"Fets i no paraules". Con este eslogan electoral se presentó José Montilla en 2006. Resumía perfectamente su personalidad. El president Montilla era, y es, un hombre parco en palabras pero todos sus oponentes le reconocían, y le reconocen, firmeza en sus decisiones.
Si llegaba a un acuerdo, el acuerdo lo cumplía. Si discrepaba iba de cara y decía que no. Sin medias tintas, y sin dejar dudas en su interlocutor. Sin duda, el president hizo bueno su lema electoral. Era un hombre de fiar, y su partido también. Fets i no paraules no fue un invento electoral. Ya los romanos lo utilizaban para señalar a quienes cumplían y a quienes no. “Facta non verba”, reza hoy todavía en la sede del Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès en recuerdo de nuestros ancestros.
Fets i no paraules no es, ni será nunca, el lema de Esquerra Republicana. Pactó un acuerdo Elisenda Alamany con Jaume Collboni para gobernar Barcelona. Los republicanos entrarían en el gobierno municipal. Y lo ha incumplido aduciendo todo tipo de excusas que ponen en evidencia su debilidad y su poca credibilidad. Estas son las evidencias.
Primera. Elisenda Alemany es la secretaria general del partido republicano y líder en Barcelona. El no cumplimiento del acuerdo y su derrota electoral la dejan a uña de caballo. Su liderazgo es nulo, e insisto, es la secretaria general de ERC. Si se compara su liderazgo con el de Marta Rovira es como comparar un huevo y una castaña.
Segunda. Se pueden aplicar los mismos criterios a Oriol Junqueras. Sus dudas y su indefinición dejan al pairo a ERC. Dicen que Junqueras siempre ha sido alérgico a los problemas y lo sucedido en Barcelona demuestra que tiene el poder en el partido. Al tiempo, demuestra que no manda en el partido.
Tercero. A Elisenda Alamany le ha faltado valor. Valor para defender un acuerdo que ella negoció en primera persona. Valor para ponerlo en valor, valga la redundancia, y valor para defenderlo ante las bases. Seguramente por desconocimiento, pero nadie ha conocido la estrategia de la señora Alamany para explicar a las bases un acuerdo que ella consideraba importante porque recuerden: lo negoció ella misma.
Cuarto. Con esta actitud, Junqueras y Alamany han puesto negro sobre blanco que su palabra no cotiza en el mercado político.
Quinto. Los vencedores de la consulta interna contrarios al acuerdo afirman que lo someterán a consulta a las bases. Pero los militantes republicanos no votarán por los elementos concretos de un acuerdo. No votarán por puntos que favorecerían un mejor gobierno de la ciudad. Votarán sí o no si quieren un acuerdo con los malvados socialistas. O sea, de Barcelona nada de nada. Debe importarles poco.
Sexto. La inhibición de la dirección republicana y la posición de la actual dirección de ERC en Barcelona demuestran que la política municipal es lo de menos. Lo de más es una lucha cainita por el poder que implica que el congreso se cerró en falso y que los opositores a Junqueras no han tirado la toalla ni han sido derrotados.
Séptimo. ERC no es de fiar. Lo ha demostrado a lo largo de su historia. Incluso en la más reciente. Lo dijo Puigdemont en aquellos días tensos de 2017 donde le dejaron tirado. Lo repitieron los de Junts cuando se rompió el Gobierno y Salvador Illa lo sufrió en propias carnes cuando los republicanos pactaron la Mesa del Parlament con los junteros.
Conclusión. ERC no podrá utilizar nunca como eslogan electoral Fets i no paraules. Son más de ir al sol que más calienta.
Junqueras y Alamany lo han demostrado con Barcelona. Tienen sus principios y si no gustan, tienen otros. Mal augurio para el futuro. Al menos ahora, el alcalde Collboni sabe a lo que puede atenerse. No va a tener fets y sí muchas paraulas disfrazadas de excusas de mal pagador.