La crisis del turismo ha tenido un impacto muy negativo en la restauración barcelonesa. Roger Pallarols, el director general del Gremi de Restauració, alerta de que muchos bares y restaurantes están al límite. El sufrimiento de los negocios del centro, los más castigados, contrasta con la recuperación de los locales que dependen menos de la movilidad internacional en una Barcelona de dos velocidades. En tiempos de grandes incertidumbres, Pallarols celebra la continuidad de las nuevas terrazas que se autorizaron para paliar los efectos de la pandemia, pero advierte de que las tasas que se aprobaron en 2020 serían insoportables para el sector. En una entrevista concedida a Metrópoli, pide el máximo consenso para lograr un acuerdo de larga duración y critica las continuas trabas de la Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB).

¿Qué balance hace de la temporada estival en la restauración barcelonesa?

Ha sucedido lo que pronosticamos porque Barcelona es una ciudad muy golpeada por la crisis. Como cualquier metrópoli de éxito, Barcelona tiene una dependencia de la movilidad internacional, que no se ha recuperado, y este verano se ha repetido lo que ya vivimos en 2020. Las poblaciones más pequeñas que no dependen del turismo han tenido una buena campaña, pero Barcelona continúa teniendo una zona cero, con una gran parte de la industria que no se puede reactivar porque necesita más visitantes para subsistir. La situación de Barcelona es trágica y falta mucho recorrido para la recuperación. Como mínimo, hasta Semana Santa de 2022. Estamos hablando de un agujero económico de dos años.

Roger Pallarols, durante la entrevista concedida a Metrópoli, en la sede del Gremi de Restauració / LENA PRIETO



¿A qué bares y ciudades de Barcelona les ha ido mejor?

Ahora tenemos una Barcelona de dos velocidades. En la hostelería que depende menos de la movilidad internacional podemos hablar ya del inicio de la recuperación desde que se estabilizó su funcionamiento y se ampliaron las franjas horarias. Pero los locales del centro, de esa Barcelona que necesita mucha movilidad, tienen serios problemas de viabilidad. El turismo de 2021 es de escaso valor añadido, coyuntural, insuficiente para reactivar muchos negocios. Madrid, por ejemplo, no tiene una temporada estival fuerte y sufre menos que Barcelona. Depende más de la movilidad interna. Gran parte del éxito barcelonés dependía del turismo internacional y el centro era el gran motor económico de la ciudad. Esta industria necesita protección y un paquete de ayudas para compensar las pérdidas acumuladas durante un año y medio.

¿Barcelona tiene que repensar su modelo turístico como apuntan algunos agentes económicos de la ciudad?

Barcelona tiene que recuperar turismo. En los próximos meses competirá internacionalmente con ciudades que tienen las mismas necesidades. El problema no es tener éxito gracias al turismo, la oferta gastronómica, la atracción de inversiones y el talento. El problema es la pandemia. Tenemos que recuperar turismo, congresos e inversiones, y lo haremos en un mercado inédito, tradicionalmente muy competitivo. Toda la reflexión sobre los modelos económicos puede ser interesante cuando hayamos asegurado lo esencial. Y lo esencial, ahora, es que hay empresas en quiebra. Vamos a competir con un mercado feroz y no podemos hacer análisis conceptuales ahora, cuando muchas familias no llegan a final de mes.

Roger Pallarols responde las preguntas de Lluís Regàs, director de Metrópoli / LENA PRIETO



¿Cuál debe ser la prioridad?

La prioridad es reposicionar Barcelona lo antes posible para recuperar los niveles de riqueza, movilidad y bienestar que permitan a las empresas devolver el endeudamiento ocasionado por la pandemia. Ahora debemos anteponer el cierre de empresas y la destrucción de empleo, y evitar que las inversiones apuesten por otros destinos. No podemos obviar que la restauración dio empleo a más de 80.000 personas en Barcelona gracias al turismo. Estamos hablando del primer tractor de la economía barcelonesa. El sector primario y el sector secundario dependen en gran parte de la fortaleza de la hostelería, que es una industria esencial en España.

¿Qué impacto han tenido las restricciones horarias de los últimos meses y, sobre todo, las ocasionadas por la quinta ola del coronavirus?

El impacto ha sido negativo. Pero debemos recordar antes que el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya aceptó las medidas cautelares presentadas por el Gremi de Restauració que permitieron que se alargaran los horarios a finales de mayo. Sin embargo, la limitación horaria de las últimas semanas ha desincentivado una parte del consumo esencial como es el nocturno. En verano, el consumo es más tardío. La limitación horaria y el toque de queda han tenido un impacto negativo en un sector ya castigado por la ausencia de movilidad internacional. El verano de 2021 será recordado como un verano de subsistencia.

