El relato ha sido diferente. Podría ser creíble. Dependerá de su fuerza y de los resultados que obtenga y de lo que pretenda hacer después. Pero Xavier Trias acaba de señalar, en un acto de JxCat, que ha sido Carles Puigdemont quien le ha convencido para ser candidato a la alcaldía de Barcelona. ¿Cómo? ¿No era al revés, no era su convencimiento de que se debía superar la pre-política de los independentistas irredentos para volver a la realidad y al acuerdo desde el Ayuntamiento de Barcelona? O, ¿Es Puigdemont quien cree que sí, que ha llegado el momento de las renuncias y que es necesario gobernar en Barcelona con los socialistas, con la posibilidad de que sea Jaume Collboni el alcalde?

Todo eso es lo que deberá esclarecer Trias en los próximos cuatro meses, en una campaña electoral que se le puede hacer muy larga. En ese acto de JxCat lo dejó claro, un gallo en la voz, y cierto nerviosismo: “Me he presentado en parte por culpa del presidente Puigdemont. Me dijo que no le explicara historias, que debía ganar las eleccions. Vayamos, entonces, a ello”, aseguró Trias.

La aseveración tiene esas dos interpretaciones posibles: Trias como cabeza visible del mismo movimiento, del independentismo que se fue del Govern que preside el republicano Pere Aragonès, sin aprobar los presupuestos para 2023, y con todo patas arriba. A la cabeza de un partido en el que Puigdemont sigue siendo la gran referencia, y que, sea a través de una retórica vacía o no, propone mantener el “combate” con el Estado y que menosprecia a ERC por haber llegado a acuerdos con el Gobierno central del socialista Pedro Sánchez. O Trias como líder que es capaz de lograr que JxCat aterrice, con la voluntad de gobernar en Barcelona, entrar en razón, dejarse ya de las tonterías del procés.

¿Qué Trias domina en estos momentos? Lo que tenemos es la experiencia como alcalde de Barcelona, tras su victoria en 2011. Y lo que hizo fue ponerse a disposición del independentismo, pasando de ser un señor de Barcelona, mano derecha de Jordi Pujol, diputado de CiU en Madrid a las órdenes de Pujol, a un alcalde que se vio incapaz de surfear la marea ‘indepe’ y enunció su propio lema: no tanto independentista como contrario a la dependencia. Curioso.

Tiene en su mano Trias un cambio de rasante de primera magnitud. Si los resultados son buenos, como apuntan las encuestas, tendrá toda la legitimidad para gobernar o cogobernar como desee, sin cortapisas ‘indepes’. Pero empieza mal cuando señala que se decidió porque se lo pidió Puigdemont. Porque entonces quiere decir que estará a su servicio. A menos que Puigdemont haya entrado, de golpe, en la senda de la racionalidad.