Zygmunt Bauman era un sociólogo de referencia que había acuñado los conceptos de modernidad líquida, sociedad líquida o amor líquido para definir el actual momento de la historia en el que las realidades sólidas como el Trabajo se han desvanecido y han dado paso a un mundo más precario, provisional, ansioso de novedades y, con frecuencia, agotador. Un mundo que Bauman supo explicar como pocos. Estas reflexiones son aplicables a la situación actual del Ayuntamiento de Barcelona, ahora que se van a cumplir dos años de las elecciones municipales de 2019, y por tanto, nos encontramos en el ecuador de la legislatura.
Por una parte tenemos un Gobierno municipal de Colau y el PSC sin proyecto alguno, es más, en ocasiones muestran claramente cómo (ni en lo más básico) son incapaces de tener una respuesta común, como sería deseable de cualquier buen gobierno. Los comunes fían todo su caudal político al populismo de Colau, mientras que el resto de concejales actúan de manera descoordinada y por libre, añadiendo fracaso tras fracaso a su gestión. En este espacio Eloi Badia es quien se lleva la palma (gestión cementerios, guerra del agua contra AGBAR, fracaso de Barcelona Energía...).
Por su parte el otro socio del Gobierno, el PSC, ha abandonado la gestión y su, por ahora líder, si así lo decide Illa, Jaume Collboni, lleva desde el principio del mandato con una agenda paralela dedicada a hacerse fotografías en todos los eventos que puede. El PSC está agazapado a la espera del previsible derrumbe de Colau y los comunes. Mientras tanto, copan sillones desde los cuales seguir esperando tranquilamente.
La realidad es que quien gobierna esta ciudad es ERC. Todos los aspectos importantes de la gobernanza de la ciudad pasan por sus manos, es lo que llamamos “tripartito de facto”, aunque se da la paradoja de que el socio más importante de este trío es aquel que en teoría es un invitado, papel que ha recogido el PSC sin rechistar.
Esta reflexión nos lleva a otra. Podemos decir con toda naturalidad y franqueza que el sacrificio gratuito que realizaron Manuel Valls y Eva Parera fue inútil, no sirvió para nada, porque no consiguieron su objetivo. ERC no tiene la alcaldía pero son realmente los que gobiernan Barcelona. Además, esta reflexión queda demostrada con la desaparición progresiva del grupo municipal de Barcelona pel Canvi. Valls en Francia, Parera en el PP, y sus miembros en diáspora buscando acomodo en otras formaciones, alimentando al bipartidismo, ya sea en el PP o en el PSC.
Por su parte Junts cuenta con una líder, Elsa Artadi, más preocupada por los líos de su partido y los pactos del gobierno de la Generalitat que por las políticas municipales que preocupan a los barceloneses. No es suficiente con quedarse como concejal en Barcelona, hay que tener la cabeza y el pensamiento puesto también en esa labor, y queda claro que el cuerpo de Artadi está en el Ayuntamiento pero su mente no. Y siempre quedará la duda de si la negativa a incorporarse al Govern de la Generalitat ha sido una táctica personal de futuro o una enemistad con sectores de su propio partido.
Por su parte el PP a nivel municipal tiene que hacer frente a los constantes rumores de enfrentamientos internos, tanto en el grupo municipal como en el propio partido en Cataluña, con su líder, Josep Bou, cuestionado por las propias bases del partido al que representa pero en el que no milita. Además, cuando el único tirón que tiene es enarbolar la bandera de Ayuso, demuestran la falta de un proyecto sólido para Barcelona.
La realidad es que frente a este panorama de proyectos líquidos y sin sustancia para la ciudad, y que por tanto son incapaces de ofrecer estabilidad y seguridad a los ciudadanos, existe un proyecto sólido que se está construyendo desde el inicio de este mandato, fundamentado en el trabajo, en el equipo de concejales, asesores y consejeros de distrito, en el rigor, en la coherencia, transversal y pensado para todos los ciudadanos de Barcelona, es el proyecto que represento y lidero, el de Ciutadans. Nuestra acción política se ha basado desde el primer día en el municipalismo, anteponiendo el interés de los barceloneses a los intereses partidistas lo que nos ha permitido ser la única y auténtica alternativa al desgobierno de Colau y el PSC.
Ahora que alcanzamos el ecuador de la legislatura es el momento de poner en valor el trabajo realizado hasta la fecha. Desde el grupo municipal de Cs hemos elaborado planes en todos los ámbitos; en la lucha contra la crisis social y económica derivada de la pandemia; hemos pedido muchas veces, sin suerte, que se haga frente al problema de la inseguridad en la ciudad y que por ejemplo se ponga freno al fenómeno de la okupación; hemos presentado alternativas al caos de movilidad actual solicitando la retirada de los cojines berlineses o los peligrosos bloques de hormigón; hemos pedido mil y una veces que se bajen los impuestos abusivos que se pagan en Barcelona y que ahogan al conjunto de los ciudadanos; hemos batallado, incluso en el Congreso de los Diputados, para paliar las desigualdades existentes y cada vez más grandes entre los distritos y barrios de la ciudad; hemos luchado para que la marca BCN no siga cayendo en picando en el exterior frente a la estrechez de pensamiento del desgobierno como en el caso del Hermitage; y tantos muchos otros ejemplos que podríamos citar.
Por ello, y en este momento de ecuador del mandato, todo nuestro compromiso sigue siendo el de mantener y reforzar nuestro proyecto sólido, enriquecerlo en los dos años que tenemos por delante para poder ofrecer a toda la ciudadanía de Barcelona en las próximas elecciones municipales de 2023, una alternativa transformadora de Barcelona para volver a ser una ciudad moderna, de oportunidades y no de subvenciones, y que luche y represente al conjunto de los barceloneses. Frente a la liquidad de otros proyectos, Ciutadans es la alternativa sólida para Barcelona.