Las restricciones horarias han multiplicado las habituales prácticas del botellón en muchos barrios de Barcelona.

Se ha reproducido lo que hemos visto en demasiadas ocasiones. Lamentablemente, Cataluña ha liderado las restricciones a la hostelería, pero la evolución de la pandemia no ha sido mejor que en otras comunidades. Ahora ya tenemos la experiencia y la certeza de que la pandemia sigue una progresión con absoluta independencia del funcionamiento estable de la hostelería. Las limitaciones, además, producen un efecto adverso, porque la gente joven socializa en espacios que la administración pública no puede controlar. En una actividad reglada hay un responsable que puede ser sancionado. En el caso de los botellones se produce una socialización sin ninguna regla ni medida de control. Y no podemos olvidar que los botellones están prohibidos desde hace mucho tiempo. Hoy no se puede aplicar la misma receta que hace un año cuando sabíamos muy pocas cosas de la pandemia. Nadie entiende que la única respuesta pase por exigir siempre un sacrificio ya inasumible que debilita a las empresas y que la socialización se derive hacia espacios incontrolables. Hemos de ser adultos y saber convivir con una pandemia de larga duración. En España, además, tenemos una tasa elevada de vacunación.

Una terraza vacía en Ciutat Vella / PABLO MIRANZO



En Francia se pide el certificado digital del covid para entrar en bares y restaurantes. ¿Es una buena medida?

El debate sobre el certificado del covid en bares y restaurantes es positivo porque constata que las administraciones asumen que no pueden dar un paso atrás en sectores económicos clave como la hostelería. Ahora no podemos aplicar las mismas recetas que hace 15 meses y el sacrificio no es exigible indefinidamente porque las familias tienen que llegar a fin de mes. Debemos buscar la mejor solución, aunque no sea perfecta, a una pandemia sanitaria muy grave. Y que nadie se engañe: si cae Barcelona, cae Cataluña y España tendrá un futuro muy complicado. El presidente Sánchez, el president Aragonès y la alcaldesa Colau deben tener mucho cuidado con la situación crítica que padece Barcelona, un motor clave de la economía española.

¿Pero está a favor o en contra de que se pida el certificado en Barcelona?

Coincido con el diagnóstico del conseller Argimon, pero me gustaría introducir algún matiz. Este pasaporte solo sería admisible cuando toda la población tenga acceso a la vacuna para evitar discriminaciones. Y añadiría que solo es asumible cuando suban los contagios. No podemos normalizar las limitaciones y restricciones de derechos y libertades durante mucho tiempo. En realidad cuando hablan del pasaporte covid esquivan el debate de fondo, que debería ser si la vacuna tiene que ser obligatoria o no. Hay una colisión entre la libertad individual y el impacto que ésta tiene en la salud colectiva. La única medida efectiva contra la pandemia es la vacunación masiva.

El futuro más inmediato pasa por…

Sobrevivir, pagar créditos, afrontar endeudamiento e intentar mantener plantillas. No hay escenario alternativo en los próximos meses.

Detalle de las manos de Pallarols, director del Gremi de Restauració / LENA PRIETO



Las terrazas son el mejor antídoto para la crisis en muchos locales. ¿Tienen garantizada su continuidad?

Las terrazas deben tener continuidad. Son fundamentales. En los últimos meses ha habido mucha polémica con los bloques de hormigón, sobre todo con los New Jersey, pero las mesas y sillas que se han ganado han salvado muchas empresas y empleos, y han recuperado a personas del ERTE. El acuerdo no fue fácil y se adaptó primero hasta el 31 de diciembre de 2020 y después hasta finales de 2021. Viendo la dureza de la crisis hemos decidido mantenerlo y modificar una estética provisional, pensada para seis meses, que no gusta a nadie. Ahora tenemos que modificar la ordenanza municipal para habilitar las terrazas en la calzada. El gobierno municipal ya ha anunciado que se van a mantener y que las terrazas que se colocaron en las aceras podrán solicitar su continuidad.

¿Hay acuerdo ya sobre las tasas que se aplicarán en 2022?

