La paliza duró pocos minutos. Los cinco agresores, ataviados con mascarillas, gorras y pasamontañas, vestían de negro y blandían porras extensibles como las que usan los policías. Entraron en el local del número 61 de la calle Elkano de Barcelona y dejaron, al menos, a dos heridos: uno por una puñalada en una pierna y otro con la cabeza abierta.

Los clientes de una terraza presenciaron perplejos la entrada de los asaltantes. Eran las 21:05 horas del pasado 30 de diciembre en el Poble-sec. Un trabajador de la zona no tiene dudas sobre lo sucedido: un ajuste de cuentas relacionado con el tráfico de drogas que se enquista en las faldas de Montjuïc.

Haciendo memoria, el matrimonio formado por Isabel y Carlos (nombres ficticios) ubican la primera okupación en 2016. Por este bajo han pasado varios grupos de personas. Esta pareja que ronda los 70 años ha presenciado el cambio de manos de este espacio cuya propiedad se desconoce, aunque muchos señalan a un banco sin saber cual. Hace unos meses los últimos ocupantes, unos jóvenes de origen extranjero, vendieron las llaves a un hombre por unos 2.000 euros. Desde entonces, el trapicheo ha sido constante. Se llegan a formar pequeñas colas de tres, cuatro personas que esperan su turno.

COMPRAR DROGA EN BICITAXI

A este agujero de la droga los consumidores también llegan en bicitaxi. Lo cuenta un empleado que tuvo que pedir al conductor que quitara el vehículo a pedales aparcado delante del negocio donde trabaja. El ciclista llevaba a unos turistas que decidieron realizar una parada técnica para comprar su dosis de droga.

El cierre del narcopiso de la calle Piquer (el pasado 30 de diciembre) –precipitado por la insistencia de ocho días de protestas vecinales– ha trasladado la violencia hasta este punto del Poble-sec. Habían pasado pocas horas desde el registro y detención de seis presuntos narcotraficantes cuando se produjo el ataque en el local de la calle Elkano. Dos días después, el sábado, unos policías de paisano visitaban la zona y avisaban al dueño de un negocio de que se avecinaban días movidos. "Vais a flipar estos días, pero vosotros llamadnos. No paréis de hacerlo", cuentan fuentes vecinales que dijeron los agentes.

El local okupado (pintado de azul) de la calle Elkano / METRÓPOLI

El veterano matrimonio recuerda la sangre en el suelo y en la puerta después del ataque. Ese día detuvieron a una persona y al día siguiente a otra, explican. "De noche es un desastre. Hay mucho jaleo, gente y patinetes que entran y salen de aquí para allá", cuenta Isabel, que vio al grupo de los asaltantes por casualidad. "Me acerqué a la ventana para ver si llovía y ví a siete u ocho personas de negro". 

UN NUEVO NARCOLOCAL

Algunas personas que solían frecuentar y dormir en el narcopiso de la calle Piquer pululan, ahora, por el local de Elkano. Un trabajador del barrio asegura a Metrópoli que el espacio es ya de facto un narcopiso. Un narcolocal para ser más exactos. Cuenta que hace unos días un cliente suyo decidió celebrar la vida por todo lo alto en el interior de este espacio okupado. "Dice que le soplaron 1.000 euros", suelta el hombre. En el interior vendían droga, algunos se la fumaban (crack) y también se ejercía la prostitución. Acuden algunas mujeres que venden su cuerpo en la calle Unió del Raval.

La comisaría de los Mossos d'Esquadra de la Zona Franca conoce la situación y trabaja para ponerle fin. Así lo explica un portavoz de la policía que confirma el tráfico de drogas y la existencia de problemas de "orden público" en la zona. Los agentes han recibido denuncias vecinales en forma de llamadas telefónicas. La presencia de coches policiales es frecuente en la zona. "Cada semana ocurre algo", comentan desde otro negocio del barrio.

"NOS HAN ESTROPEADO LA CALLE"

En el bar que colinda con el local se aferran al pasaporte covid para prohibir la entrada a cualquier persona relacionada con el local o el piso okupado. Un par de meses atrás, en este establecimiento, alguien intentó colarse a través de un patio. Una vecina lo vio y llamó a la policía.

En verano, una instancia dirigida al Ayuntamiento motivó más presencia policial, pero el problema persiste. Ahora, el grado de violencia de las anteriores peleas puntuales se ha recrudecido y el vecindario tiene motivos para preocuparse. La felicidad de la calle Piquer de hace una semana deja paso a la incertidumbre de los residentes de Elkano "Nos han estropeado la calle", lamenta Isabel.

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