Trump ha ganado las elecciones y todo el mundo habla de ello con la boca pequeña. Sobre todo desde la izquierda. La derecha está encantada de la vida y los ultras han llegado al orgasmo. Intelectual, of course. Pero no les voy a hablar de esto. La noticia política en el consistorio es la toma de posesión de Jordi Rabassa, nuevo concejal de Barcelona en Comú, tras la marcha de Ada Colau que ha cosechado un fiasco en Palestina, o una cura de realidad, según se mire.

Ahora con Trump será mucho peor. Tendrá ocasión Colau de ver cómo actúan las élites mundiales. Las élites provincianas de Barcelona le parecerán unos troskistas camuflados. Lo mejor fue cuando Colau le dijo a un soldado israelí quiénes eran y qué habían ido a hacer.  El soldado ni se la miró. Solo le faltó decir alto y claro, evidentemente, “¿no sabe con quién está hablando?, emulando a Pilar Rahola frente a un policía municipal en Badalona.

Bueno, con Colau haciendo viajes mundiales, los comunes se han renovado, pero incluso en sus bases esta renovación sabe a poco porque siguen los de siempre pero, sin Colau. Ahora habrá que analizar políticas. Es la hora de la verdad para Janet Sanz, que si nos atenemos a lo que dijo Colau solo está para calentarle la silla.

No ha sido la única noticia política en el consistorio. Ha tenido repercusión entre los muy cafeteros, pero no tengo ninguna duda que su nombramiento no es baladí y tiene intencionalidad política. Me refiero a Albert Ortas, nuevo Dircom de Barcelona Serveis Municipals. Nada que decir de su currículum profesional porque ha demostrado que conoce los entresijos de la profesión, pero si señalar su extenso currrículum al lado del alcalde Trias, en el Congreso de los Diputados y en el Ayuntamiento de Barcelona.

La salida de Trias del consistorio le indicó el camino profesional fuera del ayuntamiento y ahora vuelve a la que fue su casa por todo lo alto. ¿Es un acercamiento de Collboni a Trias? ¿Es un guiño al espíritu de la vieja Convergència que vaga en el desierto de Junts?

El tiempo nos dará una respuesta a estas preguntas, pero de momento Cementiris, Mercabarna, Grupo Tersa o Barcelona d’Aparcaments Municipals tendrán a alguien que sabe lo que es comunicar. Laia Bonet, la concejal responsable, lo agradecerá. Y el alcalde también.

En dos semanas ERC celebrará su congreso. Después de días sacándose la piel a tiras han entrado en un momento anodino. Casi como si aguantaran la respiración. No es para menos. Los de Foc Nou no quieren ver a los “sociatas” ni en pintura, los roviraboysandgirls dicen que los ciudadanos les indican que deben estar en la oposición y los de junqueras ni sí ni no, sino todo lo contrario.

Estaría bien que los republicanos sí miraran a Estados Unidos y comprobaran que Trump ha ganado, que Europa queda a uña de caballo y que la izquierda debe comenzar a cavar trincheras porque vendrá un futuro de terror con las políticas trumpistas con amplios apoyos en Europa, España y Cataluña. No estaría de más que se dejaran de veleidades y tomaran decisiones, que por si no lo saben es eso que se le demanda a la política.

ERC, y por ende los comunes, tienen en su mano convertir Barcelona en un bastión de izquierdas, porque el aluvión ultra tiene fuerzas renovadas y para hacerle frente no estaría de más recordar el tan manido “la unión hace la fuerza”.

Atrincherarse en el tacticismo no es buen consejero en época de mudanzas ideológicas. Y eso también sirve a la derecha moderada, nacionalista, que vaga sin rumbo porque Junts se ha vestido de seda en el último congreso, pero la mona aunque se vista de seda mona se queda.

Que estén atentos porque Aliança Catalana mama del nativismo -los catalanes primero-, aislacionismo -refugio en la tribu-, populismo y proteccionismo económico, los principios que han llevado a Trump al poder. Este análisis del trumpismo no es mío es de Juan María Hernández Puértolas, experto en política norteamericana y en el trumpismo. No le falta razón y estos principios bien agitados por Aliança Catalana pueden hacer un siete importante a la derecha de toda la vida que abrazó el independentismo y que ahora necesita recalar en la realidad. Sino, la realidad se la llevará por delante.

Veremos si Junts, ERC y comunes dejan de mirarse el ombligo y juegan a la política. Serán bienvenidos.