El 28 de febrero a primera hora de la mañana los vecinos de la calle Puigcerdà (Sant Martí) bajaron a la calle en pijama. ¿Su misión? Impedir el inicio de la construcción de una macrococina fantasma en el barrio. “Ese día cambiaron nuestras vidas. Oímos el pitido de un camión y al asomarnos al balcón vimos una pedazo de grúa y un vehículo con material de obra. Enseguida bajamos a hacer ruido con cacerolas. Nos plantamos ahí hasta que se fueron sin descargar”, relata a este medio Verónica Soto, vecina de la zona y una de las impulsoras de la plataforma Afectados por las Cocinas Fantasma.

Las macrococinas fantasma o dark kitchens son locales industriales utilizados para ofrecer servicio de comida a domicilio sin contar con una parte de restaurante que atienda presencialmente a sus clientes, y desde que supieron que iba a instalarse una con 20 cocinas en la zona, los vecinos de Sant Martí se han movilizado para impedirlo.

Vecinos en una protesta contra las dark kitchens/ CEDIDA- CHRISTYAN MARTOS



Vecinos en una protesta contra las 'dark kitchens' / CEDIDA - CHRISTYAN MARTOS

PROBLEMÁTICAS

El vecindario cree que la instalación de un negocio de estas características les ocasionará multitud de problemas. Uno de los principales tiene que ver con la movilidad: “Si son 20 cocinas harán un mínimo de pedidos al día, entre 3.000 y 6.000, porque podrán trabajar desde las seis de la mañana hasta las dos o las tres de la madrugada, y eso comportará que haya una aglomeración de riders en la zona”, señala Verónica, que vive justo encima de donde se situaría la dark kitchen.

Otro de los principales inconvenientes que le encuentran son los olores que causará la basura que se genere y la chimenea que se construya para evacuar el humo. “No sabemos el tamaño que tendrá la chimenea, pero pequeña no será”, lamenta la vecina. Asimismo, les preocupa que debido a la acumulación de basura aparezcan bichos o ratas. Pero Verónica asegura que eso no es todo: “También está la devaluación de nuestras viviendas. Si yo quiero venderla, quién va a querer vivir en un piso pegado a una macrochimenea. Además, bajará el valor del piso pero subirá el del seguro, porque con 20 cocinas a gas el riesgo de incendio es mayor”. 

Vista desde un balcón de dónde se ubicaría la cocina fantasma / VERÓNICA SOTO



NORMATIVA CADUCA

El primer paso que dieron los vecinos ante esta situación fue contactar con el Distrito de Sant Martí. Según relata la vecina, exigieron el expediente de obras que presentó la empresa constructora y la respuesta que recibieron fue que no habían aportado planos, solamente el comunicado de que iban a hacer la obra. “No entendemos cómo el Distrito ha autorizado una obra de esta magnitud sin ahondar en el tema. Ahora se lavan las manos porque según la normativa de 1997 dicen que es todo correcto, claro, porque en el 97 no había este tipo de negocios. Por eso lo que exigimos no es solo es que se paren las obras, sino que se cambie la normativa”, señala indignada. En ese sentido, incide en que el regidor del distrito aseguró que les apoya pero se escudó en que todo es legal para no hacer nada, mientras que otros grupos municipales como ERC y JxCat les han mostrado más apoyo.

Vecinos en una protesta contra las dark kitchens/ CEDIDA- CHRISTYAN MARTOS



Vecinos en una protesta contra las 'dark kitchens' / CEDIDA - CHRISTYAN MARTOS

Justamente este martes la teniente de alcalde del área de Ecología, Janet Sanz, compareció a petición de ERC para dar explicaciones sobre las macrococinas y apuntó a posibles cambios en la normativa para evitar molestias a los vecinos.

MÁS ALLÁ DEL BARRIO

Mientras, la lucha vecinal continúa, porque como apunta Verónica, la cuestión va más allá de la afectación que le cause a ella o al vecindario. “Ya no es solo una cuestión de nuestro barrio, sino que está pasando en Les Corts y también pasa en Madrid. No queremos cocinas fantasma ni en nuestro barrio ni en el tuyo”. Para ella la cosa está clara: las dark kitchens no deberían instalarse en barrios residenciales. Además, asegura que en el caso de Sant Martí es fácil resolver el problema, porque la cocina podría ubicarse en unos solares vacíos de un polígono industrial que están dos calle más abajo, donde no molestaría a nadie. Por ello, mientras desde el consistorio no se tomen medidas, piensan salir a protestar cada vez que los operarios se dispongan a empezar las obras. La guerra vecinal contra las macrococinas fantasma acaba de empezar.

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