De un tiempo a esta parte se habla de expats como sinónimo de turistas de media estancia, o sea de más de 15 días o de un mes.
También se aplica para hablar de los llamados nómadas digitales, que son personajes con otro perfil y que, efectivamente, suelen aterrizar también en destinos turísticos como Barcelona.
Se habla de ellos igualmente al referirse a profesionales afincados en el área metropolitana de Barcelona, gentes que vienen a trabajar en puestos ejecutivos, que se desplazan con la familia, que tienen que buscar colegios, vivienda y, si es posible, empleo para la pareja.
En estos casos, la estancia no es menor a tres años. Ninguna multinacional sugiere a sus ejecutivos un traslado tan importante y costoso que suele suponer un cambio de idioma por un periodo de tiempo más corto.
Esta última es la acepción correcta del término. Expatriados: gente que se va a trabajar al extranjero en muy buenas condiciones que incluyen vivienda de alto estanding, sanidad privada y colegios de élite, si puede ser, internacionales.
Sin embargo, la expresión expats se emplea ahora para definir a visitantes dispuestos a pagar por una vivienda una tarifa diaria semejante a la de un hotel de medio pelo siempre que sea céntrica e incluya servicios de conectividad y limpieza.
Los académicos del turismo tampoco acaban de distinguir muy bien. La diferencia es importante porque las plataformas de hospedaje explotan la figura de los nómadas digitales, jóvenes que se ganan la vida con la programación informática, el diseño de webs y con otros menesteres técnicos, que ejercen empleos adaptables al trabajo en remoto. De alguna forma, la hacen suya y la extienden a la actividad turística general.
Hay agencias muy serias que se dedican a difundir porcentajes de visitantes expats, de incrementos en las cifras de viviendas alquiladas por esos viajeros, pero no ofrecen un dato concreto. Son fake news creadas para difundir la falsa sensación de que ese visitante ha sustituido al turista clásico.
Distinguir entre turista, expat, expatriado o, incluso, emigrante es importante. Ahora mismo, las autoridades tratan de discernir qué tipo de cliente puede firmar un contrato de alquiler de temporada y a quién se le debe ofrecer uno residencial.
Si, como dice la propaganda, Barcelona está desbordada por expats que vivirán aquí menos de 12 meses estaría justificado que el mercado ofrezca más contratos de alquiler de temporada que indefinidos, como sucede ahora.
La elasticidad de precios para el turista que opta por alojarse en un piso durante unos días en lugar de una habitación de hotel afecta negativamente al mercado del alquiler residencial.
Lo encarece y expulsa a los nativos. Por eso, los contratos no residenciales deben estar muy bien acotados e impedir que se apliquen a los residentes.
Por eso hay que aclarar los términos: qué es un expat y qué un turista. Los propietarios de pisos de alquiler tienen libertad para optar por la actividad temporal o la residencial. Pero no para hacer trampas.