La próxima semana, Barcelona vivirá una nueva fiesta gastronómica en torno al Tast a La Rambla, un evento que dura cinco días en el tramo final de la emblemática vía y en el que se dan cita medio centenar de establecimientos locales, entre bares, restaurantes y confiterías, además de representaciones de la cocina de Asturias, Castilla-La Mancha y Lanzarote. Un auténtico lujo.
Se trata de una feria popular para degustar tapas de algunos de los mejores fogones de la ciudad, también de los territorios invitados y vinos y cavas de toda España. Desde 2014, cuando se celebró la primera edición, el objetivo central del Tast es aconseguir que los barceloneses vuelvan a las Ramblas, un lugar que había sido eje de la vida de la ciudad para convertirse después en un polo de atracción cultural y de ocio de lugareños y visitantes, y quedarse finalmente en un destino exclusivamente turístico.
La gente dejó de ramblear por la gentrificación, la masificación turística y, sobre todo, la inseguridad. La delincuencia que acompaña las drogas y la prostitución señoreó el distrito en los 80, y lo llevó a un estado comatoso que no ha podido superar y en el que ahora manda el robo a los guiris tanto en el sentido figurado de los precios de las terrazas como en el real de los asaltos.
La mala suerte quiso que la presentación de la octava edición del Tast se produjera el lunes pasado apenas cuatro horas después de que el piloto de F-1 Sebastian Vettel fuera víctima de un hurto en el centro de la ciudad, frente a su hotel y en sus barbas. La imagen del alemán persiguiendo al ladrón con un patinete eléctrico gracias a la geolocalización de los airpods que iban en la mochila afanada tiene mucho impacto y no precisamente positivo.
Es difícil saber si los barceloneses regresarán, pero las sensaciones no van en esa línea. La zona tiene oferta atractiva, pero insuficiente sin una política de seguridad más eficaz y una gestión de la movilidad que ayude y que sea entendida por la ciudadanía.
El concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, muy crítico con la industria turística, recordó en la presentación del evento el inicio de las obras de las Ramblas, previsto para el otoño, siete años después de ser aprobadas. Una reforma que solo permitirá la circulación de los vehículos de los vecinos y, en línea con lo que ya ha empezado en Via Laietana, pondrá más distancia (peatonal, eso sí) entre la ciudad y el mar. Es una lástima, pero pese a los esfuerzos de los organizadores del Tast a la Rambla el desafío es como la cuadratura del círculo.