Barcelona en Comú nació con un manifiesto publicado en 2014 que proponía (cito) una «democracia real», «fortalecer, más que nunca, el tejido social y los espacios de autoorganización ciudadana», una «rebelión democrática», un «control democrático» de las instituciones, «nuevos instrumentos de articulación social y de intervención política», etc.
El párrafo que lo resume todo dice (vuelvo a citar): «Queremos una auténtica democracia metropolitana, que obligue a los representantes a mandar obedeciendo. Una democracia con descentralización y elección directa de los concejales y concejalas de distrito, con controles sociales sobre los presupuestos y con iniciativas y consultas ciudadanas vinculantes que ayuden a tomar decisiones compartidas y legitimadas». En pocas palabras, una gestión y un control asambleario de las instituciones municipales, o una manera de delegarlas a un segundo plano a cambio de una «autoorganización ciudadana».
Ustedes pueden estar o no estar de acuerdo con esa política, pero queda claro que la actual alcaldesa y los de su cuerda prefieren la democracia asamblearia a la representativa.
Dicho esto, ahora vayan y pregunten a los habitantes de Sant Andreu del Palomar si el gobierno municipal, adalid de la democracia asamblearia, luz de la rebelión democrática y ejemplo sin par de la promoción de consultas ciudadanas, etcétera, si el gobierno municipal, decía, está de verdad y en serio por la labor que tanto ha predicado y se inclina ante el parecer de las asambleas vecinales. Me da que no.
Volveré a citar el manifiesto «Guanyem Barcelona», en sus primeras líneas, cuando dice: «multitud de movimientos e iniciativas ciudadanas han denunciado la estafa que estamos padeciendo y han evidenciado la incapacidad de la vieja política para dar respuesta a las necesidades de la gente. Estas iniciativas, sin embargo, han topado a menudo con la arrogancia de unas élites que se sienten impunes, que no corrigen sus errores», etcétera. Creo que, ahora mismo, la mayoría del vecindario de Sant Andreu del Palomar diría lo mismo del regidor de Emergencia Climática y Transición Ecológica, el señor don Eloi Badia, y los encargados del servicio de recogida de basuras del barrio, que, ante las quejas de los vecinos, se hacen el sueco con extraordinario cinismo.
Hoy por hoy, el barrio está hecho una mierda, lleno de «aportaciones erróneas». Una aportación errónea es, en la neolengua municipal, una bolsa de basura que el servicio de recogida de basuras no ha querido recoger porque no es la basura que tocaba recoger ese día. Las aportaciones erróneas se quedan en la calle para alimento de ratas y deshonra del barrio, con el fin de humillar al mal vecino que no emplea el chip municipal, al que pronto visitarán unos «educadores» para enseñarle lo que es bueno.
Los vecinos, naturalmente, quieren que se recojan las basuras, se limpien las calles, se preserve su intimidad y se apliquen otros sistemas de recogida de la basura más razonables, que permitan reciclar con eficiencia sin joder la vida al vecindario. Asamblea tras asamblea, con maneras impropias de personas educadas, el clamor vecinal ha sido apagado por la férrea voluntad de los munícipes de defendella y no enmendalla.
Que las asambleas vecinales son lo más guay es verdad y muy cierto… hasta que quedas en evidencia delante de los vecinos, a los que no habías preguntado sobre tus felicísimas ideas de bombero. Te llevas una sorpresa: ¿cómo pueden no estar de acuerdo conmigo, que soy todo un «nuevo instrumento de articulación social»? ¿Por qué se oponen a mis ocurrencias? ¡Qué equivocados están! ¡No saben lo que se dicen! ¡No vale la pena ni oírlos! Se hará lo que yo diga y sanseacabó.
Es así como mueren las «decisiones compartidas y legitimadas». Así también se reivindica a sí misma «la arrogancia de unas élites que se sienten impunes, que no corrigen sus errores». Hay más ejemplos, pero me conformaré con poner uno. En Les Corts, los vecinos piden salvar Can Capellanets, parte del poco patrimonio histórico que queda en el barrio. ¿Qué atención creen ustedes que reciben los vecinos por parte del Ayuntamiento?
En neolengua, la política municipal está haciendo algunas «aportaciones erróneas» que convendría corregir.