El editor libertario Pepe Ribas contribuye a desmontar el panteón a la incultura que construyen día a día personajes como Ada Colau, el ex concejal de cultura y ahora ministro Joan Subirats y la recua de sus cómplices que ensucian el mapa de Barcelona con una estética cutre. Con un catálogo del ridículo. Y con el fracaso de una trama cultural dirigida por sectarios, parásitos del sistema y analfabetos funcionales. La exposición del creador de la revista Ajoblanco sobre El underground y la contracultura en la Cataluña de los 70 es un éxito demostrado por sus más de 70.000 visitantes. Y absolutamente ajenos a ese éxito son la alcaldesa, su papa espiritual y los presuntos gestores culturales de la peña colauera que se han desentendido de la exposición a causa de “una mentalidad sectaria, que no tiene nada que ver con los años 70”, según su organizador.
Porque en los ahora denostados años 70 de la transición, con el dictador aún vivo y fusilando, en revistas como Ajoblanco y otras se divulgaron por primera vez en España movimientos culturales y sociales como el undeground, el movimiento gay, el ecologismo, el colectivismo, la supresión del servicio militar obligatorio, la anti-psiquiatría, el rock, el cómic, el urbanismo sostenible, las energías libres, la okupación, el naturismo, la crítica a las multinacionales y el nuevo periodismo entre otros. En ello participaron firmas entonces noveles y ahora consagradas de escritores, artistas, arquitectos, profesionales y músicos de diferentes tendencias políticas. Hasta que el franquismo, el independentismo y el comunismo, cada uno por su parte, acabaron con la idea original del primer Ajoblanco.
Ya entonces se vio que dichos sectarios y sus grupúsculos autoritarios iban a liquidar el clima de la Barcelona libre y creativa que irradiaba cultura al resto de España. Aquellos valores e ideas de entonces se supone que son los mismos que defienden los comunes. Pero no, como puede verse en la diaria decadencia cultural, física y económica de la ciudad. “Los comunes empezaron con asambleas absurdas, ideas dogmáticas y negaban la palabra a quien discrepase. Y ahora Barcelona ha quedado atrapada en nuestro propio laberinto”, recuerda el veterano librepensador, que sí era un auténtico agitador cultural, no como los neo-burócratas actuales.
A todo ello hay que sumar su falta de experiencia en gestión, su memoria democrática manipulada y ninguneada, su arrogancia autoritaria, sus farsas y los dineros públicos evaporados en la cueva de Alí Babá del Observatorio Desc. Cueva de Alí Babá de donde surgieron y chuparon del bote nombres como Jordi Borja, Subirats, Colau, Eloi Badia, Gerardo Pisarello, Jaume Asens y demás. Dilapidadores profesionales de subvenciones opacas y malversadores de aquellas iniciales falsas ilusiones de cambiar la costra dominante. Setenta mil visitantes a una exposición que desnuda a la nueva casta de indocumentados y la deja con el trasero cultural al aire. De las setenta mil visitas, podrían ser algunos votos más contra Colau y sus bandoleros e impostoras de un progresismo que desconocen y degradan. Porque la mayoría de ellas y ellos ni estaban ni se les esperaba. Por suerte para la ciudad, la cultura, la contracultura y la libertad.