Miquel Barceló Roca prefiere no alargar sus comentarios. Es preciso. Aunque admite que muchas cuestiones exigirían mucho tiempo para desarrollarlas con todo el rigor necesario. Es ingeniero industrial y economista, y siempre tendrá una carta de presentación: fue el presidente de la sociedad 22@ Barcelona, entre 2004 y 2007, con Joan Clos como alcalde de Barcelona, el padre del distrito tecnológico 22@, en el Poblenou. Ha publicado un libro de enorme interés, Innocities, sobre la necesidad de crear distritos innovadores en las ciudades. Es consultor para muchas ciudades, que reclaman una versión propia del 22@, “un caso de éxito y de referencia internacional”, y es presidente de Fractalogy Consulting. Asegura que hay que aprender continuamente, porque todo evoluciona de forma muy rápida. Defiende las “ciudades compactas”, que son útiles para muchos usos. Y tiene claro que la administración debe hacer los deberes: "El urbanismo debe aplicarse con mayor agilidad, ahora va a paso de tortuga", mientras que “la tecnología va a la velocidad de la luz”. 

El distrito tecnológico 22@ pasa ahora por un momento complicado. Buena parte de las oficinas no están ocupadas, por porcentajes, en algunos casos, muy bajos. Más allá de una cuestión coyuntural, porque las promociones tienen sus ciclos productivos, hay cierta inquietud en el sector. Barceló, que fue fundamental en el diseño inicial, señala que se trata de “un caso de éxito para la ciudad de Barcelona, pero es también un referente internacional. Creó un nuevo modelo de transformación urbana, intensiva en conocimiento. Y ha sido común para algunos, entre los que me cuento, recibir llamadas para crear otros distritos de este tipo en otras ciudades”.

El Ayuntamiento aprobó en el último mandato una reforma del 22@, con un porcentaje mayor de suelo residencial. Ahora surgen las dudas sobre la necesidad de que los distritos innovadores en las grandes ciudades cuenten con una mayor mezcla entre suelo económico y residencial. Cuando se le pregunta a Miquel Barceló sobre ello, admite que la evolución de las ciudades exige nuevas respuestas. “El 22@ se diseñó hace más de veinte años, en los primeros años del siglo XXI, y el propio concepto de distrito innovador ha seguido una evolución. Ha tenido el valor de ser el primero, pero tiene el reto de actualizarse. Y es cierto que algunas cosas que formaban parte del código genético, el ser un distrito económico, deben cambiar con una mayor proporción de vivienda e integración social. En todos estos años hemos aprendido cosa. Un distrito innovador en una trama urbana representa un modelo de ciudad y debe ser vibrante todos los días del año. Se primó la cuestión económica, y el 70% del suelo se dedicó a la actividad económica. Pero se ha visto que los actuales distritos de innovación se diseñan con una proporción residencial y económica más equilibrada. Y por eso la reforma del Ayuntamiento ha ido en esa dirección, aunque con limitaciones, porque es un proyecto que ya está muy avanzado”.

Miquel Barceló durante la entrevista con 'Metrópoli' SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Con ello, Barceló se refiere a la imposibilidad ahora del que el 22@ sea un distrito plenamente residencial, o con un porcentaje alto de vivienda. Lo que propone este ingeniero y economista, volcado en las transformaciones urbanas, es que la apuesta por lo residencial tenga “tipologías muy distintas”. Es decir, que no sólo sea la iniciativa pública la que impulse el cambio. “Puede haber promoción pública o privada, residencial vinculada al coliving, asegurando a los que vienen que puedan ubicarse, a los que van a trabajar a esa zona, pero también a los que no. Debe haber una pluralidad de formas”.

¿Cómo son ahora los que se impulsan? ¿Cómo sería ahora el 22@ si se iniciara de nuevo? Barceló toma aire. Insiste en que el problema para modificar cosas en estos momentos es que el distrito tecnológico ya está muy avanzado, tal y como se diseñó. “El residencial privado requiere equipamientos, y la reforma que se ha hecho ha primado el residencial público, y el margen de maniobra para lo privado es limitado. Si se diseñara ahora sería distinto. Participo como miembro del Global Institute on Innovation Districts y en los proyectos que se realizan ahora se busca un equilibrio entre un 40% residencial público-privado, y un 40% para actividad económica. El resto es para equipamientos de conocimientos, lo que llamamos en Barcelona el 7@”. ¿Qué quiere decir? Barceló señala que se trata de estar cerca de equipamientos como universidades o laboratorios. “Si en la Universitat Pompeu Fabra se forman técnicos especializados, hay un incentivo para las empresas, para que se ubiquen en todo ese entorno urbano”.

Portada del libro de Miquel Barceló

La pregunta vuelve sobre la actual circunstancia. ¿En el caso del 22@ hay más elementos estructurales que coyunturales? ¿Las empresas necesitarán menos espacios y eso puede llevar a un exceso de oficinas? Miquel Barceló pone el acento en la capacidad de la administración para modificar sobre la marcha el urbanismo de la ciudad. Señala que hay elementos coyunturales, “ciclos de producción”, pero advierte sobre una cuestión determinante: “La economía y la tecnología van a la velocidad de la luz y el urbanismo va a la velocidad de la tortuga. El urbanismo debe aplicarse con mayor agilidad, ahora, como digo, va a paso de tortuga. Hay que flexibilizar los procesos de planeamiento urbanístico. Con el Covid se fomentó el teletrabajo y las empresas flexibilizan el uso de la oficina. En todo caso, debemos hacer frente a esa rigidez del urbanismo y permitir la mezcla de usos”.

