La alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, que ocupa el cargo desde el 2009, obtuvo el 28M su tercera mayoría absoluta. Logró 17 de los 27 concejales que componen el pleno, el mismo resultado que en 2019. Y, sin embargo, ha incorporado a dos ediles de Ciudadanos a su equipo de gobierno; una decisión sorprendente, sobre todo si se tiene en cuenta que los naranjas perdieron el 50% de su representación municipal, pasando de cuatro escaños a dos.

En las anteriores elecciones municipales, la izquierda, si incluimos a ERC en el paquete, había obtenido 23 escaños; y este año, han sido 21. Y la derecha ha pasado de cuatro a seis. En Comú Podem ha perdido los tres que tenía y Vox ha obtenido dos. O sea, la derecha ha mejorado un 50% su representación y la izquierda ha empeorado un 9%.

Núria Parlon, que ha asumido las políticas de seguridad sin complejos y sin regalarlas a la derecha, pondrá a trabajar en ese ámbito a uno de los dos militantes de Cs, y al otro en tareas de promoción económica y empleo. No es una coalición, sino la incorporación de dos políticos no socialistas al equipo que aplicará el programa de los socialistas locales, como Parlon ha tenido especial cuidado en subrayar.

La alcaldesa ha sacado conclusiones de la lectura de los resultados electorales. La izquierda del PSC, que gobernó durante décadas Santa Coloma, ha desaparecido del ayuntamiento. Y la extrema derecha ha conseguido dos concejales. Algo ha pasado en esta ciudad del Área Metropolitana de Barcelona de tradición obrera y 117.000 habitantes. Sería irresponsable no actuar en consecuencia.

Los extremismos no se combaten con proclamas, sino con políticas capaces de restar argumentos a quienes puedan sentirse atraídos por las soluciones milagrosas de los vendedores de crecepelo.

Eso vale para quienes tienen el gatillo fácil contra la inmigración, por ejemplo, y también para quienes culpan a España de todos los males de Cataluña confiando a la independencia la solución de sus problemas.