El alcalde Jaume Collboni y los tenientes Laia Bonet y Albert Batlle junto con los trabajadores públicos en la presentación del Pla Endreça Estiu
El plan P.P. de Collboni
"La publicidad institucional es necesaria en cuanto es útil. Es precisa para informar del acceso a las prestaciones y servicios"
Nuestro alcalde anuncia constantemente distintos planes municipales (Endreça, Viure, de Barris, Clima, etc.). Sin embargo, si hay uno que aplica a rajatabla y al que destina ingentes recursos es al plan P.P. Este Plan, nunca bautizado y siempre presente, podría responder a las iniciales de Publicidad y Propaganda, P.P.
Un plan regado con los cuantiosos recursos económicos aportados por los barceloneses con sus impuestos y destinados a la vanagloria del gobierno municipal. Las cifras son elocuentes.
Para el autobombo y la loa propia de la gestión consistorial nunca sobra el dinero público que siempre falta para disponer de los presupuestos necesarios para garantizar la seguridad ciudadana, el acceso a la vivienda, la atención social a quien lo precisa o a nuestros mayores o personas con discapacidad o a las prestaciones eficaces de servicios públicos como la iluminación, la pavimentación o la limpieza.
Un dato. El Ayuntamiento destinará este año cerca de 19 millones de euros en publicidad. En el 2024 los asignados fueron 10,5. Un incremento del 80% en solo un ejercicio. Dicho de otra manera, cada día nuestros munícipes se gastan 52.000 euros al día en propaganda. Añadamos a lo anterior, los más de tres millones anuales que por el mismo concepto se funde el Área Metropolitana, el AMB, una administración de la que el alcalde es su presidente.
Si esto sucede ahora, no quiero ni pensar lo que puede ocurrir en el año venidero que es preelectoral. Una vez convocadas unas elecciones, el Ayuntamiento tiene prohibido por ley realizar campaña institucional alguna.
Hasta entonces debiera observar la ley sectorial que las regula, que cuestiono que se cumpla. Es obligado centrar las campañas institucionales en contenidos neutrales, veraces y objetivos y no con publicidad engañosa o encubierta preelectoral y partidistas. Es tal el descaro que hasta la identidad corporativa municipal se confunde con la del partido que gobierna Barcelona, el socialista, incluso en su cromática.
Si la actividad municipal y la eficacia de su gestión que publicitan fuera cierta, no sería precisa tan ingente propaganda para resaltar “la intensa y certera”, sic, labor gubernamental.
Permítaseme una ironía. Sugeriría al alcalde, como ya hice en su día a su antecesora en la alcaldía Ada Colau, una opción publicitaria gratuita. Lo imagino cual hombre-anuncio que, además, le permitiría deambular por la calle escuchando a los vecinos. Una técnica consistente en portar la propaganda sobre el cuerpo con dos carteles, uno en el pecho y el otro al dorso, colgados sobre los hombros y asidos por unas tiras.
Esa imagen, sin costar un euro al erario público, tendría una repercusión y un impacto mediático tal que no habría multimillonaria campaña municipal que la superara en alcance y efectividad.
La publicidad institucional es necesaria en cuanto es útil. Es precisa para informar del acceso a las prestaciones y servicios, del alcance de las obras en la vía pública, en equipamientos u otras afectaciones ciudadanas, para la participación ciudadana o el ejercicio de derechos, por ejemplo. Pero las promovidas en la actualidad no lo son. La última, “la Barcelona de la teva vida”.
La vida municipal no puede estar condicionada por un gasto de quienes no quieran pasar a mejor vida política tras las urnas por sus erróneas gestiones de gobierno. Aunque haya adversarios que recuerden al alcalde que lo es gracias al apoyo del PP, siempre habrá otro. Es este P.P., el reprobable plan de Collboni de Publicidad y Propaganda.