La labor ha sido buena, meritoria. Un esfuerzo, porque no era nada fácil. La patronal Foment juega un papel fundamental en el desarrollo económico de Barcelona y de toda su área metropolitana. Su presidente, Josep Sánchez Llibre, con una larga experiencia política, participa de forma muy activa en el debate público. Y está bien que lo haga. Todos los actores representativos deben hacerlo. La conversación pública debe ser rica e intensa. No vale esconderse.

Y el trabajo ha ido en una dirección determinada. Foment quiso que la derecha nacionalista tuviera un papel, que jugara en Barcelona, tras el desastre del proceso independentista. Arropó a Xavier Trias, aunque hablaba bien en público del candidato socialista, Jaume Collboni, que alcanzó la alcaldía, pese a que Trias ganó las elecciones.

El deseo estaba claro, pero no pudo ser. Un gobierno municipal formado por socialistas y Junts, aunque no se sabía en qué orden debía constituirse. Trias, que quedó primero aunque se esperaba que lo hiciera por detrás de Collboni, no quiso compartir la alcaldía.

Y el grupo de Junts, con Trias, se fue a la oposición, con la voluntad de colaborar con los socialistas. Producto de ello es que se sacó adelante una ordenanza sobre terrazas, que beneficiaba al sector de la restauración, en gran medida muy próximo a la vieja Convergència.

Pero poco más se ha avanzado. Foment, y otros sectores económicos de la ciudad, han alentado a Junts. Se considera que ese centro-derecha debe poder mirar de tú a tú a los socialistas y torcerles el brazo en cuestiones como la política impositiva.

Aquel grupo municipal de Trias dio paso a una agrupación de concejales liderados por Jordi Martí Galbis, el más convergente de todos, con larga experiencia, con conocimiento de la ciudad, pero también del sector más independentista de la antigua Convergència.

Con Martí Galbis, condicionado como todo el partido de Junts por Carles Puigdemont –un dirigente de derechas, que se ha convertido en un icono independentista tras su paso como presidente de la Generalitat y los hechos de octubre de 2017—las cosas no han avanzado.

La patronal Foment puede sentirse decepcionada. Pero no lo dice. Reparte culpas entre Junts y PSC por no haber salido adelante la reforma del 30% en vivienda pública, una medida que se ha demostrado que no ha servido para nada. Hay un enorme consenso –salvo los comunes, inasequibles al desaliento—de que esa reforma es urgente para que la inversión se vuelva a movilizar.

Foment dice que es cosa de egos, de forma, más que de contenido. Y que Junts no la ha pactado con el PSC porque los socialistas tampoco han puesto todo lo necesario.

Resulta que el equipo de Collboni llegó a ceder en las negociaciones con una rebaja del 2% del IBI, algo que el responsable en la materia, Jordi Valls, consideraba un exceso. Pero se quiso llegar a un pacto con Junts, que pedía una rebaja del 4%.

Junts lo ha planteado como un paquete sobre medidas en materia de vivienda. Pero, ¿está de acuerdo en esa reforma del 30% y en cómo se puede implementar? Sí, lo está. Pero no la quiere aprobar. Sencillamente no quiere darle ese ‘caramelo’ a Collboni, cuando es una medida que defiende su parroquia, --la convergente-- por ella misma, sin más paquetes ni historias adicionales.

Los amigos de Foment, que actúan, que se mueven, --y hacen bien, porque ese es su papel-- ¿van a seguir confiando en Junts? ¿Tanta es la afinidad con los antiguos compañeros de partido, cuando se va demostrando que están a otra cosa, en la carga total contra el gobierno municipal de Barcelona?

Se podrá decir que Junts ha querido forzar y no le ha salido. Que en esa negociación sobre el 30% en vivienda protegida le ha faltado algo de cintura. Pero es que en el mismo pleno, el de este pasado viernes, obstaculizó la compra de pistolas táser para la Guardia Urbana, como si fuera el mismo grupo municipal liderado por…. Ada Colau.

¿Dónde está Junts en Barcelona? ¿A quién quiere representar, a los pijo-progres del Eixample que han votado a los comunes, a los profesionales liberales que se han inclinado por el PSC, a las ‘tietes’ que se conforman con unas dosis de independentismo testimonial?

Dice Jordi Martí que se ha acabado el coqueteo, que presionarán al PSC con todas sus fuerzas. Bien, es una opción. Resulta que es la misma que han decidido los comunes.

En Foment, ¿todo bien?