“Hemos pasado de ser un país consumidor al principal productor de marihuana de Europa”. Así resume el comisario de la Policía Nacional, Justo Saro, la fotografía actual del tráfico de la hoja verde en nuestro país. Después de Andalucía, Cataluña es la segunda comunidad que más plantas cultiva, cosecha y transporta más allá de la frontera francesa. Hoy, la provincia de Barcelona es un gran atractivo para grupos criminales holandeses, ingleses, chinos y también nacionales. Los 1.200 detenidos este 2021 en el Área Metropolitana de Barcelona y alrededores (1.700 en Cataluña) retratan la intensa actividad de los narcotraficantes que crece año tras año.

El comisario jefe de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (UDYCO) en Barcelona recibe a Metrópoli en su despacho de la comisaría de La Verneda. Por encima del trajín de ciudadanos que esperan su turno para renovar el DNI o tramitar un permiso de extranjería, el enorme búnker de la rambla Guipúscoa acoge algunos de los principales grupos de investigación del cuerpo. Saro es uno de los policías mejores informados de Cataluña y las plantaciones de marihuana no son una excepción. “Siempre digo que los que realmente saben son los agentes en el terreno, pero yo debo enterarme de todo”, desliza.

OCHO TONELADAS INCAUTADAS

A los hombres y mujeres a su cargo no les falta el trabajo. Investigan en solitario y también codo a codo con Mossos d’Esquadra y Guardia Civil a los distintos grupos que dispersan sus plantaciones en pisos, locales, naves industriales y en exteriores por todo el territorio catalán. Los albaneses siempre han tenido un papel importante. "Han sido productores y distribuidores. Conocen los lugares por donde tienen que pasar y han visto que España es un buen sitio". Pero la paleta de distintas nacionalidades que bajan a la costa mediterránea ilustra el interés creciente por traficar a pocos kilómetros de Francia. Los 323 cultivos desmantelados y 12 toneladas incautadas (8 en Barcelona) durante 2021 lo demuestran.

¿Qué convierte Barcelona en uno de los principales atractivos para los narcotraficantes de marihuana? Un buen clima, buenas infraestructuras, la cercanía con el país galo –y con ello la facilidad de transportar la mercancía Europa arriba– bajas penas de prisión y un gran número de locales y naves vacías, así como zonas deshabitadas e inhóspitas. “En España es muy difícil ingresar en prisión por tráfico de marihuana como sí ocurre con otras drogas como la cocaína o la heroína. La condena por el delito de defraudación de fluido eléctrico (pinchan la luz para alimentar las plantas) es de entre 3 y 12 meses de multa. Esto para las mafias no es nada”, comenta el comisario madrileño, en Barcelona desde 1984.

El aumento del tráfico ilícito de la hierba se aprecia fácilmente analizando el crecimiento de las incautaciones de la policía. Del 2015 al 2020 los decomisos se dispararon un 350% en toda España. Esta cifra se ha estabilizado durante 2021 con una subida del 10,5%.

"HEMOS CONTROLADO LA VIOLENCIA"

Es en los pisos donde los agentes hallan la mayor cantidad de maría (un 60%). La segunda ubicación donde se planta más droga es en los locales, seguida de las naves y, por último, en exteriores. El rendimiento de las plantaciones interiores es cuatro veces superior a las exteriores. Mientras la primera permite hasta cuatro cosechas en un año, la segunda solo una. Las organizaciones criminales alquilan estos espacios avanzando el ingreso de hasta tres anualidades. La inversión inicial es alta (ventiladores, iluminación, condiciones de seguridad, etc), pero los beneficios lo superan con creces.

Agentes de la Policía Nacional encuentran una plantación interior en una operación de 2021 

Las viviendas también cumplen la función de guarderías, donde las organizaciones criminales guardan los cogollos, la parte más importante de la planta. Se trata de la flor seca y curtida de la planta de cáñamo. Las que contienen CBD son las plantas legales mientras que las que concentran THC contienen el cannabinoide psicotrópico, el elemento que convierte legalmente esa hoja en una droga ilegal.

