Las vacaciones se acaban y la vuelta al cole está cada día más cerca. No todos los niños viven ese momento de la misma forma. Los adultos no deben trivializar los sentimientos de los más pequeños porque para muchos de ellos se trata de una situación muy dura.
Volver a la rutina y a las obligaciones es una situación que puede resultar problemática para los pequeños de la casa. Al igual que los adultos, ellos han desconectado del día a día durante las vacaciones. Han sido más de dos meses largos sin horarios, sin madrugones, sin deberes, sin profesores, sin actividades extraescolares, sin exámenes…
TEMOR A LOS CAMBIOS
Los niños son especialmente vulnerables a los cambios. El final de las vacaciones y la obligación de afrontar el inicio de un nuevo curso con todo lo que ello supone puede generarles ansiedad, angustia y temor. Un nuevo profesor o profesora, tal vez compañeros diferentes, madrugar o los deberes son circunstancias que incomodan y, tal vez, asusten a los más pequeños
“Por todo ello, algunos menores (entre un 5% y un 8%) también pueden sufrir el llamado síndrome postvacacional o depresión postvacacional, un proceso de adaptación a la vuelta a la rutina que se manifiesta en forma de una serie de síntomas”, explica Teresa Margalef, psicóloga pediátrica de Hospital El Pilar.
LOS SÍNTOMAS
La vuelta al colegio, por tanto, puede desembocar en la aparición síntomas emocionales, de comportamiento y fisiológicos. Concretamente, cambios en el estado de humor, irritabilidad, alteraciones en el sueño, pesadillas, alteraciones en la alimentación, necesidad de acaparar la atención de los padres, dolores de cabeza o de estómago, entre otros.
“Todos estos síntomas pueden ser más leves o más graves dependiendo de cada niño, aunque lo normal es que su duración no exceda la semana. En los casos en los que los síntomas y su severidad se prolonguen en el tiempo es conveniente consultar con un especialista”, advierte la doctora Margalef.
MEDIDAS SENCILLAS PARA PADRES CONTRA EL SÍNDROME POSTVACACIONAL
1. Pregunte a sus hijos, por sus sentimientos y preocupaciones antes de empezar las clases. Hable con ellos de los aspectos positivos de ir a la escuela, empezar actividades, aprender cosas nuevas y reencontrarse con los amigos.
2. Dar buen ejemplo. Los padres no deben trasmitir a sus hijos ideas negativas sobre la vuelta al trabajo (‘qué horror’, ‘qué pereza’, ‘otra vez los jefes’). Un pequeño no puede escuchar de sus progenitores el lado negativo de la vuelta a la rutina y a las obligaciones. Hay que reforzar los aspectos positivos.
3. Organización. Es importante no dejar todo para el último día. La compra del material escolar, el uniforme, forrar los libros y organizar y ordenar todo evitará preocupaciones y ansiedad a los pequeños.
4. Readaptación gradual a los nuevos horarios y obligaciones. Es bueno que durante los últimos días de las vacaciones se vuelvan a los horarios de sueño habituales (levantarse más temprano y acostarse antes) y recuperar los horarios de las comidas.
5. Compaginar el inicio de la actividad lectiva con alguna actividad de ocio cuando termine la jornada escolar para que el cambio de rutinas no sea tan brusco.
6. Elevar progresivamente el nivel de exigencia en cuanto al rendimiento, tanto en el colegio como en casa (tiempo dedicado a hacer deberes).
7. Acompañar a los pequeños los primeros días y mostrarles que van a estar ahí si surge algún problema.
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