Barcelona tiene pocas zonas para que jueguen los críos. Las calles son para los vehículos a motor. Las calzadas para coches, autobuses, furgonetas y camiones. Las aceras para motos, bicicletas y patinetes. También las vías peatonales ya que, como se puede comprobar (Consell de Cent es el máximo ejemplo) el consistorio no se siente obligado a hacer respetar el uso de ese espacio por la gente que va a pie. Lo fía a la buena voluntad, cada vez más escasa.
Plazas hay pocas, sobre todo en la trama del ensanche. Cerdà había previsto los interiores de las manzanas, pero la especulación se los ha llevado por delante y por detrás. Las pocas que hay sólo sirven de elemento decorativo (Letamendi) o se han convertido en rotonda que regula el tráfico: Tetuán y, sobre todo, la de Cerdà.
También pasaba con las de Espanya y Francesc Macià, hoy apenas reconocibles debido a que están rodeadas de obras casi eternas.
Quedan otras que sirven de engarce entre la ciudad antigua y la crecida a partir del XIX (Urquinaona o Catalunya). Da la impresión de que los diversos consistorios apenas han sabido qué hacer en esos espacios no construidos. Si hay un solar, la tendencia es poner en él un edificio.
Glòries es caso aparte. Lo que según Ildefons Cerdà debía ser el centro de la ciudad empieza ahora a despuntar como lugar de encuentro. Habrá que darle tiempo.
Años atrás el Ayuntamiento había ido ganando interiores de manzana. Una recuperación que parece haberse frenado, aunque se agradece lo conseguido. Algo es algo.
Luego están los espacios salvados a la voracidad inmobiliaria, casi por casualidad. Hay algunos emblemáticos: la Espanya Industrial, la Escola Industrial y los jardines de la Maternitat.
Se podría haber añadido el extenso territorio que va del Camp Nou (el Barça cobra por llamarlo de otra manera, pero eso no obliga al conjunto de la ciudadanía) y el cementerio de Les Corts hasta las facultades universitarias. ¡Un lugar amplio y fantástico si no fuera un aparcamiento al aire libre!
La suerte de los jardines de la Maternitat es que los coches lo tienen crudo para meterse dentro. De modo que, de momento, allí no aparcan. Pasan algunas bicicletas y patinetes pero, en general, es un espacio pacificado con amplios parterres de hierba, árboles frondosos que ofrecen sombra al paseante y algunas áreas de juegos infantiles.
Todo ello en medio de unos edificios modernistas muy representativos de una etapa de la historia de Barcelona y Catalunya.
En alguno de ellos se han instalado una serie de fotografías históricas, organizadas en torno al lema “Mirem el passat al carrer”. Son imágenes procedentes del archivo de la Diputación y que reproducen fragmentos de la vida de los barceloneses de hace unas cuantas décadas. Una delicia.
¿Se puede estropear un lugar así? Se puede.
En casi todo el espacio ocupado por la hierba se han instalado carteles con iconos en los que queda claro que por allí no pueden circular los perros sueltos. Pueden hacerlo, sí, con una correa que lleve al otro lado al dueño o responsable. No se hace así. Los hay que van sujetos, pero la inmensa mayoría (incluidos algunos de gran tamaño) campan a sus anchas.
Los perros -aunque algunos dueños parezcan ignorarlo- tienen necesidades biológicas casi idénticas a las de los humanos. La diferencia es que el humano (en general) cuando la biología aprieta, se espera y busca un lavabo. Los perros se alivian donde les pillan las ganas. Incluida la hierba donde, si no fuera por eso, podrían jugar los críos.
Pero, claro, ¿cómo va a ser más importante un niño que un perro?
Los últimos datos sobre Barcelona señalan que la población infantil ha descendido más de un 10%. No es de extrañar. La vivienda es cara; los salarios, justos; conseguir plaza en guarderías y escuelas no es tarea fácil. Hay incluso restaurantes que ponen reparos a los críos.
Y, para colmo, hasta para salir a dar un paseo, jugar y estirar las piernas, los niños tienen que competir con los perros, que marcan su territorio con orines.
Pregunta retórica: ya que no se va a hacer cumplir la prohibición, ¿no sería mejor que Ayuntamiento y Diputación se ahorraran el dinero de hacer, poner y reponer los cartelitos?