El Área Metropolitana de Barcelona, AMB, ha aprobado sus presupuestos para el año 2024 y ascienden a la nada desdeñable suma de 2.558,5 millones de euros, siendo por su cuantía los terceros públicos de Cataluña, tras los propios de la Generalitat de Catalunya y los del Ayuntamiento de Barcelona y por delante de los de la Diputación Provincial.

Pese a su importancia, su visto bueno ha pasado tan inadvertido como lo ha sido el inexistente debate político e ideológico en su tramitación, que se ha saldado desde el silencio partidista y con la ausencia de votos contrarios, ni uno, y sin alegación alguna presentada.

Debe ser la consecuencia de un milagro navideño porque de otra manera no se entiende la falta de observaciones, propuestas y críticas a estos presupuestos impulsados por un gobierno cuatripartito, del PSC, con mayoría absoluta, y de los comunes e independentistas, ERC y Junts.

Entiendo que el AMB al ser una administración de segundo nivel o derivada y configurada con un determinante protagonismo de los ayuntamientos, no sea el lugar donde reproducir sistemáticamente las batallas partidistas ya planteadas en los consistorios, pero ello no excluye que existan aspectos de gestión e ideológicos de calado que no merezcan ser puestos en valor y en evidencia. De hecho, siempre se ha sostenido que el momento de hacer política en una institución es precisamente con ocasión de la aprobación de sus presupuestos anuales.

Si se analizan éstos, podemos iniciar la digestión de la gestión metropolitana. Algunos ejemplos. El incremento abusivo y desproporcionado del gasto. El de personal asciende para el 2024 a 58 millones de euros, una subida del 30% en los últimos cuatro ejercicios. El gasto corriente tampoco es una excepción al concretarse en 396M€ con un incremento en solo un ejercicio del 10%. Es obvio que son precisas políticas de una mayor austeridad. Cabría preguntarse si estos presupuestos encajan en los objetivos de déficit del gasto y de las reglas fiscales y, si no lo fueran, las acciones a promover a quien corresponda. Sube lo que debe bajar y baja lo que debiera subir, por ejemplo, las inversiones reales. Así en el presupuesto para el 2024 se prevén únicamente 128 millones, un recorte flagrante cuando el año pasado se aprobaron inicialmente 160 millones. Eran tiempos preelectorales y parece que tras celebrarse las elecciones municipales es el momento de recortar las inversiones, disparar el gasto y alcanzar el máximo de endeudamiento. Son también tiempos de subir las tarifas del transporte público un 6,75% silenciando que el Gobierno de España, con los mismos integrantes y apoyos del metropolitano, aún no ha concretado sus aportaciones y bonificaciones a este servicio esencial.

También se constata una absoluta opacidad de presente y futuro sobre un ingreso esencial para el AMB, el tributo metropolitano. Una fiscalidad rechazada en Sentencia por el TSJC y que recauda anualmente 132 millones entre todos los vecinos metropolitanos. Un tributo injusto por vincularse a la propiedad, el IBI, para financiar servicios como el transporte público y es, además, injustificado porque se obliga a pagar un tributo por igual a municipios y barrios en los que el servicio es prestado de forma desigual. Eso sí, para intentar zanjar la chapuza jurídica y de gobierno de este tributo irregular se pretende aprobar uno nuevo en el tercer semestre de 2024, tras las elecciones europeas. La misma estrategia que la empleada cuando se aprobó este modificado recargo fiscal sobre el IBI, alias Tributo, en 2018, pero se difirió el inicio de su aplicación al segundo semestre de 2019, tras los comicios municipales de aquel año.

Por otro lado, el otro gran ingreso fiscal del AMB, la tasa de Residuos, TMTR, recaudará, en 2024, 141 millones. En un año, quienes no lo hagan ya, --Barcelona desde el 2020--, pagarán una doble tasa, por residuos --la metropolitana--, y la de basuras --la municipal--, ambas a cobrar en el recibo del agua en una cuestionable inclusión y controvertida vinculación de la generación de residuos con el consumo de agua, y en una más que evidente duplicidad. Ósea, una basura de tasa.

Todo lo explicado probablemente no lo hemos leído estos días en la mayoría de los medios de comunicación. Quizá obre un nuevo milagro navideño, aunque su origen sea el destinarse desde el AMB más de 3 millones de euros anuales en publicidad que servirán para dar a conocer los “éxitos” de gobierno que no sus servicios a la par que la “providencia” silenciará sus despropósitos y errores.

Confío que a los vecinos metropolitanos no se nos atraganten en el nuevo año estas cuentas públicas y podamos digerirlas durante el año 2024. Este es mi deseo para el lector, con salud y felicidad.