El modus operandi es sencillo y se repite en la mayoría de los robos. Los autores usan una alcantarilla para romper el cristal de la tienda y saquear su interior. En las últimas semanas, este escenario se ha repetido, al menos, en 11 ocasiones en el barrio del Gòtic. También ha habido casos en el Raval. Los comercios denuncian una sensación de "impunidad muy grande" ante la oleada de asaltos que hacen mella en unos negocios muy golpeados por la crisis vírica, que también es económica.
La madrugada del miércoles al jueves, dos tiendas situadas a escasos metros fueron víctimas de un robo en la misma noche, en un espacio de tiempo de poco más de cuatro horas. Sobre las 2:00, alguien forzaba la persiana metálica de la tienda de Matías Rizzo, ubicada en la calle del Pi. Cruzaron el establecimiento, el moderno Cruyff, hasta llegar al fondo del local, y robaron los 880 euros de la caja registradora. Era un dinero extra reservado para los empleados, un regalo de Navidad que iba a acompañar la tradicional cesta.
DOS ROBOS EN CUATRO HORAS
"Como hay tantos precedentes, retiramos la facturación constantemente", comenta el mánager. Rizzo cuenta que antes de la pandemia jamás tuvieron ningún problema. Al inicio de la desescalada, varios intentos de robo en el interior mientras estaban trabajando les hizo renunciar a abrir los domingos. Eran grupos de jóvenes de entre 20 y 30 años, que intentaban amedrentar a un empleado, sin ninguna arma a la vista, exigiendo dinero en efectivo. "No pudieron. Estamos organizados. Cuando eso ocurre, otro empleado corre a la puerta a gritar y llama a la policía", explica.
Escaparate roto en una tienda de la calle Tallers, en el Raval / @CiutatB
El jueves, tras el robo, cuatro coches policiales acudieron a la calle del Pi. Estuvieron haciendo comprobaciones hasta las 4:30 horas. A las 6:30 robaban en otro establecimiento ubicado a 50 metros, en el número 2 de la calle Boters. "Cogieron una alcantarilla y empezaron a golpar el escaparate. Entraron y se llevaron unos 30 euros de la caja", cuenta un trabajador de la tienda Terranova.
COMERCIOS, DOBLEMENTE GOLPEADOS
Los Mossos d'Esquadra tomaron huellas en la tienda, donde los autores dejaron un reguero de sangre, probablemente al cortarse con el cristal. Escarmentados por robos anteriores, los encargados de este negocio dejan siempre la caja registradora ajustada, sin cerrar del todo. Prefieren "facilitar" el trabajo a los delincuentes y evitar que rompan la caja, un gasto añadido para los dueños.
Barna Centre denuncia un incremento de los asaltos en un contexto muy difícil para los pequeños empresarios. "Son momentos muy complicados de por sí. Aunque a veces el robo es menor, deben afrontar el gasto de los desperfectos y los cristales rotos", lamenta Teresa Llordes, presidenta de la asociación, que agrupa a 600 negocios del distrito de Ciutat Vella. Hasta el pasado septiembre, la pandemia había obligado a unos 200 comercios a bajar la persiana. La cifra podría aumentar antes de terminar este fatídico 2020.
CUATRO ROBOS EN DOS MESES
La tienda de gafas Sun Gluss Hut es un paradigma de la ola de atracos que padece el Gòtic. Los cuatro robos sufridos en dos meses reflejan la reincidencia de los autores. En todas las ocasiones usaron una alcantarilla cercana, la levantaron del suelo y la lanzaron contra el cristal del escaparate. El último incidente tuvo lugar hace tres semanas. "Ahora hemos implementado más seguridad con alarmas. Estamos más tranquilos", comenta un empleado. La marca tiene otra tienda en la plaza de Sant Jaume. También allí reventaron los cristales con el mismo método, en la plazoleta que acoge las sedes de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona.
Desde Barna Centre reclaman más vigilancia policial nocturna a partir de las 22:00, cuando entra en vigor el toque de queda. Es de noche y con las calles vacías, cuando estos ladrones actúan, convirtiendo las antiguas callejuelas en su particular patio de recreo. "No hay policías. ¿Dónde están?", se queja Rizzo.
Una persona pasea a un perro por una calle del Gòtic / EUROPA PRESS
La representante de los comerciantes destaca el contacto "muy frecuente" entre el sector con Mossos y Urbana. Pero el escenario de pandemia altera, también, las formas de delincuencia. Los robos con violencia contra las personas ha caído en picado. Por contra, crecen los hurtos "por despiste" en el interior de los comercios y los ataques a los establecimientos.
En horario de apertura, la actividad de los mangantes obliga a los tenderos a estar siempre en tensión, a tener cuatro ojos. "Ya hace tiempo que insistimos en que la realidad de la noche es muy diferente y requiere un refuerzo que permita prevenir estos robos y desactivar a los autores", reclama Llordes.
MEDIDAS DE SEGURIDAD
También han incrementado la vigilancia en Cruyff con botones antipánico en la tienda. Su mánager cuenta que los cierres del local se hacen siempre pensando en la seguridad. La preocupación por evitar un robo late constantemente entre muchos empleados del Gòtic y del Raval. Unas medidas que condicionan la operativa de la tienda en los cierres, al final de la jornada. "Robar se ha convertido en una nueva normalidad", suelta Rizzo, indignado.
Las alcantarillas voladoras también golpean a los restaurantes. El pasado sábado fue el turno del Govinda, un local vegetariano ubicado en la plaza de la Vila de Madrid. Se llevaron la caja con unos 150 euros. "Los Mossos saben quién es, pero aún no lo han pillado. Lo hace cada uno o dos días. Rompe las vitrinas, entra y sale. Todo en menos de un minuto", cuentan desde este negocio.
'DEBERÍA LLAMAR LA ATENCIÓN'
Desde la policía catalana señalan que, en estos casos, los agentes siempre investigan si existe relación entre los robos, para buscar conexiones y atrapar a los autores. "Debería de llamar mucho la atención. Son personas que, de madrugada, cogen una tapa y la estampan contra un cristal. Es suficientemente ruidoso y aparatoso", insiste Llordes.
Los ladrones también actúan en farmacias, como la que hay en la calle del Carme del Raval. Su escaparate ya ha sufrido este tipo de ataque dos veces: el pasado 8 de diciembre y en marzo, al inicio del estado de alarma. Cuando entraron hace dos semanas arrancaron la caja registradora. Una tienda de bolsos, también del Raval (calle Tallers) sufrió un robo similar, aunque en esta ocasión no llegaron entrar. Sí se llevaron productos del escaparate. Hace 10 días, en un restaurante de la calle Pintor Fortuny, un hombre amenazó a dos empleadas con un machete, pero huyó tras la llegada, en ese instante, del repartidor de fruta.