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Estudiantes durante la manifestación por Palestina del 2 de octubre de 2025

Estudiantes durante la manifestación por Palestina del 2 de octubre de 2025 SIMÓN SÁNCHEZ

Opinión

La flotilla y su cuadrilla

La flotilla era una mera operación de propaganda política y la sobreactuación de Colau lo demuestra

Publicada

Antes de todo quiero poner de manifiesto mi absoluto respeto hacia todas las personas que de buena fe y con el mejor de los sentimientos crean que la Global Sumud era un flotilla de ayuda humanitaria y para llamar la atención de la tragedia que se padece en Gaza.

Una guerra aún más cruel por las muertes de miles de civiles siempre inocentes. Ahora en Palestina y hace dos años con el millar de judíos asesinados por Hamás.

Ese enjambre de barcos, para algunos la flotilla de Ada y Greta, sabía desde un primer momento que no llegaría a puerto. No hemos sabido cuanta ayuda iba en sus bodegas y quién la iba a distribuir si pisaba suelo.

Es inadmisible que se impida la distribución de alimentos y medicinas a la población civil y es reprobable toda acción militar desproporcionada de la que sean víctimas inocentes. Y en Gaza esto sucede y hay que intervenir, pero no así. La flotilla era una mera operación de propaganda política y la sobreactuación de Colau lo demuestra.

A la exalcaldesa no la vimos encabezando manifestaciones contra los asesinatos terroristas de israelíes ni tampoco protagonizar activismo alguno para la libertad de los rehenes todavía cautivos de Hamás.

Ha tenido tiempo en su travesía náutica para hacerse videos de promoción personal en las redes sociales y conceder múltiples entrevistas en radio y televisión. Sin embargo, no ha querido disponer de unos minutos para enseñar al mundo la pancarta que iba a desplegar en Gaza ante Hamás reclamando “Democracia, derechos humanos y dignidad para la mujer y para quienes ejerzan en libertad su orientación sexual”.

No la iba a exhibir por inexistente  y, además sabe que, si lo hiciera, Hamás no la trataría igual que sus captores judíos.

La flotilla no ha servido para llamar la atención ni remover conciencias contra la guerra como quería hacérsenos creer. Lamentablemente ya se es consciente del inaceptable drama porque cada día nos revolvemos al ver las noticias sobre Gaza.

A la mentira de la flotilla, añádase la hipocresía. Se pedía la protección y auxilio de la Armada española siendo la exalcaldesa la que, en su ejercicio de primera edil, despreciaba a las Fuerzas Armadas, pedía su expulsión del Salón de la Enseñanza de Barcelona y se aventaba que no eran bienvenidos.

Mientras, silenciaba como en democracia los ejércitos son garantes de paz. Que se lo pregunten a nuestros soldados que se juegan la vida, ellos sí, como fuerza de interposición en el Líbano convulso al norte de Israel bajo la bandera de las Naciones Unidas a las que tanto apela Colau,

Ada Colau navegaba con su flotilla y a la par su cuadrilla la jaleaba en tierra, aire y mar. Esa izquierda extrema para quien la tragedia en Gaza es un pretexto para movilizarse en la calle y armarse en las urnas. Retornan a su modus operandi favorito: demagogia y cortar calles y fastidiar.

Da igual que los manifestantes en las calzadas puedan ocupar solo las aceras, por sentido común y por su número relativo. También han iniciado sus acampadas públicas con el beneplácito municipal.

Supongo que el Ayuntamiento considerará que hay que ser permisivo al tratarse de acciones ideológicas, como ya calificaba las ocupaciones irregulares años atrás, y se amparará en razones de convivencia para eludir la prevaricación de su no proceder. Así nos va en Barcelona.

A la cuadrilla se le han sumado distintos partidos. En menos de 24 horas ya se ha celebrado un pleno municipal extraordinario de Barcelona para pedir la libertad de la marinería de la flotilla y una profusión de proclamas sesgadas propias de los ultra zurdos.

De los Comunes y ERC no me sorprende, pero que lo haga Junts que a su izquierda solo tiene la estrella de la bandera independentista se evidencia su inconsistencia ideológica.

¿Y el alcalde Collboni? Cada día que pasa está más empeñado en ser más émulo de Pedro Sánchez que no de Pasqual Maragall. Va camino de repetir el error del alcalde Trias en su mandato que se empecinó en subvencionar cuantiosamente al entramado radical de la ciudad del que Ada Colau formaba parte como activista.

Meses después, ella, con otros, le derrotaron en las urnas en el año 2015 y fueron concejales de gobiernos de los “comunes-istas”.

El alcalde Collboni cae en el mismo error que Xavier Trias. Sigue regando a manta con recursos públicos a las entidades afines a Colau y le pone la alfombra roja municipal a la exalcaldesa.

No es consciente que le hace la precampaña a Ada Colau por si decide el próximo año ser candidata otra vez a los comicios locales de 2027. No debiera aparentar nostalgia de cuando era su teniente de alcalde ni complejos o miedos de y ante ella. 

El alcalde ya no solo no deroga, sino empieza a aplicar sus políticas, eso sí, maquilladas por millones de euros de publicidad institucional sobre su gestión o no obrar. Así no ganará por la siniestra y sí perderá la centralidad barcelonesa hoy huérfana de quien la defienda.

Poner a flote la flotilla es hundir a quien lo promueva sin importarle que Barcelona se vaya a pique.