Hay expresiones, generalmente metafóricas, que hacen fortuna por su capacidad descriptiva. De hecho, algunos pensadores sostienen que al principio fue la metáfora y que las frases que finalmente describen el comportamiento de la realidad (las de la ciencia) tienen ahí su origen. En las ciencias sociales, muchas de sus supuestas descripciones son metafóricas. “La sociedad líquida”, sin ir más lejos. El adjetivo líquido sugiere un cambio constante y, en cierta medida, imprevisible. Hace unos años, algunos políticos holandeses se inventaron una expresión, “alcalde de noche” que hizo fortuna. Hoy, un centenar de ciudades tienen una figura de ese estilo. Barcelona se ha apuntado a ello y será nombrado, según el alcalde no metafórico, Jaume Collboni, antes de final de año.

La gracia de un alcalde de noche es que no es un alcalde. Es una especie de comisionado que intenta compaginar los intereses de quienes quieren vivir de noche con los de quienes prefieren dormir. Por eso en algunos casos esa función (sin capacidad decisoria alguna) la ocupa alguien que no pertenece al equipo de gobierno del consistorio. De todas formas, es de suponer que, antes del invento lingüístico, alguien se ocupaba ya de esas cosas.

En materia laboral, la legislación es contundente. La mayoría de las personas que trabajan de noche cobran un plus de nocturnidad por hacerlo. ¿Tendrá ese plus el alcalde de noche? El motivo del complemento salarial es claro: la medicina ha analizado lo que llama el ritmo circadiano de los animales (incluido ese espécimen asombroso que es el hombre) y ha llegado a la conclusión de que, si se altera el ritmo vinculado a la luz (vigilia de día y descanso de noche) el cuerpo sufre alteraciones, tanto a corto como a largo plazo. Como sea que, sin embargo, la organización de la vida social exige que algunas personas trabajen de noche, se les compensa por el desgaste de materiales que sufrirá su cuerpo, del mismo modo que se hace en otras profesiones de riesgo, por ejemplo, los mineros. Naturalmente, no se paga plus de ningún tipo a los espeleólogos aficionados ni, claro está, tampoco a los trasnochadores ni a los cacos que aprovechan la nocturnidad, factor que, en lo jurídico, es normalmente una agravante.

Todas las ciudades tienen lo que se denomina “vida nocturna”. En general, se trata de actividades relacionadas con el ocio (menos para quien trabaja en ese sector) y, como decía una canción que popularizó en los noventa el grupo belga Mistyk, titulada El ritmo de la noche, ese “ritmo” ha llegado para quedarse, de modo que está bien que los poderes públicos regulen la convivencia. Con o sin alcalde nocturno.

De ningún alcalde, ni siquiera del de Barcelona, se espera que esté en la alcaldía todas las horas del día, pero sí que sea capaz de crear equipos de gobierno y repartir las funciones que correspondan a cada uno. Como sea que la vida nocturna de Barcelona lleva años funcionando, cabe imaginar que hay normas previstas y personas encargadas de vigilar que se cumplan. Y si el concejal responsable duerme, alguien habrá que se encargue del asunto. De forma que el supuesto alcalde de noche llega para encargarse de unas tareas que ya alguien hacía. Eso sí: la expresión sirve como lema publicitario. Poco más. Que el sector del ocio nocturno crea que se trata de una idea excelente resulta preocupante. Sus intereses, por legítimos que sean, han entrado tradicionalmente en conflicto con los de la mayoría de la población (la calle Enric Granados o los conciertos que pretendía acoger el Real Madrid en su estadio son dos ejemplos entre muchos). Así que, si el alcalde de noche se va a ocupar de los de la jarana, es de esperar que el alcalde de día (que dura 24 horas) se ocupe de los que duermen o lo pretenden.

Sería una pena que, nombrado el responsable, éste se fuera a dormir y acabara pasando que la vida de la ciudad discurre sin que el consistorio se entere, como ha ocurrido con las obras hechas en la antigua sede del Departamento de Economía para abrir un supermercado 24 horas. ¿Habrán hecho las obras de noche, aprovechando que aún no había sido nombrado el alcalde de la nocturnidad?