Barcelona se ha incorporado a la red de ciudades machadianas —Sevilla, Baeza, Soria, Segovia, Madrid, Rocafort y Colliure— que pretenden mantener un recuerdo permanente del poeta gracias a la relación de cada una de ellas con su obra, su vida o su muerte.
Barcelona se siente orgullosa de la estancia de Antonio Machado en la ciudad, donde residió entre marzo de 1938 y enero de 1939. La noticia de la adhesión de la capital catalana se conoció el jueves pasado, pero la solicitud viene de lejos: fue aprobada por el consistorio en mayo de 2020, un año después de que el exfiscal Carlos Jiménez Villarejo hiciera la propuesta.
Cabe suponer que tras la polémica suscitada por el anuncio de los homenajes a los escritores Juan Marsé y Carlos Ruiz Zafón, la alcaldesa se lo hubiera pensado un poco antes de herir nuevamente la sensibilidad de los fanáticos empeñados en jibarizar la cultura catalana a la que tanto aman y protegen.
En cualquier caso, no sería de extrañar que los familiares de algún autor catalán —y en catalán, por supuesto— levantaran la voz, como ha hecho la hija del dramaturgo Josep Maria Benet i Jornet, para poner su granito de arena en la inútil y eterna disputa sobre quién merece el pasaporte de catalanidad que tan mezquinamente reparten los guardianes de las esencias.
La iniciativa del consistorio barcelonés, que tampoco es que se diera mucha prisa en apuntarse —la red machadiana se había creado en 2009— es oportuna desde todos los puntos de vista y supone una nueva aportación para enriquecer el legado cultural de la ciudad. El Hotel Majestic, donde el autor más emblemático de la Generación del 98 había pasado sus primeras dos semanas de vida barcelonesa, ya le había rendido tributo con motivo del 75 aniversario de su muerte poniendo su nombre a la mejor suite del establecimiento, decorada con fotografías y recuerdos del poeta.
Ahora, el consistorio ha anunciado la edición de un libro donde recogerá la treintena de artículos que escribió en La Vanguardia entre julio de 1937, cuando aún residía en la localidad valenciana de Rocafort, y enero de 1939, cuando salió de Torre Castanyer —en el paseo de Sant Gervasi de Barcelona-- camino del exilio. Machado coincidió en el Majestic con José Bergamín y León Felipe. En el mismo hotel donde Federico García Lorca se había alojado durante el otoño de 1935, un estancia recordada también por el hotel hace cinco años.
Artistas que pasaron y vivieron en la ciudad enriqueciéndola, como hicieron Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Roberto Bolaño. Como hacen ahora Joan Margarit, Alicia Giménez Bartlett y Javier Cercas. Barcelona solo puede darles las gracias.