Barceló, que ha llegado a señalar que ese urbanismo que se aplica es “anacrónico”, defiende “los procesos garantistas” de la administración. Pero insiste en que debe haber un planeamiento que vaya mucho más allá, porque la ciudad real es “la ciudad metropolitana”.

Surge, entonces, una cuestión que ha comenzado a ocupar la agenda política local, aunque con cierta timidez. Esa “ciudad real”, la metropolitana, debería tener un liderazgo eficaz, que podría pasar, incluso, por la elección de un “superalcalde”. Barceló reclama, en todo caso, que se incluyan diversos factores: “Debe haber liderazgo, participación, con un pacto público-privado en todos los aspectos que incluya la vivienda –ya lo hay en movilidad o en tratamiento de residuos—y capacidad de gestión”. La gobernanza multinivel, con esas referencias metropolitanas, ya se da, apunta Barceló, en Lima, Santiago de Chile o en Ciudad de México, con una distinción entre lo metropolitano y la municipalidad.

¿Entonces, superalcalde? “Probablemente esa gobernanza pasa por un superalcalde, pero es complicado con la actual división entre los municipios, porque los alcaldes se encuentran cómodos en sus posiciones en cada una de las poblaciones metropolitanas”.

Miquel Barceló, en la entrevista con 'Metrópoli' SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Algunas de esas ciudades metropolitanas están aprovechando sus oportunidades. Es el caso de L’Hospitalet, con el distrito cultural, lo que ha llevado a denominar a la ciudad como el Brooklyn de Barcelona. El padre del 22@ lo tiene claro: “El distrito cultural de L’Hospitalet es una idea magnífica, con una modificación del plan metropolitano, con una mezcla con el residencial, aunque desde mi punto de vista hay que pasar del concepto cultural, basado en lo artístico, a la cultura digital. Es decir, debe estar el escultor y el pintor, pero también la empresa, buscando esa idea del distrito innovador que pretende conseguir mayor capacidad de talento y de inversión”.

Los distritos innovadores se han convertido en una de las piedras esenciales para proyectar ciudades y territorios. En el área metropolitana existen dos proyectos que pueden ser “muy transformadores”. Es el caso de Esplugues y de Badalona, a partir de los estudios del urbanista Ramon Gras, radicado en Harvard. Para Barceló ese es el camino. “El área metropolitana admite varias actuaciones para distritos innovadores. Y lo que ha hecho Ramon Gras supone grandes oportunidades, con Esplugues y Badalona, relacionadas con el conocimiento. El traslado del Hospital Clínic, a Esplugues, como el caso de Girona, con el tralasdo del Hospital Trueta a Salt. Las concentraciones de centros hospitalarios con la universidad van a generar una gran actividad económica, vinculada a la salud. Es un motor importante para el futuro”.

Miquel Barceló, en las instalaciones de 'Metrópoli' SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

En el debate local, sin embargo, prima el análisis continuo sobre la situación de Barcelona, sobre su dimensión internacional. El ingeniero y economista ve a Barcelona, bien posicionada, pero insiste en ofrecer oportunidades al talento. “Barcelona tiene un atractivo extraordinario. La cuestión es saber hacia dónde va el talento y por qué. La clave es el entorno urbano. Detrás del talento llega la inversión. Lo que sucede, y es importante, es que se debe pensar en la gentrificación. Barcelona juega en la liga mundial, con presencia de empresas tecnológicas, aunque tienen sus limitaciones. Lo principal es un buen diseño, como se hace ahora en Esplugues, intentado evitar la gentrificación, con proyectos ambiciosos, pero ejecutivos”.

¿Hay oportunidades? En Barcelona y el área metropolitana hay espacios que se deben saber aprovechar. Barceló considera que el Barcelonès Nord, con todo el suelo industrial de Badalona, con Sant Adrià “y en menor medida Santa Coloma, porque dispone de menos suelo”, es un núcleo de enorme futuro. “El 22@ ahora es el 23@, el Besòs, con el polígono sur de Badalona pendiente de transformación”.

Para atraer a todo ese talento, y con la necesidad de mantener un equilibrio razonable, surge el debate sobre la ampliación del aeropuerto. Barceló considera que no domina todos los elementos, pero cree que se debe responder a partir de lo que se desee. “Si el talento que llega es europeo, entonces ya nos sirve el actual aeropuerto. Si queremos el talento del Pacífico, entonces hay que transformar el sistema aeroportuario catalán. Lo que veo ahora son opiniones que se realizan por gremios. Y alguien debería operar y liderar, pensando en todo el sistema”.

Si el aparato administrativo puede haber caído en lo “anacrónico”, ¿qué pasa con el sector privado? “El sector privado es muy diverso, pero creo que debería ser más innovador. El sector relacionado con el urbanismo es un sector que debería ser más innovador. En mi libro señalo que se debe ir a un urbanismo compacto, de distintos usos, y los distintos agentes deben ser más innovadores, como el sector inmobiliario, respecto a la tipología residencial, o en cuanto a la sostenibilidad”.

¿Y qué puede seguir haciendo Barcelona respecto a las superillas? El experto Salvador Rueda señaló en Metrópoli que las superillas son la solución, pero bien aplicadas. “Rueda es un gran científico que aborda temas de urbanismo y sostenibilidad, y hay que seguir avanzando en ese camino. Hay que eliminar más coches de la ciudad. No podemos conformarnos con una estadística de muertes por polución cada vez más elevada. La calle Consell de Cent es un buen ejemplo. Yo creo que estamos en una etapa fundamental con la aportación de Rueda, y con experimentos pilotos”.