No. En Barcelona llegamos a un acuerdo excepcional después de un incremento abusivo. A principios de 2020 sufrimos un aumento que quintuplicó las tasas de Madrid. Se abrió un conflicto con el Ayuntamiento de Barcelona que paliamos con un acuerdo excepcional de reducción del 75% de las tasas en 2020 y 2021. También acordamos el mantenimiento de las terrazas actuales con Janet Sanz, pero falta por ver cómo reconducimos el tema económico. De momento no hay acuerdo porque el consistorio no se ha manifestado con claridad. Aquí hay un debate de fondo. No se trata de prorrogar únicamente las actuales condiciones excepcionales, sino prorrogar también la reducción de las tasas porque es inasumible que Barcelona tenga unas tasas mucho más elevadas que las de Madrid, cuando las dos ciudades tienen el mismo régimen fiscal y tributario.

¿Cree que habrá consenso entre los partidos con representación en el Ayuntamiento de Barcelona?

En 2018 sellamos un gran acuerdo que debía liquidar la guerra de las terrazas, con el respaldo de 38 de los 41 concejales del Ayuntamiento de Barcelona, pero nunca se materializó por los conflictos que estallaron en Ciutat Vella. Ahora no entendería que algún partido quedara al margen del actual proceso de apoyo a la hostelería.

¿Cuántos bares y restaurantes han cerrado?

En Barcelona, un 20%. Es una cifra dura y tendremos que estar muy atentos a la temporada de otoño. En verano, el consumo siempre mejora. Los barceloneses, afortunadamente, han sido los grandes protectores de la restauración porque se han dado cuenta de lo importante que es este sector para el funcionamiento de la ciudad, ya sea un restaurante con una estrella Michelin, un local histórico o un negocio muy arraigado en el barrio. Las administraciones, en cambio, han tomado decisiones nefastas para la supervivencia de las empresas. Los barceloneses han sido el mejor escudo protector para la restauración, sinónimo de empleo, riqueza y estilo de vida.

Pallarols, durante la entrevista concedida a Metrópoli / LENA PRIETO



Los bares y restaurantes que no pueden tener mesas en una terraza sufren demasiado.

Evidentemente. Sufren quienes no tienen terraza y quienes están en zonas muy vinculadas con la movilidad internacional. Algunos locales que no tienen terraza podrían tenerla, sobre todo en Ciutat Vella y en la parte más antigua de Gràcia. En las calles más estrechas hubo el compromiso de los tenientes de alcalde del consistorio de colocar barras o barriles en el espacio público. Es más fácil reactivar una empresa viva que crear nuevas empresas. Globalmente estamos satisfechos porque hemos logrado 3.600 autorizaciones, 10.000 mesas y 40.000 sillas que llegaron para quedarse. Ahora debemos corregir una estética que no está a la altura del espacio público ni de la oferta gastronómica de Barcelona. El acuerdo fue positivo porque Barcelona ha autorizado muchas más terrazas excepcionales que Madrid, que tiene tres veces más oferta gastronómica que nosotros.

¿El Ayuntamiento consulta con ustedes el nuevo diseño de los New Jersey que instalará para proteger las terrazas?

Nosotros hemos sido los padres de la iniciativa, de la prórroga y de la consolidación de las nuevas terrazas en Barcelona. En la consolidación hay dos patas: la modificación de la normativa que permitirá habilitar las nuevas terrazas en la calzada y el consenso por los prototipos, con distintos materiales, que se pondrán a disposición de los restauradores. Muchos propietarios y trabajadores tienen la sensación de que vuelven a empezar después de 20 o 30 años de estar cada día detrás del mostrador. Buscamos el máximo consenso posible, aunque sabemos que hay organizaciones que se definen como representantes del vecindario, aunque los vecinos están muy por encima de ellos, que están en contra de todo.

¿Se refiere a la FAVB, una entidad muy subvencionada por el gobierno municipal?

Hago referencia a la FAVB y a las organizaciones satélites, que tienen una posición legítima pero se representan a sí mismas. El amplio consenso de 2018 se logró tras una iniciativa ciudadana que presentó el Gremi de Restauració a favor de las terrazas. Logró casi 5.000 firmas más de las necesarias en menos de la mitad del plazo concedido. En cambio, la entidad que dice representar a los vecinos, y que siempre está en contra de todo, no logró los apoyos suficientes. Ellos están solos, con sus obsesiones y manías personales, que son especialmente crueles, cínicas y despreciables porque se juega con la vida de muchos barceloneses. No pueden autoproclamarse portavoces de los barceloneses y actuar con desprecio con los problemas que tiene la gente para llegar a final de mes. 

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