Águeda Bañón
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La primera gran enchufada del club de amigas de Ada Colau fue y es Águeda Bañón. Murciana con estudios de arte, sin trabajo productivo conocido y surgida de la cueva de Ali Babá del Observatorio DESC, fue nombrada a dedo directora de comunicación del Ayuntamiento. Como tal, es la gran censora de los “bloqueos” de mil cuentas en la redes sociales que practica su partido. Ella y su camarilla de inquisidores silencian todo comentario crítico sobre la alcaldesa, sus estropicios, su despotismo y sobre sus guardias pretorianas.
Antes de su nombramiento, que fue el primero de una escalada de amiguismos, enchufismos, nepotismos, dedazos y alcaldadas, Bañón sólo era conocida en su casa y círculos antisistema por definirse artista post-pornográfica. Su obra más conocida ha sido retratarse orinando por las calles de diversas ciudades. Según ella, era una libertad de expresión revolucionaria. Pero a la hora de tocar poder, cobrar del sistema, viajar a cargo del contribuyente y comer caliente por primera vez, oír la palabra libertad en su boca provoca náuseas políticas y estéticas. Acostumbrada a provocar, insultar y difamar libremente sin consecuencia alguna, practica la persecución de la disidencia con obsesión similar a las de su ama y su soviet de pijas. Tras su fanfarronería inicial, rebajó su presencia mediática y pasó a la cocina del odio, el rencor y el autoritarismo. Dañina agitadora, la democracia y la libertad la borrarán de una escena llena de rebuznos, gruñir de puercos, ladridos y maullar de gatas.