La insuficiencia cardíaca es una enfermedad que se produce por la incapacidad del corazón para mantener la circulación sanguínea a los distintos órganos, según las necesidades propias del organismo.
Actualmente, constituye una verdadera epidemia en todo el mundo. Se calcula que alcanza al 10% de las personas mayores de 70 años de edad y representa la primera causa de hospitalización en esta población. Además, su calidad de vida y pronóstico sin un adecuado control suelen ser desfavorables.
ACTIVIDAD FÍSICA E INSUFICIENCIA CARDÍACA
La Sociedad Europea de Cardiología y muchas sociedades científicas internacionales recomiendan la realización de un mínimo de 150 a 300 minutos semanales de ejercicio de moderada intensidad, o de 75 a 150 minutos de ejercicio aeróbico intenso. Sus múltiples beneficios han sido confirmados por numerosos estudios que, además, señalan que el deporte ayuda a prevenir la aparición de enfermedades.
De hecho, las personas que mantienen una actividad física periódica de calidad logran disminuir hasta en un 50% el riesgo futuro de desarrollar insuficiencia cardíaca. Igualmente, es importante mantener una vida activa y practicar ejercicio físico aún con una duración menor también se asocia a beneficios valiosos.
VENTAJAS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA
Los especialistas del Instituto del Corazón Quirónsalud Teknon señalan que racticar ejercicio físico con cierta asiduidad tiene grandes ventajas para la salud. A nivel cardiovascular, mejora la función y eficiencia del corazón, así como la circulación sanguínea al resto del organismo. A su vez, permite un mejor control de todos los factores de riesgo, como hipertensión arterial, diabetes, dislipemia y obesidad.
En cuanto al estado de ánimo, consigue un mayor descanso nocturno, reduce la ansiedad y depresión, y mejora el rendimiento cognitivo.
LA ACTIVIDAD FÍSICA MEJORA LA CALIDAD DE VIDA
Por su parte, el entrenamiento físico en pacientes con insuficiencia cardíaca ha demostrado lograr una mejoría significativa en relación con la calidad de vida.
Entre sus beneficios destaca que disminuye la aparición de síntomas relacionados con la enfermedad y se logra una mayor independencia. A su vez, se reduce el riesgo de padecer una nueva descompensación y hospitalización por insuficiencia cardíaca, y hasta disminuye la tasa de mortalidad.
SEÑALES DE ALARMA
En general, la actividad deportiva resulta una práctica muy segura, pero es importante iniciarlo en forma escalonada y progresiva para evitar molestias o lesiones, y siempre bajo la prescripción del equipo médico.
Hay que saber identificar también potenciales señales de alarma, como la aparición de falta de aire intensa, dolor torácico o mareos importantes, que deberían motivar suspender el ejercicio y consultar a su médico.
TIPOS DE ENTRENAMIENTO
Las sesiones de entrenamiento, tras una fase inicial de calentamiento muscular gradual, puede ser de dos tipos: aeróbico o de resistencia. El primero, se caracteriza por mejorar la aptitud física y la capacidad cardiopulmonar, como por ejemplo caminar, correr, nadar o ciclismo.
El segundo implica una actividad física cuyo objetivo es aumentar la potencia y fuerza muscular, como las sesiones de musculación o el entrenamiento por intervalos de alta intensidad. Es importante realizar unos diez minutos de recuperación para reducir la intensidad en forma escalonada y permitir una adecuada relajación muscular.
LA MEDICACIÓN
Otro punto para tener presente es que la medicación empleada puede modificar el desarrollo normal del ejercicio físico. El tratamiento antihipertensivo, por un lado, origina vasodilatación de las arterias y puede producir alteraciones en la tensión arterial durante el esfuerzo que pueden confundirse con mareos o fatiga. Lo habitual es que mejoren con el entrenamiento progresivo.
Otra situación similar sucede con los betabloqueantes, que son fármacos que actúan reduciendo la frecuencia cardíaca basal y pueden llegar a frenar la respuesta normal del corazón al ejercicio. No obstante, al igual que ocurre con los antihipertensivos, son situaciones a las que el cuerpo se adapta gradualmente y no suelen traer mayores problemas. En pacientes que se encuentran bajo tratamiento diurético es importante mantener una correcta hidratación durante la actividad física para evitar cuadros de deshidratación.
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