CUATRO HOMICIDIOS 

La cosecha es el momento crítico para los distintos grupos por la alta probabilidad de un vuelco, un robo violento protagonizado por otra banda. Son, precisamente, los escenarios que más preocupan al equipo de la UDYCO en Barcelona. Los ladrones no dudan en hacerse pasar por policías. Los falsos uniformes policiales intervenidos en distintas operaciones así lo demuestran.

Las cifras de homicidios entre traficantes que maneja Saro (cuatro en 2021, tres en 2020, tres en 2019 y otros tres en 2018) ponen en tensión al cuerpo, pero por otro lado el jefe policial considera que las policías en Cataluña han logrado “controlar muy bien la violencia”. “En España siempre hemos prohibido el llevar armas de fuego y hemos estado muy atentos para que no se extendiera. Los vuelcos siempre ocurrirán. Ahora han proliferado las armas de fuego más que nunca y esa violencia es la que nos tiene más en vilo”, explica.

ARMAS ARTESTANALES

La violencia ejercida en las disputas entre los distintos grupos alcanza un mayor grado en países como Italia y Holanda que en España. “Nuestra actuación debe ser más fulminante, rápida y efectiva”, observa. En las plantaciones los agentes se encuentran trampas en formas de ballestas y otras armas artesanales que se activan al pisar un cordel. El 8 de septiembre, el disparo mecanizado de un perdigón hirió a un sargento de los Mossos d’Esquadra en la pierna cuando entraban en una plantación de Alcoletge (Lérida).

Justo Saro, comisario jefe de la UDICO de Barcelona / PABLO MIRANZO

1.500 euros. Es lo que cuesta el kilo al por mayor de marihuana en España. Esa cifra se duplica en Francia, se triplica en Holanda o Italia y cuadriplica países nórdicos como Suecia. En las calles barcelonesas, el gramo de maría cuesta cinco euros. Suficientes para liarse un par o tres de porros. En Francia el precio sube a un mínimo de siete euros, ocho en Italia, 10 en Inglaterra y hasta 15 euros en el norte de Europa. La mayor parte de la marihuana cosechada en la provincia de Barcelona se vende en Francia, Alemania e Italia.

LAS ASOCICACIONES, UN "FRAUDE DE LEY"

Las asociaciones cannábicas han jugado un papel crucial en el consumo legal de cannabis en Barcelona. El gobierno local de la alcaldesa Ada Colau abrió la veda en 2016 con una ordenanza que permitía el consumo en estos locales. “Es un fraude de ley. Se les otorga el permiso administrativo para consumir marihuana, pero la compra y el cultivo continua siendo ilegal. ¿Dónde adquieren la marihuana esas asociaciones? Pues en el mercado negro. Es el mismo problema que ahora tiene Holanda y los otros países que han coqueteado con estas asociaciones”, cuenta el comisario.

El responsable de la UDYCO no cree que los clubes sean una buena idea, básicamente, dice, porque no han logrado reducir el tráfico del cannabis. ¿Se deberían prohibir? "Mirando el ejemplo Holandés, si". La permisividad de la venta y consumo de la hierba en los coffeeshops perseguían la reducción del tráfico, según explica el comisario. "Pero ahora hay más tráfico de todo tipo de sustancias. No se puede legalizar una asociación de este tipo sin legalizar el cultivo de la sustancia. Si es legal es porque se tiene que poder comprar", concluye.

FUMADORES MÁS JÓVENES

El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) tumbó el pasado junio la ordenanza de Colau y el Ayuntamiento ya ha notificado a los cerca de 200 clubes cannábicos que solo pueden funcionar como un club social. Tienen prohibido el consumo y la venta de hierba. Saro advierte que los consumidores empiezan a fumar cada vez más temprano (entorno a los 15 años) y que el incremento del THC aumenta la dependencia y las hospitalizaciones en urgencias de los fumadores.

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