de 21.000 euros al año, que es un 15 % más elevada que la renta media disponible catalana, que a su vez es un 16 % más alta que la renta media española.
Pero no todo el mundo disfruta de 21.000 euros de renta disponible. Más de la mitad de los barceloneses (un 55 %) debe apañárselas con una renta inferior y una tercera parte con rentas inferiores a los 15.000 euros. El barrio más rico, Pedralbes, registra una renta media disponible superior a los 52.000 euros; el más pobre, Ciutat Meridiana, no llega a los 8.000 euros. Eso repercute en la esperanza de vida, por ejemplo, diez años superior en los barrios ricos que en los pobres, pero ¿repercute en la política?
La pregunta es inevitable y los profesores de la Universidad Autónoma Antonio López-Gay y Juan Checa, entre otros, han hecho el ejercicio de ligar el sentido del voto en las últimas elecciones con el nivel de la renta media disponible en cada colegio electoral. Los resultados son muy interesantes. Bueno, a mí me lo parecen, no sé a ustedes.
Comencemos por el voto de la derecha «indepe».
Las gráficas señalan que más dinero tienes, más votas a Puigdemont y amigos. Junts per Catalunya apenas obtiene apoyos entre las rentas más bajas, pero suben y suben los simpatizantes a medida que la renta disponible es más y más alta. Tiene, por poner un ejemplo, más del doble de simpatizantes entre los afortunados con rentas de 40.000 euros que entre los que sólo llegan a los 20.000, y las rentas inferiores apenas votan a este partido.
ERC tiene un comportamiento curioso. Comienza como Junts per Catalunya: el mínimo apoyo entre las rentas más bajas y, a medida que crecen los ingresos, crecen los apoyos electorales. Crecen muy deprisa a partir de los 20.000 euros de renta disponible y llegan al máximo cuando la renta está entre 25.000 y 30.000 euros. Luego baja el apoyo electoral… y vuelve a subir la simpatía por los republicanos si se superan los 50.000 euros de renta disponible.
La tercera en discordia en este grupo, la CUP, también es un partido de clase media. Reúne las máximas simpatías entre los barceloneses con una renta disponible entre los 20.000 y los 30.000 euros, y se comporta más o menos como ERC.
Las derechas «no indepes» (metamos en el mismo saco a PP, Ciudadanos y Vox) tienen todas un comportamiento similar. En las elecciones autonómicas su gráfica tenía forma de «U»; es decir, recibían el máximo apoyo entre los votantes con las rentas más bajas o más altas y apenas recogían votos entre aquéllos con rentas entre los 20.000 y los 40.000 euros. Pero, en las últimas elecciones a las Cortes Generales, la «U» se volvió «J», por la disminución del voto captado entre las personas con rentas inferiores a 20.000 euros.
En cambio, las izquierdas, llamémoslas así por oposición a las derechas «indepes» y no «indepes», tienen un comportamiento completamente diferente.
Por regla general, quien menos tiene, más vota a las izquierdas. En el caso del PSC, el apoyo entre rentas inferiores a los 20.000 euros es un 75 % superior al que obtiene entre los votantes con rentas de 30.000 o más euros. A partir de esta cifra, el apoyo al socialismo se mantiene estable, con independencia del poder adquisitivo. En cambio, el de Unidas Podemos (o CSQP, etc.) sigue disminuyendo. Unidas Podemos tiene cuatro veces más apoyos entre votantes con rentas inferiores a 20.000 euros que entre votantes con rentas superiores a 60.000 euros, para que se hagan a la idea de la pendiente de la curva.
No les aburriré más, pero antes de irme les dejaré otro dato, también conocido: vota más quien disfruta de más renta. En las últimas elecciones, la abstención entre los votantes con rentas inferiores a los 20.000 euros estuvo alrededor del 40 %; entre los votantes con rentas superiores a los 40.000 euros fue algo más del 15 %.
Me parece a mí que estas cifras ayudan a explicar muchas cosas. La relación entre el poder adquisitivo y las preferencias políticas parece evidente. Ser «indepe» o no serlo es una cuestión de clase. Habrá más factores, sí, pero éste no podrá negarse.