La alimentación es uno de los factores que más pueden influir en la salud. Por ello es fundamental poder adaptarla a las necesidades de cada individuo para mejorar el rendimiento y reducir la fatiga.

En ocasiones se elimina de la dieta multitud de alimentos con una supuesta fama de que pueden resultar dañinos. Sin embargo, la mayoría de ellos son necesarios para el funcionamiento de nuestro organismo y otros, con mejor reputación, no lo son tanto.

ACUDIR A FUENTES RIGUROSAS

Falsos mitos de la alimentación como “la pasta engorda", "la verdura adelgaza", "la leche aumenta las mucosidades", "el arroz restriñe" o "prohibido comer fécula y proteína a la vez"… parece que han calado fuerte en la sociedad actual.

Aunque se repiten como un mantra en conversaciones sobre recetas, platos, alimentos y dietas, habitualmente se trata de leyendas infundadas que pueden incidir negativamente en la nutrición. Los especialistas en nutrición, como Ana Fraile Oliva, animan a acudir a fuentes rigurosas para comprobar si realmente estos mitos son veraces o simplemente son bulos.

LA OPINIÓN DE LOS NUTRICIONISTAS

La doctora Fraile forma parte del equipo de Nutrición de Quirónprevención, compañía de prevención de riesgos laborales del grupo Quirónsalud, que acaba de poner en marcha un nuevo proyecto de medicina preventiva para prestar atención sanitaria a particulares, además de a empresas.

La compañía ha optimizado sus instalaciones para incorporar una completa oferta de consultas sanitarias con médicos especialistas en Urología, Ginecología, Cirugía General, Otorrinolaringología, Psicología clínica, Fisioterapia, Podología, y Nutrición y Dietética, entre otros, pasando a formar parte de la red asistencial de hospitales y centros médicos de Quirónsalud.

CADA PERSONA ES DIFERENTE

Ningún alimento tiene la capacidad de engordar o adelgazar por sí mismo. El aumento de peso se produce cuando se ingresa más energía de la que el organismo necesita o gasta. Y este incremento energético se produce por un exceso en el consumo de alimentos o por un mayor aporte calórico.

En función de la estatura, la edad, el sexo, la actividad física y psíquica, y el momento vital de cada persona, ésta necesita consumir una determinada cantidad de calorías que le aporten la energía indispensable para vivir.

La nutricionista de Quirónprevención Ana Fraile desmonta unos cuantos de estos falsos mitos de la alimentación.

EL PAN BLANCO ENGORDA

El pan pertenece al grupo de los cereales, que son el tipo de alimentos nutricionalmente más completos. Proporciona al organismo parte de la energía que éste necesita, particularmente para el cerebro y el sistema nervioso. Uno de sus principales beneficios es que tiene un efecto saciante, contiene poca grasa, aporta energía y vitaminas hidrosolubles del grupo B y numerosos minerales, como el calcio, fósforo, magnesio y potasio, fundamentales para nuestro organismo.

Tanto el pan integral como el pan blanco aportan las mismas calorías. La ventaja del primero es su alto contenido en fibra insoluble (tres veces más fibra que el pan blanco) que ayuda a regular el tránsito intestinal, evitando el estreñimiento

Si lo que se pretende es bajar de peso, lo recomendable es reducir o controlar su ingesta ajustándola al gasto energético.

LA FRUTA HAY QUE TOMARLA ANTES DE COMER

La fruta es fruta y es buena a todas horas, sobre todo si se elimina de la dieta otros productos menos saludables como helados o postres dulces.

Una dieta equilibrada debe incluir al menos tres piezas de fruta al día para cubrir adecuadamente las necesidades diarias en vitaminas y minerales.

La única ventaja de comer fruta antes de las comidas es que incrementa la saciedad y si el objetivo es adelgazar, entonces quizás se coma menos cantidad.

HAY QUE BEBER 3 LITROS DE AGUA AL DÍA

Hidratarse y beber agua es muy importante pero algunos estudios inciden en que un exceso de agua en la dieta podría ser perjudicial ya que podría provocar hiponatremia, que es un descenso súbito de los niveles de sodio provocado por beber mucho más líquido del necesario en un corto periodo de tiempo. Esta anomalía puede derivar en daños en la musculatura, en los órganos e incluso en el cerebro.

Precisamente, el cerebro tiene un mecanismo natural que alerta de cuándo el organismo necesita hidratarse y lo hace de forma muy sencilla, a través de la sed, que indica cuándo y cuánto hay que beber.

Un hombre bebe agua en plena ola de calor / EFE

ES MEJOR NO BEBER AGUA DURANTE LAS COMIDAS

Se trata del mismo mito que el de la fruta. El agua es fundamental en la dieta. La única diferencia de consumirla antes de las comidas es que tendrá un efecto saciante y mitigará las ganas de ingerir alimentos.

LA MIEL ES MÁS SANA QUE EL AZÚCAR

La miel en estado natural, sin ser sometida a ningún tipo de proceso, tiene propiedades excelentes y muy beneficiosas para la salud gracias a la presencia en su composición de minerales, enzimas, vitaminas y antioxidantes.

Si se trata de miel industrial, la situación es muy diferente pues los procesos térmicos (como el calor) a los que se somete la miel, pueden muy probablemente acabar con gran parte de sus nutrientes. Además, la miel no deja de ser una solución acuosa concentrada de azúcares, concretamente un 18% de agua y un 82% de azúcares.

La diferencia entre el azúcar y la miel es que ésta endulza más que los azúcares refinados, de modo que con menos cantidad se obtiene mayor dulzor. Sin embargo, produce un aumento de la glucosa en sangre parecido al azúcar. Así que se debe consumir con mesura.

TODOS LOS ADULTOS SON INTOLERANTES A LA LACTOSA

Una nueva ola de intolerantes a la lactosa parece haber surgido de la nada. De repente, un gran número de personas se ha pasado de la leche "de toda la vida" a las bebidas vegetales: soja, avena, almendras, arroz…

El origen de esta intolerancia parece estar en el principio de que los adultos no pueden digerir la lactosa. Es verdad, que ciertas personas, con la edad, pierden la actividad enzimática que facilita la digestión de la leche y sufren ciertas molestias digestivas al tomarla. Pero no le sucede a todo el mundo.

LOS PRODUCTOS "LIGHT" NO ENGORDAN Y SON MÁS SANOS

Todo aquello que se vende como "light" no tiene por qué ser saludable, que adelgace o que esté absolutamente libre de grasas. La ley fija que se puede etiquetar un producto como "light" si contiene menos del 30% de calorías que el producto original similar pero no significa que no engorde; sólo quiere decir que contiene menos grasa.

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