Hace dos semanas escribía un artículo que se titulaba “solo nos faltan las ratas…. y las sanciones”. El Ayuntamiento ha cumplido, las ratas ya están aquí, un ejemplo más de que la recogida de residuos puerta a puerta es un fracaso. Si no cumples los requisitos la basura no se retira y con las altas temperaturas que aparecieran los roedores era una simple deducción. No hace falta ser un experto, pero era la consecuencia lógica. Ahora el consistorio dirá que esto sucede por el incivismo de los barceloneses de Sant Andreu que no cumplen con la nueva normativa. O sea, que a no tardar mucho llegarán las sanciones.

El fiasco de Sant Andreu no tiene visos de solución y el gran adalid de la infausta medida, el señor Eloi Badia, sigue estando fuera de focos. Quizás porque tendrá que analizar el nuevo revés que ha cosechado su más que penosa gestión: la investigación del Tribunal de Cuentas por las partidas destinadas a la consulta del agua. Una consulta que no cumplía con los mínimos requisitos democráticos porque la recogida de firmas tenía tanta credibilidad como cuando un crío, pillado con las manos en la mesa, culpa a sus colegas de travesura. Badia en el Ayuntamiento es como la gangrena poco a poco aumenta la zona infectada sino se toman antibióticos.

De momento, los vecinos de Sant Andreu denuncian que no reciben soluciones y las ratas, como denuncian en varias calles, están haciendo su aparición porque las basuras acumuladas hacen sus delicias y campan a sus anchas. No tienen tanta suerte los jabalíes en Collserola. En Sant Cugat empiezan a aparecer y los animales se las tienen cara a cara con las papeleras porque basuras tiradas en la calle no hay.

Estos sistemas de recogida no están funcionando en grandes poblaciones. Pasó en el País Vasco, y sus impulsores, la izquierda independentista de Bildu, se dejó los dientes en los bordillos en las siguientes elecciones, porque una cosa es recogida selectiva y otra cosa, imposición selectiva. Los ciudadanos son conscientes de que hay que reciclar. Lo que no aceptan es que reciclar signifique cambio de hábitos y una adaptación de sus viviendas a las diferentes bolsas. ¿Sabe la alcaldesa y sus insignes concejales que hay pisos que no tienen los mínimos para poder tener un tenderete de recogida selectiva?

Creo que no tienen ni idea porque esta gauche divine que dirige los Comunes han pisado poco algunos barrios. Otros ni eso. La política debe ser un elemento de debate y soluciones, no de imposiciones y menos de ocurrencias. La Barcelona antipática es nido de ocurrencias. Calles bloqueadas para que no pasen los coches que ahora protagonizan colas kilométricas, recogidas puerta a puerta, calles pintarrajeadas de colorines, superillas que apenas se utilizan y menos ahora en verano porque la dureza del asfalto y el calor las hacen poco deseables, tortura al ocio y a la restauración, carriles bici cuyo destino es ninguna parte y un largo etcétera.

Antonio López ha desaparecido de la ciudad. El consistorio lo presenta como un éxito de sus consultas ciudadanas. Ha desaparecido pero, mal que le pese a la alcaldesa, la historia es la que es y el pasado esclavista no ha sido borrado del mapa. Quizás será borrado del recuerdo porque las nuevas generaciones no sabrán de la existencia de este individuo. Una pena. Y hablando de consultas, si Colau & Badia son tan demócratas, y tan activos, porque no someten a consulta la recogida de basuras de Sant Andreu. Seguramente tendría más participación que las consultas ciudadanas. Desde la Plaza de Sant Jaume se presentan como un éxito porque han partido poco más de 30.000 ciudadanos. ¿En serio? Que haga el ridículo el equipo de gobierno casi va en el sueldo, pero que nos hagan comulgar con ruedas de molino a los barceloneses es un insulto a la inteligencia. Lo dicho, anímese señora Colau y convoque un referéndum en Sant Andreu. Dese prisa para que las ratas no se enseñoreen del lugar y, sobre todo, dese prisa antes de que empiecen a llegar las denuncias a los ciudadanos por pecar de incivismo. Pregúntese si no es más incívico su equipo de gobierno. Y peor, sus políticas.