Ladrones del Raval se reparten el botín en unos jardines del siglo XVI
Equipamientos de los jardines Rubió i Lluch denuncian un aumento de los robos e incivismo tras el fin de la pandemia
28 mayo, 2022 00:00Noticias relacionadas
Los arcos de los jardines Rubió i Lluch del Raval sostienen edificios del siglo XVI. El paseo es idílico y supone un oasis de calma en el corazón del ajetreado barrio de Ciutat Vella. Grupos de turistas, pero también vecinos y trabajadores de las bibliotecas y entidades históricas de la zona, como la Real Academia de Farmacia de Cataluña, cruzan a diario el idílico enclave. El espacio es también un punto caliente de Ciutat Vella, una "zona complicada", según afirman desde la academia. Los robos en los jardines y alrededores guardan relación con algunos jóvenes ladrones que merodean el parque. El final de la pandemia ha retornado un problema enquistado en el corazón de Barcelona.
Los operarios que manejan a diario el pequeño camión de la limpieza del Ayuntamiento por estos jardines esperan pacientemente la llegada de la Guardia Urbana antes de intervenir. Lo hacen desde hace años para evitar algún encontronazo o agresión en una maniobra que los policías aprovechan para expulsar a las personas que ocupan de manera permanente los porches. También se ven obligados a irse personas en riesgo de exclusión social que se instalan durante largas horas del día con sus enseres personales, aprovechando el fresco que ofrecen estos muros levantados hace 400 años.
INTERCAMBIO DEL BOTÍN
Según ha podido saber Metrópoli, el parque es un punto habitual de reunión de los ladrones que actúan con violencia y al descuido, mayoritariamente, contra turistas. Bajo los arcos, algunos jóvenes se intercambian el botín. Trabajadores de la Real Academia de Farmacia y de Medicina los han visto abriendo una maleta, una mochila o un bolso. El relato coincide con el de otro empleado, que recibe con frecuencia a víctimas de robo desorientadas que le relatan su caso particular.
A la delincuencia se le suma el incivismo de algunos ocupantes que hacen sus necesidades en cualquier sitio de este rincón que rezuma la historia de la ciudad. Una fuente con un surtidor de agua domina los jardines donde convergen diversas instituciones históricas: la Biblioteca de Cataluña, la Biblioteca Sant Pau - Santa Creu y la Reial Academia de Farmacia de Cataluña. También hay un bar con terraza y la antigua sede de la escuela de arte Massana. En edificios colindantes se hallan el Institut d'Estudis Catalans (IEC) y la Real Academia de Medicina de Cataluña.
UN PROBLEMA ENDÉMICO
Metrópoli ha hablado con media docena de trabajadores de la zona. Ninguno quiere revelar su nombre, pero coinciden en describir un aumento del incivismo y la delincuencia en los últimos tres meses. El relato del presidente de la academia de farmacéuticos, Jaume Casas, contiene un punto de resignación de alguien que, sin normalizar lo que ocurre, aprende a convivir con ello. "Últimamente sí que hay más problemas", admite. La entidad avisa a la Guardia Urbana cada vez que celebra un acto, un hecho que ocurre una o dos veces por semana.
Casas define la situación de "estable", aunque se trata de un problema "endémico". "No estamos en la zona alta de Barcelona y se presta a la conflictividad", sigue. Por el momento, la delincuencia y el incivismo denunciado por varios actores de la plaza no han afectado directamente a los trabajadores de la academia. Los Mossos d'Esquadra explican que no les consta un repunte de robos en los jardines de Rubió i Lluch. Sí admiten una "concentración de personas que pueden generar problemas" e informan que realizan patrullas habituales junto a la Guardia Urbana.
La reunión de personas bajo los arcos puede alcanzar un grupo de una veintena de personas, como explica una trabajadora de una de las bibliotecas. El Ayuntamiento explica que la Guardia Urbana realiza desde hace meses un servicio diario con equipos de limpieza y agentes uniformados hacen vigilancias estáticas "de manera habitual". La policía barcelonesa también mantiene un "contacto permanente con los responsables de la biblioteca para ajustar esa presencia", señala una portavoz.
LA PETICIÓN DE JUNTS PER CATALUNYA
Junts per Catalunya trasladó el problema en el pleno de Ciutat Vella del pasado 19 mayo. La consejera de distrito Maria Chacón denuncia el "agravio en inseguridad e incivismo" que sufren los jardines y pidió unas sesiones de trabajo para que propusieran medidas para revertir estas "dinámicas". El gobierno de Barcelona en Comú afirmó que el consistorio hace seguimiento de lo que ocurre en el parque, que se ha reforzado la policía de barrio y que se ha incorporado la dirección de las bibliotecas en la Taula de Seguretat del Raval. Una trabajadora explica que en la última reunión de este órgano, Mossos y urbana transmitieron a vecinos y comerciantes que patrullaban con agentes de paisano. El distrito también ha emplazado a la compañía de teatro Perla 29 a hacer actividades en el exterior para dinamizar el espacio.
Eugenia Serra, directora de la Biblioteca de Cataluña, reproduce un discurso similar al de Casas. "Las conductas poco cívicas están más o menos presentes y responden a la característica del Raval. Quizá ahora son más visibles, pero cambia en función del contexto del barrio. Tampoco querría ser alarmista"; explica. La bibliotecaria asegura que las peleas no son diarias, pero sí ocurren. Otra trabajadora de la zona explica que el olor de marihuana y el griterío rompe a menudo la tranquilidad de la sala infantil de uno de los dos centros.
JERINGUILLAS Y RESTOS DE SANGRE
Antes de la pandemia, una actividad organizada entre marzo y octubre por la biblioteca llamada Llegim al jardí evitaba el incivismo y los problemas que ocurren hoy. Se colocaban decenas de sillas donde cualquier podía sentarse a leer, intercambiar libros o trabajar con el ordenador. "Ayudaba a normalizar las actitudes", recuerda Serra, que apunta a la necesidad de recuperar esta iniciativa que funcionaba desde 2010. El bar también es víctima de algún robo de botellas de alcohol. La plaza se cierra de noche, pero desde el establecimiento denuncian que, en ocasiones, fuerzan el acceso de la calle Hospital y se cuelan.
El personal de la biblioteca es testigo de otra realidad: el consumo de drogas. Es habitual el hallazgo de jeringuillas y restos de sangre por la mañana. No es la única sustancia que se consume. También se ha podido ver a jóvenes esnifando cola, una droga con la que incrementan el nivel de agresividad. "Las incidencias son diarias: música, gritos, robos, se mean, se roban entre ellos. Es algo endémico que ahora ha regresado", explica una empleada de la biblioteca Sant Pau-Santa Creu. Sobre el consumo de drogas en este enclave, un portavoz municipal responde: "Los servicios sociales hacen seguimiento constante de las diferentes situaciones que hay en la calle para intentar dar la respuesta más adecuada en cada caso".