El suspenso de la semana: Ada Colau
Los discursos quedan muy bien. La oratoria se premia, porque puede ofrecer esperanzas. Pero, ¿y la realidad? Lo sucedido en el edificio de la antigua fábrica de La Escocesa es un buen ejemplo de la mala política practicada en Barcelona en los últimos años. El edificio ha sido desalojado por los cuerpos de seguridad, después de que fuera okupado por diversos grupos, enfrentados, además, entre ellos.
Se ha desalojado por motivos de seguridad, porque, además de proteger un edificio municipal, estaba en una situación penosa. Se han evitado males mayores, como un accidente grave que hubiera puesto en peligro la vida de los okupas.
Pero, ¿qué ha sucedido con La Escocesa? El Ayuntamiento de Barcelona, con Ada Colau como alcaldesa, compró las tres parcelas de la antigua fábrica en 2017 por más de diez millones de euros. El espacio tenía un destino: la construcción de hasta 81 pisos de alto standing. Aquella operación se consideró un insulto, porque se quería construir vivienda asequible. ¿Se hizo?
No, no se construyó nada. Todo se enredó con los planes de los comunes, que quisieron establecer un periodo de “participación”, para que los vecinos decidieran qué equipamientos se podían instalar o acondicionar en el edificio. Y pasaron los años. Y La Escocesa se okupó, con grupos de inmigrantes senegaleses y de origen argelino.
Ha habido un cambio en el Ayuntamiento. Colau dejó que el edificio se degradara, sin actuar. Es cierto que la administración es lenta, que hay procesos que se deben respetar. Pero la realidad es que ni hubo pisos de alto standing ni vivienda asequible.
En los dos años de alcaldía de Jaume Collboni las cosas no han cambiado respecto a ese emplazamiento en concreto. ¿Ha tenido tiempo para hacer algo o se espera a que La Escocesa forme parte del plan de vivienda en el 22@ Norte?
Fue Colau, en todo caso, quien decidió comprarlo. Y entre 2017 y 2025 no hay nada nuevo bajo el sol en la antigua fábrica. Hay okupas. Y ha habido un desalojo.
¿Y mañana?
