Barcelona es una de las ciudades más bellas del mundo, según un estudio científico sobre arquitectura. Para llegar a tan sabia y verdadera conclusión, se ha comparado la estructura de las ciudades con la Proporción Áurea, medida matemática griega que valora y garantiza la armonía. En este nuevo campeonato de la belleza urbana, Barcelona es la tercera ciudad del mundo con los monumentos y edificios más bonitos, y únicamente la superan Venecia y Roma. Además, tras analizar más de dos mil edificios y monumentos, Barcelona es la sexta ciudad más bella del planeta después de Chester, Venecia, Londres, Belfast y Roma.
Dos veces en el top ten, porque se lo merece, los científicos sólo han mesurado la belleza arquitectónica. Pero si midiesen la seguridad, la suciedad, la pobreza, la falta de viviendas, las ocupaciones, la calidad de vida y el descontento ciudadano, el resultado sería muy distinto. Al igual que si calculasen la calidad, la eficiencia y los servicios que ofrece la casta municipal que preside Ada Colau. Así que toca celebrar y alegrarse de la belleza de la ciudad de verdad, que no se parece en nada a la ciudad exhausta, desencantada y decadente de la actualidad.
Por esta y otras calamidades cometidas, la maquinaria de propaganda distorsionada, falaz y maliciosa de la comunada se dispone a gastar más millonadas en lavar la imagen de la alcaldesa. Imitando el Barcelona posa’t guapa de aquella época de esplendor, intentan poner guapa a su lideresa. Difícil misión, que basan en ocultar su ropa sucia en asuntos como su desprecio a eventos como el premio Planeta, el Mobile, el Liceu o el salón The District. Su oposición al Hermitage, a la ampliación del aeropuerto y a los cruceros. Sus lejanos y caros viajes a visitar alcaldes incapaces de frenar la contaminación. Sus fobias al turismo, a muchos deportes y a los coches y motos. Y su enormes fracasos y mentiras en la prometida construcción de vivienda social. Para presentarla como alguien importante, le montan paseíllos luciendo el palmito con su nueva amiga Yolanda Díaz, la comunista más fashion del cool-munismo. Y la fotografían con ministros y ministras como José Guirao, Carmen Calvo, Miquel Iceta, Pilar Alegría o Alberto Garzón. Gente de su cuerda, con más que dudoso futuro político.
Como aquella malvada reina que se miraba en el espejo y le preguntaba quién era más bella, si ella o Blancanieves, la alcaldesa, cual buena dogmática, no ve la magnitud de sus fracasos, no se entera de las circunstancias que la llevan de fiasco en fiasco, ni de que la ciudad no es ni será como la imaginaba. Sus ideales de juventud ya no valen a su edad ni a su inmadurez y son objeto de rechiflas. En cuanto a su guardia de corps, están donde están porque una parte de votantes sienten piedad por las medianías y no dejan nunca que se las despoje de sus puestos para dar paso a los méritos, a las capacidades y a los talentos. Pero a pesar de ella, ellos y elles, Barcelona es mucho más que muy bella.